Pamplona - El pintor pamplonés Luis Garrido expone hasta el 6 de mayo en el Museo Gustavo de Maeztu de Estella-Lizarra once obras que dialogan con el legado artístico del creador vitoriano. Se trata de un nuevo encuentro de Miradas cruzadas, con el que se pone en valor la relación paisajística que puede encontrarse entre los cuadros de ambos autores. Un delicado diálogo con los colores de la naturaleza, las formas, el estilo, los objetos e incluso las personas que deambulan entre las obras permanentes de la Planta Noble del museo.
Un artista del siglo XX y otro del XXI. Uno pone el foco en las figuras humanas, otro en espacios naturales. En la obra de Maeztu, “el paisaje sitúa a los personajes en un lugar -recalca Garrido, conocedor de la obra del alavés-. De ahí que su importancia sea la de relacionar el simbolismo que quiere expresar con los personajes, con un espacio determinado”. Aunque hay excepciones, como Rincón del Ebro, donde el entorno agreste toma todo el protagonismo y el hombre pasa a ser mera anécdota. La forma de la montaña que se alza el fondo de este cuadro de Maeztu parece continuar en las dos creaciones de Garrido que lo rodean y que pertenecen a la orografía de Tierra Estella. En concreto, se trata de Montejurra y la cumbre de Ioar (en la sierra de Codés), vistos desde Valdizarbe. “En los años 90, pasé seis años viviendo en Estella por el trabajo de mi mujer, y pinté bastante los alrededores”, relata Luis Garrido. “Me extrañó mucho el contraste de luz con la zona de Valdizarbe -uno de los espacios que más ha retratado en sus lienzos y que ha incorporado a esta exposición, como las viñas de Añorbe o la vegetación que ve desde su casa de Tirapu-. Era una luz más apagada, con mucha más vegetación. Un paisaje más oscuro y denso al que me resultó difícil adaptarme en los primeros cuadros”, admite. “A veces el paisaje te influye, y en este caso, fue así”. Su mujer, Nati, también es protagonista de una de las piezas. Recostada en un sillón y con unos limones sobre una mesa de madera, aparece leyendo un libro mientras a su lado María de Maeztu mira a los visitantes. Mujeres de dos épocas diferentes, pero mujeres instruidas y libres, gracias a pasos como los que dio María.
El cuadro más vanguardista se sitúa frente a la fotografía de 1917 que inmortaliza una reunión de amigos de la que forman parte artistas como Pablo Picasso, Francisco Iturrino, Xavier Nogués o Miquel Utrillo. Con esa obra, Garrido hace un guiño a la estética de esas primeras vanguardias y su amistad con dos pintores navarros a los que retrata jugando a cartas: Pello Azketa y Mariano Royo. Esa disposición de personajes en torno a una mesa también la incorpora Maeztu en varias de sus creaciones.
Se trata de la séptima vez que Luis Garrido Pérez, viejo conocido de este museo, expone sus creaciones en el centro estellés.- DNA