Sumergirse durante años en el legado de Oteiza -pensamiento y obra- conlleva una experiencia que trasciende con mucho el arte plástico -escultórico en este caso- y toca poesía, juego, reflexión, tensión, contradicción, crítica, estética... Un ejercicio inabarcable que ha realizado desde una distancia prudente el artista guipuzcoano Asier Mendizabal para el nuevo proyecto de la Fundación Museo Oteiza, Incurvar, inaugurado ayer y con el que el espacio de Alzuza inaugura un nuevo ámbito expositivo en diálogo con artistas contemporáneos que, tal y como anunció ayer Gregorio Díaz Ereño, director de la Fundación Museo Oteiza, nace con la intención de “generarse todos los años y en diversos soportes expositivos”.

Asier Mendizabal ha realizado en los últimos años un conjunto de obras que proponen una aproximación crítica al legado del genial creador de Orio y al modo de construcción de lo simbólico de su proyecto escultórico; unas piezas que ponen en cuestión los mecanismos de representación de lo escultórico en el final de la modernidad. En esta ocasión, el artista muestra en la exposición, producida por el Museo Oteiza en colaboración con el Ayuntamiento de Egüés y visitable hasta el próximo 3 de junio, algunas de estas obras desarrolladas con anterioridad, así como Incurvar, proyecto que da título a esta muestra y que responde a la invitación del espacio de Alzuza para intervenir en su centro y realizar el trabajo específico que ahora acerca al público. Mendizabal ha focalizado su ejercicio artístico en torno a los mecanismos de representación de lo simbólico, en especial, en referencia a la formalización de lo político a través de lo artístico y el modo en el que el arte ahonda en los procesos que conforman el dispositivo de la representación y la producción de imaginarios colectivos. En ese sentido, varios de sus proyectos han revisado a Oteiza como paradigma de las aporías de la modernidad.

“Me he convertido, en especial en todo el tiempo en que he estado fuera, en una especie de predicador de un personaje y una obra paradigmáticos de muchas de las contradicciones, los problemas y las aporías de la modernidad. Y puedo decir que muchos artistas han sentido ese flechazo con Oteiza; he convertido al oteizismo a un buen puñado de creadores”, comentó ayer Asier Mendizabal, quien apuntó que él es uno de los que no conoció en persona a Jorge Oteiza, “y creo que eso genera un cambio con respecto a cómo se asume y se valora su legado. Creo que me da cierta distancia y cierta libertad”, dijo sobre su aproximación al creador de Orio, que definió como “más distante y mediada por otros artistas y otras visiones”. “Me obligué a ver cómo los elementos críticos del legado de Oteiza, tan pegados aquí a un contexto concreto, podían recontextualizarse en el plano universal”, añadió el artista sobre su trabajo, cuyo origen se remonta a 2010.

En ese año, Asier Mendizabal realizó la primera pieza analítica en torno al legado de Oteiza, una reflexión formal sobre el Par móvil del escultor de Orio y su resignificación como estela funeraria, que se mostró en la Bienal de Venecia de 2011. “Ahí ya encontré que había algo de lo que podía hablar de manera más universal”, contó Mendizabal ayer en el transcurso de la presentación de su exposición, realizada en la casa-taller de Jorge Oteiza en Alzuza. “Hay algo de intimidante en el hecho de estar aquí, en casa de Oteiza”, comentó al respecto el artista de Ordizia radicado en Bilbao.

Además del citado proyecto en torno al Par móvil de Oteiza, denominado Bentahandi, la exposición de Mendizabal muestra proyectos como Una carta llega a su destino, derivado de la carta de protesta dirigida al jurado del concurso internacional para la creación del Monumento al prisionero político desconocido, en el que participó Oteiza y que se presentó en el espacio Raven Row de Londres.

El recorrido continúa con referencias a Agoramaquia, proyecto realizado para la Bienal de Sao Paulo de 2014 y que toma como punto de partida el monumento Homenaje a César Vallejo que Oteiza realizó en Lima, en 1961 y concluye con Incurvar.

Juego a través de lo residual e incompleto

En el proyecto Incurvar producido expresamente para el museo de Alzuza, Asier Mendizabal centra su atención en los materiales sobrantes de las obras realizadas por Oteiza, fragmentos de piezas y recortes, en esencia escultóricos, pero que permanecen como testimonios de lo residual e incompleto, aparentemente condenados a no encarnar el potencial simbólico propio de la obra de arte. Partiendo del “trabajo físico con esos restos” de materia el artista vasco hace “una especie de juego” en el que el vacío es tan importante como el lleno, la sombra tan necesaria como la luz.

En última instancia, estos proyectos, en los que es clave la relación entre texto y escultura -dos lenguajes entre los que Asier Mendizabal mantiene en todo momento una “tensión”, una “complejidad”, de manera que como explica el propio autor “el texto en ningún momento es una explicación de la escultura, sino que su función es otra casi contraria a la aclaratoria: sumar capas de complejidad”-, manifiestan la capacidad de la obra de Jorge Oteiza de estar presente en las obras de otros artistas de generaciones posteriores, no como una influencia directa o formal, sino como un legado al que aproximarse de manera crítica.

La exposición se acompaña de una edición monográfica muy especial -en dos versiones, castellano y euskera- que incluye, encartados, los textos y el material gráfico correspondientes a los proyectos Una carta llega a su destino, Gurentza, Agoramaquia e Incurvar.