el Museo Balenciaga de Getaria, dedicado al modisto que le da nombre, goza de buena salud. Así lo demuestran los datos de visitantes año a año, según señalan desde el centro. Si bien este espacio de exhibición de los trabajos de Cristóbal Balenciaga fue inaugurado en plena crisis económica y bajo la sombra de la polémica -esta semana se ha sabido que el juicio del caso Balenciaga, que tenía previsto comenzar la semana que viene, se retrasará unas semanas más-, la realidad es que las cifras de visitantes no hacen más que crecer, sobre todo desde 2014, punto de inflexión para el centro.

Atendiendo a los datos de los últimos años, desde que la nueva directora, Miren Vives, tomase las riendas del centro en mayo de 2014, el número de visitantes ha crecido a razón de 5.000 por ejercicio. De esta manera, aquel año fueron 40.000 las personas que pasaron por Balenciaga, en 2016 se contabilizaron 45.000 y el pasado año, 51.300. Desde su inauguración han sido más de 360.000 los que han pasado por el museo. Vives valora las cifras, teniendo en cuenta siempre la especifidad del museo, pero también quiere restarles importancia. En este sentido, comenta que las visitas tienen una relación muy estrecha con la cantidad de meses que dura una exposición.

A este respecto, comenta que Balenciaga es una “boutique” en contraposición con otros grandes centros como el Guggenheim de Bilbao. La directora añade que gracias a las estadísticas que recogen saben que el visitante en muy pocas ocasiones acude al centro de Getaria atraído por una muestra. “Nadie conoce la exposición del momento, todos vienen a ver el Museo Balenciaga”, afirma, al tiempo que añade que “hay que llegar a la conclusión de que hacer tres exposiciones al año que duren tres meses no va a funcionar” en el centro que dirige y por ello apuestan por tener una referencia más constante en el tiempo. En cuanto al origen de las personas que visitan el museo, el 40% son extranjeros, principalmente franceses (20%), seguidos de estadounidenses (5%), británicos (4%) y alemanes (2%). Poniendo la mirada en Euskal Herria, el 42% del total de visitantes es guipuzcoano; el 15%, vizcaino; el 7% navarro y el 5% alavés. En este sentido, desde el centro constatan “un aumento del público internacional”, un afianzamiento en “la lealtad del público francés” y la consolidación de “la franja de edad de los visitantes entre los 25 y los 55 años”.

exposiciones El viernes pasado se inauguró la última exposición en el centro, Balenciaga. Moda y patrimonio, un diálogo entre las creaciones del modisto y los modos de conservar y de exhibir vestimentas. Esta es una de las 19 exposiciones que ha acogido el museo en este tiempo. De ellas, ocho han sido específicas al rededor de la obra del autor, y otras once han sido temporales y luego se han embarcado en giras de carácter estatal e internacional, como Balenciaga y el cine o Mirar y pensar Balcenciaga by Outumuro.

No siempre se ha trabajado con colecciones propias del museo. En ocasiones se ha hecho con externas como los fondos del Museo del Traje. Asimismo, también se han preparado exposiciones en colaboración con otros museos textiles internacionales. Fue el caso de la muestra temporal Balenciaga a través del encaje, organizada junto a la Cité Internationale Dentelle et la Mode de Calais.

También ha crecido la colección del centro. Cuando se inauguró, hace siete años, la colección contaba con 1.039 piezas y ahora se ha triplicado hasta llegar a las 3.250 piezas. Además, el museo cuenta con dos grandes colecciones en sus fondos. La del Gobierno Vasco, formada por 80 referencias, y la de Rachel L. Mellon, con otras 600. El fondo de Balenciaga no esta formado únicamente por vestidos o creaciones del modisto, sino que también se compone de objetos, documentación y testimonios de los trabajadores de las casas Balenciaga en el Estado y en Francia.

Además, desde el museo destacan un aumento entre aquellos que en un inicio dejaron sus piezas en depósito y, finalmente, las han donado. En 2017, supuso el 5%, que desde la dirección consideran “un signo de confianza” en el proyecto. Vives explica que generalmente depositar suele ser el primer paso para la donación definitiva. Entre las obras que acepta el centro se encuentran piezas que conservan la etiqueta del modisto, vestidos de los que se conoce su procedencia, diseños que tienen claramente la forma de Balenciaga o material relacionado con el artista. Aun así, la directora reconoce que tienen algunos vacíos que les gustaría completar, como “alguna maravilla” de las primeras décadas, así como piezas que se hicieron entre mediados de la década de los 30 y finales de la Segunda Guerra Mundial. “Esos años son muy interesantes”, apunta.