washington - Barbara Bush, fallecida la madrugada del miércoles a los 92 años, fue la imprescindible matriarca de una de las grandes dinastías políticas de Estados Unidos, una mujer apegada a lo tradicional que se ganó el apodo de “la abuela de todos” con su actitud cercana y su lenguaje sin tapujos. Bush, que murió en su casa de Texas tras años de delicada salud, fue una de las primeras damas más queridas y una figura esencial en el ascenso de dos de sus cinco hijos. Esposa del expresidente George H. W. Bush (1989-1993) y madre del también ex mandatario George W. Bush (2001-2008) y del ex gobernador de Florida Jeb Bush, dedicó su vida casi por completo a los papeles de madre y esposa, pero tuvo tiempo para dos batallas extra: en favor de la alfabetización y contra el cáncer.

Fue primera dama en pleno apogeo de la exigencia feminista por liberar a la mujer de las cadenas del hogar, pero nunca se avergonzó de dedicarse a sus hijos y ser el pilar de su marido, actitud que le valió no pocas críticas pero que llevó con orgullo. Esa decisión vital, que llevó a una periodista a afirmar que su marido era un hombre de los años 80 casado con una mujer de la década de 1940, no evitó que se pronunciara de forma abierta sobre algunos asuntos políticos, siempre que sus opiniones no eclipsaran las de su esposo. Quizá por eso la sorpresa fue grande cuando, en sus memorias, reveló que pensaba muy distinto que Bush padre en dos grandes asuntos: el aborto, que según ella debe depender de una decisión personal de la mujer, y el control de armas, que consideraba necesario fortalecer. Fueron prioridades para ella la alfabetización infantil, que centra el trabajo de la Fundación Barbara Bush, y la lucha contra el cáncer, con la que se comprometió tras perder a su hija Robin a los tres años de leucemia y que llevó al matrimonio Bush a donar millones de dólares para investigación. “Al final de tu vida, nunca te arrepentirás de no haber aprobado un examen más, o ganado un juicio más, o cerrado un acuerdo de negocios más. Te arrepentirás de no haber pasado más tiempo con un marido, un amigo, un hijo o un padre”, dijo en la Universidad de Wellesley en 1990. Y fue fiel a este consejo hasta sus últimos días en su casa de Texas acompañada del hombre con el que estuvo casada más de 70 años. - Efe