Vitoria - Son muchas las miradas que siempre están puestas en Berri Txarrak. Ahora, el grupo de Lekunberri vuelve a la carga. Gorka Urbizu y compañía desgranarán sus nuevos temas este jueves 30 a las 18.30 horas en la librería Elkar.
Este disco, ‘Infrasoinuak’, en general, nos presenta al Gorka más metafórico de Berri Txarrak, y mira que era de metáforas. Y no solo eso, sino que el álbum arranca casi con el guion de una película apocalíptica.
-Siempre he sido de metáforas. Le doy mucha importancia a cómo arranca un disco, esas primeras frases, que en esta ocasión digo hasta mi nombre...
Me llamo Gorka...
-Sí, justo antes del riff y de que entre toda la banda. Me gustaba esa idea, en contraposición de lo que cuento, que es algo hipotético que, aunque no sucede ahora mismo, es una metáfora de lo que está pasando. “Es lunes y me llamo Gorka” es una forma de remarcar lo que está pasando. La figura que me gustaba aquí era la inacción, representada por la gente con la oreja pegada a la vía del tren, esperando a ver si viene alguien a por nosotros. Es una idea a la que también he dado vueltas en discos anteriores. Es una canción rara... Me acuerdo que, hablando con Bill Stevenson, le preguntamos cuál pondría él de single. Y nos dijo: “Los singles son esta, esta y esta; pero mis canciones preferidas son Dardararen bat (la primera) y Zorionaren lobbya (la última)”. Y estamos bastante de acuerdo. Si te fijas, en los discos de Berri, la primera canción nunca es el hit single. De hecho, son temas que casi siempre acabamos no tocando en directo, no sé por qué. Son canciones un poco especiales, no de las que hacen que un disco te enganche a la primera. Y con esta creo que va a pasar algo parecido. No me gusta arrancar con la más fácil o la más quedona.
Lo que sí estaba claro es que ‘Spoiler’ tenía que ser uno de los singles.
-Spoiler podía recordar al disco popero del Denbora, y no nos apetecía que la primera impresión del nuevo disco pareciera una continuación, porque cuando sacas un disco lo que intentas es no repetirte, aunque es verdad que en este álbum han fluido casi todos los elementos que se conjugan en Berri. En el anterior, también, pero fue más premeditado, un juego; en este ha sido más espontáneo. Eso sí, me hubiera hecho otro triple más a gusto que el copón, y se lo dije a la banda, pero no era cuestión de repetirse.
Podía haber hecho algo parecido a Calamaro, que pasó de un doble a un quíntuple...
-Eso son palabras mayores (risas). Pero Denbora me vino muy bien porque, al separar por estilos, fue más fácil de componer. De hecho, nos ha costado hacer más estas 10 canciones que las 20 anteriores, aunque dé la impresión que es más convencional... Pero creo que son buenas canciones, y nos ha costado; es más, hubo una intentona de hacer el disco antes, a principios de 2016, y lo atrasamos. De la experiencia anterior (Denbora) pienso que salimos bien parados, con este trabajo el marrón era: ¿qué hacemos ahora? Pero, al final, somos el mismo grupo y salen unas canciones más cañeras y otras menos. Tendríamos que hacer el esfuerzo de escucharlo sin tener en cuenta el anterior; esa gente que nos descubrirá con este álbum, ¿qué imagen tendrá? La perspectiva, por ejemplo, sería muy diferente si saltaríamos del Haria a este. Pero inevitablemente, la gente lo va a comparar y una de las conclusiones obvias es que se trata de un disco más convencional, pero no por eso ha costado menos. Detrás de lo sencillo, está lo más difícil.
De la terna anterior de productores (Bill Stevenson, Ross Robinson y Ricky Falkner) se han quedado con Stevenson. Más que elegirlo, él se ofreció...
