donostia - El colorido del pop americano recala este verano en San Sebastián en una exposición en la Sala Kubo con un centenar de piezas de Andy Warhol, Robert Rauschenberg, Roy Litchtenstein, Keith Haring y Robert Indiana que reflejan el espíritu de un movimiento que elevó los objetos cotidianos a la categoría de arte. Comisariada por Dolores Durán, la muestra POP POP POP American Pop Art, que permanecerá abierta al público desde hoy hasta el 30 de septiembre, fue presentada ayer por el director de la Fundación Kutxa, Ander Aizpurua, y la directora de la Sala Kubo-Kutxa, Ane Abalde.
Serigrafías, grabados, carteles y objetos diversos componen un muestra que ha reunido a los autores más representativos de un arte que, a pesar del componente “frívolo” al que se ha asociado, cuenta con un fondo de reflexión y compromiso político, como dan cuenta las aportaciones de Robert Indiana a la campaña de Barak Obama o el activismo de Keith Haring en la lucha contra el sida en los años 80. Las piezas, que se han reunido en exclusiva para la sala donostiarra, giran en torno a los ejes sobre los que pivotó el pop art, que surgió en los años 50 del siglo pasado como respuesta al expresionismo abstracto americano, al que consideraba un movimiento “elitista” y “vacío” y abogó por la vuelta del arte a la calle, ha explicado Durán.
Algunos de sus rasgos esenciales, asociados al ambiente cultural de los años 60, son la mitomanía a las estrellas de Hollywood, la utilización de objetos que saltan de los supermercados a las galerías de arte, y la reinterpretación y la repetición de las imágenes. El “arte dejó de tener un carácter único para los artistas pop, que se apropian de las técnicas de los medios de comunicación” e hicieron de las series una de sus señas de identidad para alejarse del concepto de “alta y baja cultura”, señaló Durán .
El recorrido arranca con un espacio dedicado a Andy Warhol (1928-1987) que incluye uno de sus retratos de Marilyn Monroe, realizado en 1962 a partir de un cartel publicitario de la película Niágara, del que extrajo los rasgos esenciales de la actriz para luego manipularlos y completar su creación. La imagen del mito de Hollywood procede de la colección IAAC Pablo Guerrero de Aragón al igual que Electric Chair (1971), un alegato del pintor contra la pena eléctrica, y la emblemática serigrafía de la sopa Campbell de 1966. Otro de los temas recurrentes del pop art, la reinterpretación de obras de maestros de la pintura, tiene su reflejo en Warhol en su versión de Santa Apolonia, de Piero de la Francesca, una obra que da cuenta de la cercanía a la cultura católica de un hijo de emigrantes polacos que, según recordó Duran, bajaba a rezar con su madre cuando ya había fundado The Factory.
El experimental y multidiscipinar Robert Rauschenberg (1925-2008), el “más intelectualizado y comprometido” de los artistas pop, cuenta con varias piezas a las que incorpora objetos habituales como la “mastaba” egipcia realizada con una bolsa de papel, procedente de una colección privada de Donostia. Las inconfundibles banderas de Estados Unidos de Roy Litchenstein, sus característicos “puntos benday”, incluso en el bodegón con el que homenajeó a Picasso, pasando por sus colaboraciones para la campaña de Michael Dukakis, se recogen también en la exposición.
Aunque pertenece a otra generación, Robert Indiana, fallecido el pasado mes de mayo, mostró su preocupación por la identidad estadounidense con una trayectoria artística en la que compaginó su faceta plástica con la de poeta. La muestra se cierra con el espacio Apocalipsis, en el que Keith Haring, que murió de sida a los 31 años en 1989, da rienda suelta a los temores que la epidemia provocó en la década de los ochenta. - Efe