Hace ya cinco temporadas que Paraíso (Premio Nacional de las Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud) puso en marcha en su sede de Abetxuko el centro KunArte, un proyecto de innovación artística dirigida a la ciudadanía más pequeña que a lo largo de este lustro no ha parado de crecer, poniendo en marcha, por ejemplo, su propio programa de residencias para creadores. En este marco, con la compañía alavesa se ha vuelto a encontrar dos décadas después de su primera colaboración Ieltxu Ortueta -fundador y responsable de Artefactos Bascos-, quien hoy y mañana cierra su estancia en la capital alavesa con dos representaciones de Flou, una “performance interactiva” pensada de manera especial para niños de 4 a 10 años.
En concreto, el público se encontrará con esta propuesta estrenada el año pasado en Brasil, y que ya se ha podido ver en Uruguay y Chile, tanto hoy como mañana a las 18.00 horas. “No le llamo espectáculo teatral porque no es narrativo. Además, no uso la palabra. Es un trabajo corporal que tampoco llega a ser danza. Es un juego”, apunta el artista bilbaíno, quien desde hace 14 años vive en el país carioca (los tres últimos, en Cunha, una ciudad rural del estado de São Paulo). En concreto, sobre una hoja de papel blanco de grandes dimensiones “empiezo a garabatear con carbón y, poco a poco, voy invitando a los niños a que empiecen a garabatear conmigo. Todo sin usar la palabra. Es una relación de cuerpo, de mirada, de juego” en el que también aparece el uso de los colores primarios. “Aquí, todo se puede. No doy instrucciones. Los niños hacen cualquier cosa en el aquí y en el ahora, sin preocuparse de qué van a hacer después ni por qué hacen lo que hacen. El pintar para ellos es algo que les entusiasma. Es una forma de expresarse y descubrir”.
Ortueta recuerda que “antes del estreno estuve un año de trabajo en este proyecto y al principio tenía más control sobre lo que pasaba, o lo intentaba; pero me gusta confiar en la relación que se da con los niños, que es muy pura, directa y radical”, espectadores que “son bastante performers. El niño no representa, se propone y hace, acciona cosas. No hace un personaje. Y ese espacio de creación conjunta me interesa mucho”, más allá de que eso se traduzca en una propuesta escénica “con una estructura un tanto anárquica”. De todas formas, no todo es pintar. También se interviene sobre el lienzo cuando deja de ser blanco para componer figuras tal vez imposibles, tal vez reales.
Las dos representaciones, que también contarán con un taller cada uno de los dos mediodías también con el garabato como reclamo, serán el broche a la residencia llevaba a cabo por Artefactos Bascos dentro de KunArte, un periodo de investigación y reflexión en el que el artista bilbaíno ha seguido profundizando en un laboratorio que está llevando a cabo en Cunha sobre experiencias performativas y artísticas con niños del medio rural, un proyecto que cuenta con el apoyo público del estado de São Paulo. “Han salido cosas interesantes y tal vez, un espectáculo, pero ya veremos” sonríe.
Eso ya llegará. Lo inmediato son las dos citas que tiene con el público en una capital alavesa que Ortueta conoce bien, no sólo por el trabajo desarrollado hace 20 años y ahora con Paraíso, sino porque aquí desarrolló sus estudios universitarios, formando parte de la primera promoción de Historia del Arte.