Vitoria - A finales del pasado mes de febrero, justo antes de la llegada de Ara Malikian y del espectáculo Dinosaurios: Jurásico, la isla perdida, el Buesa Arena ya anunció que Dirty Dancing traspasaría la pantalla para llegar a la habitual cancha del Baskonia. De hecho, lo hará a mediados de julio, ofreciendo un total de seis representaciones: el jueves 12 a las 20.30 horas, el viernes 13 a las 19.00 y a las 22.30 horas, el sábado 14 a las 18.30 y a las 22.00 horas, y el domingo 15 a las 17.00 horas. Las entradas se encuentran ya a la venta (www.dirty-dancing.es, www.baskonia.com y www.buesa-arena.com).
Eso sí, antes de que el simbólico telón se levante, Laura Enrech (que da vida al personaje de Baby Houseman) y Víctor González (que hace lo propio con Johnny Castle) acudieron ayer al pabellón para ir calentando motores de cara a una propuesta que supone un “reto” en diferentes sentidos, como explicó Itxaso Barrios, coordinadora general de la productora Letsgo. Para empezar porque va a ser la primera vez que el espectáculo estrenado en 2016 se lleve a cabo en un recinto de estas características, lo que va a obligar a crear, casi de manera literal, un teatro dentro del Buesa Arena. Eso se traducirá en que los trabajos de montaje comenzarán antes de lo habitual y requerirán un extra por parte de la firma. Pero ahí no quedará la cosa. El siguiente listón a alcanzar pasa por el hecho de que en cada una de las seis sesiones está previsto un aforo máximo de unos 3.500 espectadores.
“Sabemos que Dirty Dancing es una apuesta segura”, describió Barrios, quien recordó que desde el estreno de esta adaptación escénica de la película, el 1 de diciembre de 2016, el montaje ha recibido el apoyo incondicional de los espectadores, algo que se espera reeditar con el público tanto alavés como de otros territorios cercanos. De hecho, tanto ella como los dos protagonistas destacaron en varias ocasiones que su propuesta no es una versión ni un espectáculo inspirado en la película, sino “fotograma a fotograma”, el filme ideado por Eleanor Bergstein, quien también se ha encargado de este paso a la representación en vivo.
“Nos pasa de manera habitual que estamos haciendo una escena y el público dice nuestras frases antes que nosotros”, rió Enrech, consciente también de la responsabilidad que eso supone tanto para quienes hace 31 años asistieron al estreno de la película como a quienes la han conocido a lo largo de estos años. “Al principio no pensábamos que tanta gente joven se iba a acercar”, según Barrios, aunque la experiencia vivida en las más de 20 ciudades visitadas hasta el momento dice lo contrario.
Un total de 24 intérpretes se subirán a las tablas del Buesa, donde también se incluirán algunas escenas y canciones que fueron descartadas en el filme por cuestiones de metraje. De su mano, los presentes viajarán al verano de 1963 en Estados Unidos para revivir “una historia de amor que traspasa”, sin olvidar que “la historia tiene otros matices”, algunos de ellos “de mucha actualidad, como el rol de la mujer y el feminismo”, apuntó Enrech.
Desde estas premisas, se llevará una película que ha traspasado generaciones a la “magia del directo”, todo ello con la intención de “hacer disfrutar a todas las personas que quieran compartir” momentos “que muchos tenemos grabados en la mente”. La pantalla, eso sí, esta vez es el Buesa.