la audiencia quedó estupefacta cuando la dulce Amaia contó a Toni Garrido, en la cadena SER, que amaba los aspersores, que soñaba con los aspersores, que los aspersores eran recuerdo vivo de sus infantiles años. Y la pamplonesa lo explicó: recordaba con deleite el jardín de casa de su abuela, los aspersores distribuidos por la finca para regar los verdes campos y parterres, y los juegos infantiles con sus primos, corriendo entre las cortinas de agua en infantil escena. Una muestra más del encanto, imaginación y simpatía de esta niña llamada a ser estrella de la canción en compañía del inteligente y creativo Alfred, que han sentido el flechazo de Cupido, y que en estos momentos sufren una impresionante carga mediática, requeridos allá por donde vayan por medios, fans y público en general. No han hecho más que arrancar, por la mañana radio, por la noche tele, entremedio compromisos publicitarios y de marketing en una fabulosa noria donde todo es fashion, aplauso y reverencia. Han comenzado el maratón de la popularidad, que se verá incrementado con la participación en el venidero festival de Eurovisión. Entradas agotadas, ensayos convertidos en espectáculo, presentadores y presentadoras que buscan hueco en la agenda de esta maravillosa pareja que debe cuidarse con el apoyo y protección de su gente, familiar y profesional, porque la avalancha de demandas de presencia será una dura prueba de fuego para estos dos cantantes que gracias a un triunfo televisivo son la pareja del año, de la década y si me apuran, del siglo, por su cantar, perfil humano y sensación de cercanía empática. Pablo Motos los tuvo en la noche y el programa fue una catarata de aciertos, intervenciones y secuencias de verdad, transparencia y encandilamiento del personal. Cierto que a Amaia, de momento la vorágine se la sopla y sabe con certeza que ella de marearse con el surf nada de nada, que es de Pamplona. Parejita del amor y la belleza canora, os adoro.