Tras cinco intensas jornadas al pie del cañón, el buque insignia de la cultura vasca levó ayer el ancla y zarpó para dejar atrás el Landako Gunea. La 52ª edición de la Azoka de Durango clausuró definitivamente sus puertas con la sensación de haber superado las expectativas iniciales, un desafío que cada año parece más difícil. Según las primeras estimaciones, más de 110.000 personas han aterrizado durante esta semana en el universo de la creatividad -el eslogan escogido para esta ocasión- y han explorado la ingente oferta que proponía la programación: 240 estands a pleno rendimiento, 400 novedades sobre los mostradores y más de 200 actividades que han vuelto a convertir a la localidad vizcaina en el epicentro cultural de Euskal Herria por unos días.
Los miles de asistentes a la Azoka no han dudado en echarse la mano a la cartera para adquirir los productos que se ofertaban y así lo atestiguan los primeros cálculos que se han dado a conocer. Según la organización, los cinco días de feria han generado un impacto económico de 7,2 millones de euros, una cifra considerable que no solo se ha notado en el interior del Landako Gunea, sino también en los comercios de alrededor. “Es un dato importante que demuestra que invertir en la cultura vasca merece la pena”, subrayaban ayer los organizadores.
El calendario se ha convertido en un factor clave para aguantar el tirón de años anteriores y reafirmar a la Azoka como la cita anual por autonomasia con la cultura vasca. Dos festividades, el puente entre ellas y el fin de semana como colofón han hecho posible una asistencia más regular que en otras ocasiones, una apreciación en la que ayer coincidían los organizadores y los encargados de los estands. “Normalmente el número de visitantes es mucho más irregular; en esta edición hemos visto una afluencia de gente más equilibrada a lo largo de los días”, apuntaba Antxiñe Mendizabal, del puesto de Elkar.
En cualquier caso, las estadísticas provisionales sitúan el día de la inauguración como el más concurrido, mientras que la jornada de ayer fue la más floja en términos cuantitativos. Este año el Ikasle Eguna, el día dedicado preferentemente a los estudiantes, ha resultado más descafeinado que de costumbre al trasladarse a la segunda jornada, coincidiendo con el puente en muchos centros, algo que ha reforzado la influencia de los alumnos procedentes de Iparralde. No obstante, en la organización se mostraban ayer optimistas y empeñados en mantener la cita con los escolares para asegurar la transmisión cultural entre generaciones.
Unas horas antes de que el recinto cerrara sus puertas, las sensaciones entre los responsables de los puestos eran claramente positivas. La mayoría de ellos daban por hecho que al menos se ha igualado la facturación de la edición de 2016; algunos apuntaban incluso más alto y preveían un leve incremento. Es el caso, por ejemplo, de la editorial Txalaparta. “Hemos notado un ligero crecimiento y, además, las ventas han estado bastante repartidas”, comentaba Jon Jiménez al otro lado del mostrador. En sus estands, algunos de los títulos más demandados han sido La izquierda abertzale acertó, de Raul Zelik, o Memorias de Lacalle, de Joxe Lacalle.
En el terreno musical, las novedades del sector han tenido una excelente acogida. Los trabajos recién publicados de Mikel Urdangarin, Delorean y Rafa Rueda han escalado hasta lo más alto del ranking, aunque también ha habido espacio para los clásicos. “Las colecciones de Benito Lertxundi y Mikel Laboa siempre arrasan”, afirmaba Ángel Valdés, de Elkar, quien se mostraba gratamente sorprendido de que los jóvenes también se lancen a por los discos de históricos de la canción vasca.
Además de descubrir las novedades literarias y musicales, la Azoka también sirve para conocer en persona a sus creadores. Toti Martínez de Lezea, Zea Mays o Berri Txarrak han generado largas colas para conseguir una rúbrica en sus respectivos trabajos. Otros, en cambio, no han ocasionado tales aglomeraciones, pero han recibido igualmente el cariño de sus seguidores. Una de ellas es la escritora Alazne Díez Muñiz, que presentaba La memoria, herida abierta. Para ella, esta era su primera edición como firmante. “Es mi primer año al otro lado del estand y me alegra comprobar que esto, más allá de un mercado, es un punto de encuentro con los lectores”, se congratulaba.
MIRANDO HACIA 2018 Una vez concluida la 52ª edición de la Azoka, la industria cultural vasca ya trabaja sin descanso para afrontar la del año que viene, que se celebrará entre el 5 y el 9 de diciembre. La cita de 2018 volverá a convertirse en una oportunidad inexcusable para disfrutar de un sector que genera riqueza, identidad y orgullo. La cuenta atrás ya ha comenzado.