Pamplona - Ha comentado que tiene la sensación de volver a casa.
-Sí, claro. Yo empecé ahí justo cuando acabé en la Escuela de Cine. Las primeras series que dirigí fue en Globomedia, Los hombres de Paco, El Barco, Luna, el misterio de Calenda... Y mi primera película, Fuga de cerebros, la produjeron ellos y también coprodujeron Tres metros sobre el cielo, así que tenemos una historia en común muy, muy larga. Y aunque después he hecho muchas cosas, supone una vuelta al sitio en el que todo empezó, así que estoy muy ilusionado, sobre todo porque voy a poder desarrollar tanto proyectos de cine como de televisión en libertad.
Globomedia parece que ha salido ‘a la caza’ de talentos. Ha fichado a González Molina, a Javier Olivares...
-Creo que están apostando por la búsqueda de talento para generar contenido. Y agradezco mucho que hayan confiado en mí y, sobre todo, la libertad creativa que van a darme para contar las historias que quiero contar. Y del mejor modo posible, es decir, primero pensar en las historias y luego ver dónde las colocamos, porque hoy en día hay una revolución en los formatos. Hay televisión convencional, de cable, está Facebook... Están abiertos a nuevos conceptos y eso también me gustó mucho de su propuesta.
¿Cómo surge este reencuentro?
-Básicamente, me llamaron. Yo estoy en una situación de excedencia en Globomedia desde hace años. Me fui a hacer Palmeras en la nieve y desde entonces me he dedicado más al cine y a otras cosas y se pusieron en contacto para proponerme formar una unidad creativa con ellos para trabajar durante tres años, sin presión, en proyectos de cine y de televisión. En algunos casos los dirigiría yo y en otros, no. Ante esa libertad creativa no pude decir que no y firmamos el acuerdo.
¿En qué consiste ese acuerdo?
-No puedo concretar mucho, pero me encargaré de desarrollar proyectos de ficción entre los que se incluyen al menos dos películas. De momento estoy buscando a las personas con las que quiero trabajar, aunque sí que estoy desarrollando un guión con Sergio Sánchez, que escribió Palmeras en la nieve, pero no te puedo contar más. Mi labor será la de ser productor ejecutivo de esos proyectos, dirigirlos en algunos casos y ser showrunner -coordinador de guiones- en otros. En definitiva, las dos películas las dirigiría yo y, en cuanto a las series, podría dirigir los primeros capítulos, pero, bueno, eso lo iremos viendo proyecto a proyecto. Básicamente, Globomedia me propone que lo que he estado haciendo en los últimos años con otras productoras las concentre y las haga con ellos.
Seguro que ya tiene mil ideas centrifugándose en su cabeza.
-Algunas (ríe). Pero acaba de suceder todo, así que vamos a ver. Lo más inmediato es lo que te comentaba del proyecto de largometraje con Sergio Sánchez, en el que llevamos trabajando cerca de un año, pero aun no podemos adelantar nada. También tengo otra historia con Laura Belloso, una guionista y productora ejecutiva navarra súper talentosa.
¿Y volverá a la comedia o abordará géneros distintos?
-No lo sé. Espero tocar diversos palos.
Desde que empezó, la televisión ha cambiado muchísimo; de hecho, vivimos en plena revolución de los formatos y la convencional ya no parece pintar tanto como antes.
-Sí, todo eso ha multiplicado las ventanas y a la gente que nos dedicamos a esto nos facilita la posibilidad de contar historias de manera distinta, con distinto nivel de riesgo y comercialidad. Está genial. Hay que buscar nuevas formas de contar historias, fíjate que ahora Facebook está buscando historias de 12 minutos...
Y la calidad se ha incrementado bastante en televisión.
-Bueno, yo reivindico absolutamente la televisión comercial que hemos hecho en los últimos 15 años. Hemos hecho grandes productos, es verdad que el cable facilita el trabajo porque tiene más tiempo y más presupuesto, pero defiendo proyectos de los últimos años que han estado casi siempre por encima de 20% de share. Hemos sido de los pocos países en los que los productos españoles estaban muy por encima de los productos de Estados Unidos, y eso no es nada habitual. No hay que olvidarlo.
Quizá el cine da más nombre.
-Sí, puede ser, pero es absurdo, porque el trabajo es exactamente el mismo, por no decir que el de la televisión es más difícil, porque construir historias que duren en el tiempo es incluso más complicado.
¿Y cómo lleva la tiranía de las audiencias?
-En el cine también pasa. Las taquillas siempre me han importado mucho. Lo que pasa es que hay que ser consciente de lo que se hace, porque hay productos para un público mayoritario y otros para colectivos más minoritarios, pero tampoco hay que obsesionarse. Aunque sí, la tiranía del dato es la misma, o al menos yo la he vivido así, en los dos medios. Lo que pasa es que en el caso de una película trabajas en ella, se estrena al tiempo y es entonces cuando te viene el dato, y en la televisión es mucho más kamikaze, porque estás trabajando y te viene la cifra. Tienes que convivir con eso todas las semanas y eso te genera una cierta obsesión que no se puede evitar.
Pero la audiencia ha tratado bien a Fernando González Molina.
-Sí, no me puedo quejar, y espero que siga tratándome bien. Pero es lo que digo, no quiero obsesionarme. Es mejor hacer cosas que te apetece contar y que gusten a la gente, porque si te obsesionas con hacer cosas que sean éxitos estás un poco condenado a pegártela.
¿Qué pasa con la ‘Trilogía de Baztan’, sigue involucrado en el proyecto?
-Sí, sí, totalmente. El acuerdo con Mediapro ya incluía mi trabajo en las dos películas que quedan de la Trilogía de Baztan, así que seguimos con el plan previsto, nunca he pensado en dejarlas. Rodaremos a partir de agosto las dos películas seguidas, así que estaremos hasta Navidad.