santiago de chile - El último superviviente del famoso trío de los grandes poetas chilenos, junto a Pablo Neruda y Vicente Huidobro, Nicanor Parra, que falleció ayer en Santiago a los 103 años de edad, fue un rompedor de los cánones tradicionales de la lírica con sus “artefactos” y su antipoesía. Hermano mayor de la legendaria folclorista Violeta Parra, Nicanor Parra nació el 5 de septiembre de 1914 en San Fabián de Alico (Chile), fue poeta y académico, además de matemático y físico, y sin duda uno de los grandes “antisistema” del universo lírico.
Creador de la llamada “antipoesía”, que revolucionó el lenguaje de los versos desafiando la tradición con el más crudo lenguaje cotidiano, en su obra se unen el realismo y el surrealismo, con un deseo de provocar y de libertad que le llevaron, por ejemplo, a no dar entrevistas con motivo de la concesión en 2011 del Premio Cervantes, porque para él toda pregunta era “una impertinencia”.
Admirado por Bob Dylan, Allen Ginsberg y Roberto Bolaño, Parra fue un devoto de clásicos como Cervantes, Shakespeare y Dante y, según confesó una vez a Efe, de Gonzalo de Berceo. En este último, Parra creyó encontrar un remoto referente de la antipoesía, pues utilizó “el lenguaje del pueblo” en su creación literaria. Ese es uno de los elementos principales de la poética de Parra, además de su temática, que pone al hombre común enfrentado a sus dilemas de la vida corriente.
La antipoesía es la poesía de lo cotidiano en su forma y en su fondo y Parra lo dejó en claro ya en 1954, cuando proclamó que “durante 50 años la poesía ha sido el paraíso del tonto solemne”. El hombre que definió su poesía como una montaña rusa donde quien se sube baja echando sangre por las narices fuelicenciado en Ciencias Exactas y Físicas por la Universidad de Chile, después se especializó en Mecánica Avanzada en la Universidad Brown de Rhode Island (Estados Unidos) y amplió su formación en la británica de Oxford.
Compaginó los versos con la enseñanza. En 1996 dejó sus clases de Mecánica Teórica, al cabo de una docencia de 51 años en la Universidad de Santiago de Chile, donde fundó el Instituto de Estudios Humanísticos de la Facultad de Ingeniería junto con otro poeta “todoterreno”, Enrique Lihn.
Apasionado defensor de la democracia, en 1988 participó en su país en el Frente Amplio de Intelectuales por el No, que se constituyó con motivo del plebiscito de reafirmación convocado por el general Augusto Pinochet para ese año.
Se dio a conocer al público español en 2001, con la exposición Artefactos visuales, que reunió 267 mordaces “trabajos prácticos”, un espacio de crítica a la etapa actual de consumo y globalización presentado en las capitales chilena y española con gran éxito. En su obra figuran títulos como Cancionero sin nombre (1937), Poemas y antipoemas (1954), La cuesta larga (1958), Versos de salón (1962), La camisa de fuerza (1968), Obra gruesa (1969), Antipoemas (1972), Artefactos (1972), Sermones y prédicas del Cristo de Elqui (1977), Coplas de Navidad (1983), Poesía política (1983), Hojas de Parra (1985), Páginas en blanco (2001), Lear Rey & Mendigo (2004), Obras completas I & algo + (2006) y Discursos de sobremesa (2006).
En 2009 dedicó a la muerte de Mario Benedetti el siguiente “artefacto” poético: “A lo más que se puede aspirar/Es a dejar dos o tres frases en órbita/Que yo sepa don Mario dejó al menos una:/La muerte y otras sorpresas// ¡Señor mío, la frasecita!”.
Entre los homenajes que se le ofrecieron en vida destacan el de la Sociedad de Autores y Compositores chilena, en 2000; o la exposición que el Centro Cultural del Palacio de La Moneda acogió en 2006 con el título de Obras Públicas, en cuya instalación “El pago de Chile” el poeta mostraba ahorcados a los 34 presidentes chilenos, incluidos Salvador Allende, Augusto Pinochet y Ricardo Lagos.
Sin duda, uno de los más importantes fue la celebración de su centenario, en 2014, cuando el Gobierno de Michelle Bachelet organizó varios días de festejos, entre los que destacaron el denominado Parrafraseo Nacional, una auténtica fiesta ciudadana convocada por el Consejo de la Cultura y las Artes.
Ha muerto Nicanor. No descansará en paz. Lo anticipó él mismo en 1985 (”Hojas de Parra”): “Claro - descansa en paz, y la humedad? Y el musgo? y el peso de la lápida? Y los sepultureros borrachos? Y los ladrones de maceteros? Y las ratas que roen los ataúdes?Y los malditos gusanos que se cuelan por todas partes haciéndonos imposible la muerte o les parece a ustedes que nosotros no nos damos cuenta de nada”.