El antiguo Depósito de Aguas fue levantado en 1885 sobre la cima de la colina de Gasteiz con la finalidad de proveerla de agua. Dos años atrás, nuestra ciudad había conseguido la concesión de un manantial conocido como la Cueva del Agua situado en las faldas del Gorbea. Desde ahí se construyó una red que irrumpía en Vitoria por Portal de Arriaga, desfilaba por la Catedral Vieja y moría en la plaza de Montehermoso, donde se conectaba con la red existente en aquel entonces. Un año después, para almacenar las aguas, se puso en funcionamiento el Depósito. En aquellos tiempos podía acopiar líquido elemento como para abastecer durante una docena de días a los 20.000 habitantes de la ciudad. En 1986 el Depósito quedó obsoleto y dejó de funcionar. Ya en 1994 el arquitecto Roberto Ercilla adoptó inteligentemente su interior para que funcionara como singular sala de exposiciones comunicada subterráneamente con el palacio de Montehermoso.

El Depósito consta de siete bóvedas sostenidas por seis hileras de arcos de medio punto perpendiculares a dichas bóvedas y apoyados sobre columnas de piedra. Es sorprendente que el espacio interior construido es atrayente, misterioso, con reminiscencias de templo gótico, a pesar de que lo único que se necesitaba era construir un mero lugar de almacenamiento de agua. Es un tesoro arquitectónico oculto pues desde el exterior del edificio nada permite imaginar lo que éste encierra. Y así, desde 1998 el Depósito de Aguas está reconocido como Conjunto Monumental de Euskadi.

El Depósito de Aguas sorprende a todo visitante que se acerque por primera vez a contemplar las exposiciones desplegadas en su interior. Quizá no se fije en lo expuesto, pero se quedará impresionado por el espacio. Pues las exposiciones de circuito, de carácter ortodoxo, que ahí se muestran desperdician el lugar: si de lo que se trata es de mostrar obras ya realizadas, cualquier espacio neutro cumple mejor con esa función. Como es el caso de las salas blancas disponibles en Montehermoso o Artium. El Depósito de Aguas tiene sentido como espacio expositivo si las exposiciones se producen específicamente para lugar. Pero para ese menester hace falta disponer de un presupuesto digno, premisa que desde hace años no se da.

Aún y todo, hay artistas que aceptan el reto de producir una exposición para esta basílica pagana auto explotándose y tirando de su talento. Estos días, por ejemplo, podemos visitar la muestra Transmutación 11-Abisal Spaces de Anabel Quincoces. Una instalación construida específicamente para el Depósito de Aguas compuesta, fundamentalmente, por creaciones volumétricas realizas en vidrio que proyectan desde su interior abstracciones multicolores en las paredes del recinto. También podemos contemplar una proyección video-gráfica sobre una de las escaleras del lugar que simula el agua descendiendo por ellas. Quincoces vuelve a inundar el Depósito. Muestra sensorial de añoranzas subacuáticas. Una golosina para los sentidos.