cualquier festividad que se precie en el calendario anual tiene aparejada la presencia de evidentes signos que preanuncian la llegada de tales conmemoraciones, que en el caso de las Navidades despliega cohorte de señales palmarias de que estamos en antesala de fiestas entrañables, depresivas, consumistas en tiempo de cotidiano vivir apresurado. El sorteo extraordinario de Navidad mueve millones de euros que en buena parte vuelven a los ciudadanos que dedicaron dinero a la compra de décimo o participación de un número de los miles que duermen en el bombo de la suerte, que el personal añora y algunos disfrutan. Como toda actividad o producto en la sociedad de consumo, la lotería también tiene el empuje de la publi que llena los días previos al sorteo, el 22 de diciembre, que amanece con el sonsonete cantarín de niños/as de San Ildefonso. El ONLAE gestiona la actividad de las loterías semanales y en especial la de Navidad y para ello dispone desde hace casi una década la contratación de un prestigioso director para construir el spot de la lotería navideña. En la historia de estos anuncios loteros tenemos desde hallazgos excelentes, como el calvo de la lotería hasta algún fracaso estrepitoso; la edición de este año presenta un excelente spot que partiendo de un corto se desdobla en anuncios con la historia de suerte y amor entre un terrícola y una princesa sideral. Amenábar ha construido una historia de película con presentación, nudo y desenlace y el resultado del esfuerzo creativo es una narración de Navidad que se repite y que gusta como prueba evidente de que un reclamo publicitario puede ir más allá de la simple incitación a la compra. Deliciosa substancia narrativa en manos de un director consagrado y capaz de contar con la cámara, luz e intérpretes una historia que se ve con los ojos y se siente con el corazón.
- Multimedia
- Servicios
- Participación