Vitoria - Algunos de sus componentes ya saben lo que es tocar tanto en la capital alavesa como en el Dazz, aunque como banda, Fatbeat! va a tocar en Gasteiz por primera vez este domingo. El batería Miguel Benito es de los que conoce las tablas de la calle Cuchillería, a las que vuelve ahora junto a Andrés Miranda (saxos), Mario Quiñones (guitarra), Alberto Morales (teclados) y Daniel Moreno (bajo).
A Fatbeat! le toca estrenarse en Vitoria.
-La verdad es que hasta ahora no hemos tocado mucho fuera de Madrid. Pero eso está cambiando poco a poco dentro de nuestra dinámica. A veces es complicado cuadrar los horarios de músicos que trabajan mucho tanto tocando como dando clases.
Hace nada que se ha hecho realidad su nuevo disco.
-Hace muy pocas semanas. Ahora estamos justo dando los primeros conciertos de presentación. Lo que pasa es que, al final, también estás hablando de una banda con tres discos, con mucho repertorio y seguro que en Vitoria tocaremos algún tema del primer álbum e igual algo también del segundo. Eso sí, Coins & Bones va a sonar por completo.
De todas formas, tres discos en cinco años es un ritmo bastante alto, ¿no cree?
-Sí, sí. Hay tres compositores y son bastante trabajadores. De hecho, siempre decimos entre nosotros que tocamos menos de lo que ensayamos (risas). Ésta no es una banda que responda a un concepto tan jazzístico de grupo. Es una banda mucho más de sonar, ensayar, trabajar los temas, darlos forma... Es un grupo como tal, no una serie de músicos de jazz que se juntan para dar unos conciertos. Se trabaja mucho el sonido, cómo queremos que suene todo para cada disco y para cada directo, que cambian un poquito. Tiene mérito hacer esto desde la autofinanciación, aunque este último álbum ha sido realidad también gracias a una campaña de crowdfunding. No es sencillo mantener un proyecto así, teniendo que hacer además otros trabajos.
Todo ello para construir un sonido donde confluyen muchas cosas.
-No sé cómo explicarlo, pero creo que escuchando nuestro último disco se ve bien. Hacemos que los temas suenen a esta banda. Últimamente se nos han ido algunas cosas más al rock, pero más que nada porque éste es un grupo enérgico. Tiene su parte de improvisación aunque no es tan abierto como una formación de jazz. Es muchísima música escrita, todo muy arreglado... lo que pasa es que la mitad de los músicos son intérpretes de jazz y existe un punto de improvisación.
Por cierto, ¿cómo se sobrevive en un grupo con tres compositores?
-Con mucho cuidado (risas). No, no, es fácil. A las composiciones de cada uno, les damos forma entre todos. No es un rollo de: aquí se toca lo que yo diga y punto. Lo que se busca, como te decía antes, es que cada tema suene a Fatbeat!. Todo el proceso es bastante diplomático entre nosotros, aunque sabemos darnos caña. Pero todos tenemos claro que los temas tienen que sonar a la banda. De hecho, ha habido composiciones que nos gustaban pero que no encajaban en el grupo y se han quedado fuera. Aquí hay tanto muy buen rollo como un nivel muy alto de autocrítica y eso se nota en nuestros procesos.
Del estudio a los directos, este domingo acuden a un espacio como el Dazz en el que usted ya ha tocado...
-Esta banda tiene la capacidad de adaptarse muy bien al lugar donde actúa. Yo estuve hace poco allí y, bueno, me gusta mucho tocar en sitios pequeños porque la gente está cerca y se produce una energía con el público que me gusta mucho. De hecho, el Dazz es de los pocos locales que quedan así, donde la gente ya sabe lo que va a ver, respeta la música, llena el espacio y disfruta. No es muy normal encontrarte sitios así. Para una banda como la nuestra es complicado tocar en muchos sitios porque ni es jazz, ni rock, ni... estamos un poco en tierra de nadie. Igual somos demasiado cañeros para el jazz, demasiado complejos para el rock... y sacar la banda a lugares como éste es también un experimento para ver cómo reacciona el público. Pero ya te digo que la experiencia es que el Dazz es un sitio muy especial para tocar.
Entendiendo que cada uno es un mundo, un espectador ideal para Fatbeat! qué debería sentir, pensar... con su música.
-Nada, nada, cada uno lo va a interpretar como quiera. Por supuesto. El espectador ideal es el que, te guste o no algo, lo respetes y hagas el esfuerzo de escuchar. La actitud ideal es no tener prejuicios y disfrutar de la música, dejar que te lleven y te cuenten su historia. La música es un viaje para disfrutar. Cuando surge esa comunión con el público es cuando más disfrutamos también nosotros. Tampoco hay que entender nada de música, sólo es necesario tener la actitud de escuchar, de estar abierto.