barcelona - Convertido en un fenómeno editorial mundial, el norteamericano A.J. Finn, seudónimo de Dan Mallory, recaló ayer en Barcelona, dentro de su gira por Europa, para presentar su primera novela, La mujer en la ventana, que escribió después de ser diagnosticado de un trastorno bipolar.
En un encuentro con periodistas, Finn señaló que en verano de 2015, después de 15 años sufriendo “una depresión profunda”, con tratamientos de todo tipo sin ningún éxito de curación, “tuve un diagnóstico adecuado, que me llevó en seis semanas a mejorar y entonces pensé que debía explorar este tema en un libro, pero sin hablar de depresión porque es algo muy deprimente”. Editor de profesión en ese momento, y mientras daba vueltas a la idea de sentarse ante el ordenador para crear un artefacto literario que en España publica Grijalbo, también era aficionado a “espiar” a sus vecinos desde la ventana en su pequeño piso de un barrio de Nueva York, mientras tenía el televisor encendido. Uno de esos días, mientras al otro lado de la calle seguía la peripecia doméstica de una de sus conciudadanas, emitían La ventana indiscreta, de Alfred Hitchcock, oyó cómo uno de los personajes le decía al que interpreta James Stewart que no espiara a los vecinos porque se “buscaría problemas”. Esa espoleta está en el origen del libro, número uno en las listas de ficción del New York Times, y que desarrolla una angustiosa historia sobre una mujer, Anna Fox, encerrada en su casa, afectada por agorafobia, que observa el aparente asesinato de una vecina, Jane Russell, de la que se había hecho amiga. Para Finn, es también una obra que “habla mucho de la soledad y de lo difícil que es conectar con la gente y que te malinterpreten y malinterpretar a los otros”.
En este homenaje explícito a Hitchcock y al voyeurismo, que el autor americano ve como un “instinto primario que forma parte del ADN humano”, trabajó mucho en el carácter de los principales protagonistas, especialmente de Anna. La ve como una mujer que “despierta simpatía, con quien mucha gente se puede identificar”, aunque advierte de que ella no es él. En su caso personal, admite que vivir durante 15 años con una enfermedad mental sin un diagnóstico correcto “te puede hacer sentir como si vivieras en un thriller, porque al minuto siguiente de algo no sabes qué ocurrirá ni cómo te sentirás”. - Efe