Vitoria ? Entre sus planes para 2018 está volver al estudio para grabar el que será su segundo disco tras Una necesidad (2016), aunque Miryam Latrece reconoce sin problemas que es en el directo donde se siente más a gusto. Por eso acude esta semana a la capital alavesa, a sumarse a la programación del Dazz, donde se escucharán algunas de sus nuevas composiciones.

Su primera actuación en Gasteiz, ¿verdad?

?Sí. Me hace mucha ilusión.

¿Qué le va a ofrecer al público?

?En principio, tenemos pensado tocar temas de mi primer disco, de Una necesidad, aunque también vamos a incluir algo del próximo trabajo, que espero que podamos grabar antes de mitad de este año.

¿Qué sensaciones le dejó la publicación de ‘Una necesidad’, con lo que supone también una autoproducción de este tipo?

?Tuve muchísima suerte porque además de contar con el apoyo y el trabajo en la producción de Michael Olivera, nos ayudó Estudio Uno, desde donde se implicaron mucho. Además, hicimos una campaña de crowdfunding que funcionó tan bien que conseguimos más dinero del que en un inicio se pedía. Sabiendo que nuestra música es para un público no masivo o no popular, por así decirlo, la respuesta en estos dos años ha sido muy buena. Donde hemos ido a tocar, desde clubes a teatros y festivales, siempre lo que nos han devuelto ha sido positivo. Es decir, he podido hacer mi música, mis creaciones, además contando con unos compañeros como Michael y David Sancho, y ante eso el público ha respondido, así que sólo puedo decir que he tenido mucha suerte.

¿Por qué alguien tan joven decide optar por el rhythm and blues, el jazz... por géneros más minoritarios y no por el pop u otros que tienen, en teoría, más público?

?Tengo una hermana que me saca 12 años y que escuchaba muchísimo Alejandro Sanz o propuestas más populares. Pero cuando cumplí los diez años, me recuerdo encantada cuando mi padre ponía los discos de Stevie Wonder, Michael Jackson... También me llamaba mucho, por ejemplo, Pink Floyd, pero tenía debilidad por todo lo que era el rhythm and blues. Después tuve la suerte de que en la zona de Madrid en la que he crecido, Móstoles, hay una comunidad importante de personas de Guinea Ecuatorial. Los descendientes de quienes llegaron en los 60, 70 y 80 han sido unos grandes consumidores de R&B afroamericano, así que siempre encontrabas sitios para ir a bailar y a escuchar música. Crecí en ese ambiente, también siendo camarera en clubs de jazz... así que la vida me puso aquí. De todas formas, no me gusta encasillarme. Hago lo que me sale, lo que me nace. Mi música es una mezcla de influencias. Hombre, hemos tenido singles que podrían haber estado en 40 Principales si hubiéramos pagado el dinero de publicidad. Son radiables y tienen también su parte de pop. Pero claro, no tenemos ese alcance monetario.

¿Cómo se plantea el que será su segundo disco?

?De ninguna forma. No trato de vender nada, ni de convencer a nadie, ni de ser un producto, así que hago lo que me va saliendo. Es imposible que el nuevo disco sea una continuación de Una necesidad porque en estos dos años he crecido muchísimo, he tenido la suerte de tocar con músicos increíbles y he aprendido mucho. He evolucionado en la forma de cantar. Así que será diferente, aunque teniendo nuestro sello porque creo que con Michael y David hemos conseguido sonar de manera identificable.

Antes de volver al estudio, toca de nuevo encontrarse con el público, que en clubs y bares no siempre es sencillo, con gente entrando y saliendo, pidiendo en las barras...

?Parto de la base de que soy una persona muy afortunada puesto que me dedico de pleno a esta profesión, algo que es muy difícil sobre todo cuando estás hablando de cantantes. Los instrumentistas tienen la oportunidad de trabajar en proyectos muy diferentes. Siempre hace falta un batería, un pianista, un bajista... pero no siempre hace falta un cantante. Así que me siento muy agradecida cuando me subo a un escenario, aunque no sea lo mismo estar tocando en el Festival de Jazz de Madrid que en un bar de copas. Aún así, voy al Dazz con tranquilidad porque varios compañeros de profesión que han tocado allí me han hablado muy bien del sitio y del público, que es gente que va a escuchar y a disfrutar. Así que en este caso en concreto estoy muy tranquila. Aún así, siempre te tienes que adaptar, ser empático y entender dónde estás. Aunque no te voy a ocultar que en algún concierto me he enfadado. Pero bueno, eso es una excepción. Lo importante es conseguir que la gente conecte con lo que estás haciendo. A partir de ahí, todo es fácil.

¿Mejor en directo que en el estudio o todo tiene su interés?

?Soy un músico completamente de directo. Me encanta la improvisación, la creación... Aún así, no tengo tanta experiencia en el estudio. Voy aprendiendo. Lo malo del estudio, lo que nos duele a todos los músicos, es que lo que haces se queda para siempre (risas). Pero bueno, las dos cosas son lindas. l