Vitoria - Los padres de Olatz Salvador cuentan que ya tarareaba canciones antes de aprender a hablar. Ahora, tras una larga trayectoria como teclista en Skakeitan, la donostiarra pone su voz en Zintzilik, su primer disco en solitario. Mañana a las 19.30 horas, lo presentará en Gasteiz dentro del ciclo Eskilarapeko Soinuak que organiza Oihaneder.

‘Zintzilik’ es su primera aventura en solitario. ¿Cómo está viviendo esta experiencia?

-Da vértigo, y creo que es un ejercicio necesario admitirlo. Me toca ser sincera conmigo misma y expresar que he puesto mucho de mí en esto. Sentir que algo tan íntimo pueda llegar a tanta gente me hace exponerme en cierta medida. He disfrutado muchísimo de la experiencia de producir mis propias canciones junto a músicos que me transmiten toda su confianza en esto y que aportan tiempo y esfuerzo en reinventar todas mis canciones, que hasta ahora disponían solamente de una guitarra acústica y mi voz. Llevar todo esto a nuevas atmósferas me ha llenado mucho, tanto en lo musical como en lo personal.

¿Qué le ha empujado a lanzarse en solitario?

-Mi proyecto en solitario comenzó hace alrededor de cuatro años y no nació como tal. Tenía unas canciones compuestas y unos amigos me animaron a mostrarlas en un concierto. ¡Y hasta hoy! La bola ha ido creciendo y me han llamado de muchos sitios para tocar, lo cual agradezco muchísimo, ya que me ha dado la oportunidad de empoderarme en este ámbito. Tenía pendiente publicar un trabajo de estudio y ahí es cuando comencé a visualizarlo junto a una banda y a trabajar en ello.

¿Cómo definiría ‘Zintzilik’?

-¡Qué difícil! No quiero generar ninguna expectativa, pero puedo decir que es un disco delicado, cuidado y que esconde muchos detalles. A medida que fui avanzando con mis canciones, me di cuenta de que había un hilo conductor simbólico que fue enlazando conceptualmente todos los temas. Lokarriak (ataduras, vínculos), Korapilatzen (enredándonos), Zintzilik (suspendida) dan sentido al conjunto. He aprendido a coser canciones.

¿Seguirá en Skakeitan?

-Nunca ha sido sencillo compaginar nuestros proyectos musicales y nuestro trabajo (remunerado). Seguiré con Skakeitan y es por eso que mi intención no es ofrecer muchos conciertos en solitario. Una conciliación sana es importante para que un proyecto funcione y por ello mantendremos un ritmo más pausado en este caso.

¿Cómo la está recibiendo el público?

-Gran parte del vértigo del que hablábamos antes lo genera el hecho de poner mucha energía en el qué dirán. Bajo mi punto de vista, es muy importante para todas las personas creadoras que la percepción externa no pueda condicionarte tanto en lo que sientas que quieres hacer. El arte tiene que llenarte a ti primero, porque sino no es real. He tenido la suerte de no sentir ninguna presión y de vivir todo el proceso como un aprendizaje constante. Desde esa parte, ya he cumplido un gran objetivo. He de decir también, que la recepción del single Zintzilik me tiene sorprendida y aprovecho para dar las gracias.

¿Cómo ha seleccionado los temas para completar ‘Zintzilik’?

-Gran parte de los temas los tenía ya compuestos, pero es cierto que alguno se ha quedado fuera porque no le he visto lugar en el disco. La verdad es que me he quedado muy satisfecha con todas las canciones y me cuesta destacar una en concreto.

Es cantautora, ¿le cuesta mostrar sus pensamientos en las canciones?

-En mi caso, el proceso de composición es muy íntimo y por eso me atrevo a decir cosas con menos filtros o desde un prisma diferente. En ese momento, los pensamientos, o más bien los sentimientos, fluyen. Es un tópico, pero es cierto que se hace terapia escribiendo canciones. Yo me he conocido más a mí misma al escuchar mis temas. El proceso de exponerlas es un ejercicio de valentía y ver que la gente las hace suyas crea una conexión muy especial.

¿Qué siente cuando toca ante el público?

-Empecé llena de inseguridades y me ponía muy nerviosa en los momentos previos. A medida que ofrecí más conciertos empecé a sentirme más cómoda en el escenario. Puedo decir que me desnudo en cierta medida en cada concierto y es muy importante para mí sentir cierta complicidad para ello en el público. Por lo general, las sensaciones suelen ser muy positivas y el feedback que recibo me llena.

En Skakeitan es la teclista, ahora pasa a ser la protagonista, ¿supone mayor responsabilidad?

-Siento que tengo una gran responsabilidad al publicar un disco firmado por mí misma, con mi nombre y apellido. Hay mucha gente que ha trabajado en esto, pero soy yo la cara visible del proyecto y quien ha tomado las decisiones. Al principio, me costó mucho adoptar el rol de líder, pero después me vi capaz de tomar las riendas y dirigir el proyecto.

Toca el piano desde que era una niña, y su padre y su tío son músicos, ¿qué le ha aportado la música a lo largo de tu vida?

-Mis padres suelen contar que solía tararear canciones, casi antes de aprender a hablar. Hace poco, mi padre encontró un casete de cuando tenía dos años en el que se me escucha cantando canciones junto a mi hermano. Mi disco finaliza con un audio rescatado de ese casete, para dar pie a una canción que he grabado junto a mi padre y mi tío. Creo que la música me ha permitido expresar cómo me siento cuando no he sabido encontrarme y he podido canalizar diferentes emociones.

¿Cómo ve su futuro en esto de la música?

-Es una pregunta que me es imposible responder ahora mismo. En este mundo el futuro es siempre incierto y esto me genera mucha incertidumbre de cara a lo que viene. Creo que llegará un punto en el que tendré que elegir entre dedicarme plenamente a la música y compaginarla con algo que esté relacionado con ella o bajar el pistón y dejar de dar tantos conciertos, porque estoy manteniendo un ritmo que me parece insostenible a largo plazo.