Cada uno, a su manera, se rebeló seminal, como el principio de dos carreras grabadas a fuego en la historia de la música popular del último medio siglo. Uno, el debut de Roxy Music, aún con Brian Eno, cumple 45 años pero suena todavía vanguardista y caótico, como un laboratorio artístico y de ideas. El otro, el álbum en el que Fleetwood Mac abrazó a Stevie Nicks y Lindsay Buckingham, se lanzó al pop y se convirtió en una máquina de ganar dinero. Ambos se reeditan con rarezas y tomas en vivo.
Corría 1975 cuando se publicó Fleetwood Mac, disco que, desde su título, parecía un debut y evidenciaba la reinvención de una banda británica en la que se coló (de prestado, al principio, luego como líder indiscutible) la pareja Stevie Nicks y Lindsay Buckingham. Los estadounidenses comandaron un viraje hacia el soft rock y el pop que convirtió a la banda en otra radicalmente diferente a la creada por el guitarrista Peter Green, que abandonó en 1970.
El fundador y batería Mick Fleetwood recuerda que es “la conexión” de la guitarra de Lindsay y su mezcla con “el encanto vocal” de Nicks lo que hechizó al trío superviviente y dio pie a un álbum, conocido como su Disco blanco, que incluía a tres compositores y cantantes, dejaba atrás las raíces blues anteriores y se abría sin rubor a enormes audiencias. “Representa una época mágica para recordar, todos los planetas se alinearon a nuestro alrededor”, rememora la teclista y vocalista Christine McVie.
“La experiencia de grabarlo fue un descubrimiento maravilloso; y la alegría se advierte todavía hoy”, según McVie. Los ecos blues ya solo persisten (tímidamente) en la balada Warm ways y en la sureña World turning. El resto es una huida hacia el soft rock guitarrero (Blue better) y, sobre todo, el pop pulcro, de bonitos estribillos y cálidas armonías vocales. Ahí destacan la efectiva Monday morning, el rastro country de Crystal, el celta (a lo Mike Oldfield) de I’m so afraid, antecedentes de Sara como Rhiannon... Fue nº 1 y la pista de salida para el posterior Rumours, uno de los discos más importantes de pop de la historia. Su publicación se acompaña de versiones previas (más reales y largas) y tomas en directo.
glam y arty “Cuando les has oído (y visto), su nombre se explica por sí solo”. Así introdujo Island Records, en 1972, a Roxy Music, con motivo del lanzamiento de su debut homónimo, reeditado en múltiples formatos y con una edición lujosa de tres CDs con demos, tomas descartadas, sesiones para la radio, un libro de 136 páginas... En algún sentido, el disco cambió las reglas del juego, como la Velvet lo había hecho en Nueva York y The Stooges en Detroit.
En Inglaterra, a principios de los 70 y coincidiendo con la eclosión de David Bowie trasmutándose en Ziggy Stardust, Roxy Music también logró sacar la cabeza con menos de diez actuaciones a sus espaldas, una imagen arrebatadora que combinaba trajes elegantes con las plumas y maquillaje glam, y un estilo indefinido y zigzagueante. La reedición de lujo incluye la demo que facilitó su fichaje, sesiones para la BBC, versiones alternativas, un DVD con apariciones televisivas y un directo en Bataclán...
“Mis sueños se hicieron realidad”, recuerda el guitarrista Phil Manzanera sobre el debut que tuvo la banda en aquel entonces. El grupo era “nuestro laboratorio de arte, un lugar para intercambiar ideas y explorar un nuevo paisaje sonoro”, según el saxofonista, Andy McKay. Tiene razón. Roxy Music no hacía el rock de los Zeppelin, ni comulgaban con el glam de la época. Sonaban heterodoxos, arties y futuristas con Brian Eno a los sintetizadores, alejados de la elegancia refinada posterior de Manifesto o Avalon, y los ritmos bailables de Flesh and blood.
Casi cada canción lo evidenciaba. Como la pelea esquizoide de saxo y guitarras y los cambios de ritmo que se pueden escuchar en Re-make/Re-model; los pasajes espaciales con castañuelas y guitarras abrasivas de Ladytron; los aires country de If there is something, vocalmente cercano a Bowie; la cinéfila 2HB; la experimental y con efectos y guiños bélicos The Bob (medley); la sinfónica y depresiva Sea breezes... Solo el single, Virginia plain, apunta cierto caos controlado, como el rock Would you believe? y el ejercicio doo-woop Bitters end.
Todo un tiovívo estilístico y emocional. “Nunca nos sentimos aceptados. Creo que la vieja guardia se sentía amenazada, porque el grupo estaba repleto de ideas y cantidad de energía”, según apunta Bryan Ferry.