màxim Huerta, el Breve, soltó un entrañable discurso de despedida en su traspaso de poderes en el Ministerio de Cultura y Deportes, cuyos despachos no llegó a conocer por tapar, ocultar y engañar con su pasado fiscal, trufado de asuntillos con la Agencia Tributaria que le han quebrado el espinazo y se ha quedado compuesto y sin novio y ha obligado al Presidente Sánchez a un relevo express, que no están los tiempos para andarse con coplas y coplillas.

En ese emotivo discurso de despedida, el muchachito de Ana Rosa empleó un término que ha sido afeado por compañeros y comentaristas. El citado Màxim ha echado las culpas de su desgracia ministerial a la jauría de chacales y alimañas de diverso pelaje. Vamos que si los chicos/as de la prensa hubiesen guardado silenciosa compostura, no se habría destapado el pasado en un malévolo ejercicio de aquí paz y después santa gloria.

El diccionario define jauría como conjunto de perros que se llevan juntos a una cacería o también de personas exaltadas que se manifiestan con saña contra algo o alguien. El muchacho se ha pasado tres pueblos ya que los periodistas en acción no son ni perros, ni exaltados; son simples cumplidores en el trabajo de informar, y Huerta debiera saberlo.

Es muy habitual en nuestros tiempos utilizar la expresión circo mediático para describir el ruido informativo que en ocasiones acompaña determinadas informaciones. Identificar tarea informativa con práctica circense no deja de ser tópico poco adecuado, ya que los auténticos payasos del circo son los personajes de la diversa actualidad; personajillos que gustan de manejar los medios con filtraciones, mentiras y bulos en un ejercicio de triple mortal que acaba estrellándolos contra la lona. Así que querido Màxim Huerta, nada de periodistas chacales; más bien títeres mentirosos que terminan en la calle por fraude fiscal ocultado de considerables dimensiones.