-Sí, fue la chispa que nos hizo ponernos con el disco tras ese primer intento. Y de eso ahora hace justo un año. Estábamos en Sudamérica, tocando con Descendents, y nos veía todas las noches en el escenario, percibió la energía de la banda y, al acabar la gira con ellos, en los camerinos, vino y nos dijo: “Tengo 54 años, ahora estoy tocando, la producción la tengo un poco abandonada y solo hago dos o tres discos al año, e intento elegir lo que me gusta”. A pesar de ser el mismo productor, con Denbora le forzamos a grabar a nuestra forma, con la idea de punk rock, en siete días, tocando todos a la vez, canciones cortas y cero producción. Y ellos nunca habían hecho eso, porque son punk tocando pero muy meticulosos grabando. Y en esta ocasión hemos grabado a su manera, que es muy perfeccionista. Es un tío increíble, es como un ser musical superior. Los Descendents dan la imagen de niños grandes, y no se les respeta lo que merecen, pero es que su primer disco es del 78. Dave Grohol dice de ellos que si hubieran nacido en los 90, estarían viviendo en mansiones, pero como fueron los inventores... salieron 15 años antes de que explotara esta historia. Se les llama los Beach Boys del punk rock porque Bill tiene una visión melódica increíble, siempre aporta ideas.
Lo interesante es que esta vez, Stevenson no se ha encontrado solo con la cara punk rock de Berri, sino todas ellas, de lo más thrash a los más pop, pero lo bueno es que le ha dado el hilo conductor de la melodía.
-El otro día comentaba Galder que le parecía el disco más popero de Berri (risas)... ¡y hay de todo! Pero es que la melodía es marca de la casa, y a veces la distorsión no te deja ver el bosque. Nosotros íbamos con un poco de prejuicio por lo que apuntas, todas las producciones de Bill suenan de puta madre pero quizá son demasiado estandard. Y si tú haces doce canciones de ese palo, tipo Rage against, sabes que va a sonar a eso y que va a estar muy bien, pero nosotros íbamos con canciones que de una a otra cambiaban de registro. Y no sabíamos si iba a capar todos esos matices, pero ha sido todo lo contrario, porque vio que había color. Trabajamos canción por canción, pensando en qué necesitaba cada una de ellas. Por ejemplo, yo tenía seis cabezales y cuatro pantallas diferentes para ir combinando y encontrar el sonido adecuado...
Siguiendo con los temas, llegamos a ‘Zuri’.
El sistema se ha perfeccionado tanto que, ahora mismo, ni siquiera necesitan la violencia explícita para metérnosla doblada. Lo hacen con una sonrisa, pero con el convencimiento de que hemos asumido sus argumentos hasta, y si no te riges por ellos, no eres democrático o te estás saltando la ley; algo que ellos hacen de forma reiterada.
-Así es. Estoy bastante de acuerdo conmigo mismo (risas). Es un tema que habla de cómo nos han hecho asimilar el racismo. Parece como si la extrema derecha fuera la defensora de la democracia y la libertad, de todo ese tipo de palabras grandes. Me da bastante miedo el cariz que están tomando algunos temas. Tras años de lucha, das cosas por hechas, como superadas, y ahora hay una involución terrible, una regresión, sobre todo en los jóvenes, que es lo que más me llama la atención.
‘Infrasoinuak’, ¿corremos pero sin saber hacia dónde?
-Sí, hago como una lista, al principio de la canción, de todos los sitios donde veo que hay infrasonidos o señales de alarma que no vemos o que no nos interesa hacer caso, bajo la premisa de que yo no estoy tan mal, una idea insolidaria en la que todos caemos, yo el primero. También hablo de las contradicciones en este tema. Pero, ojo, si algo creo que no hace Berri es dar lecciones, y yo el último, o por lo menos es lo que intento evitar.
De hecho, en este disco es muy directo en este sentido, llega a preguntar al oyente, “¿y tú que opinas?”
-Un grupo no es una atalaya para dar doctrina, espero que nadie nos tome así. También es cierto que algunos me llegan a decir: “¡No entiendo nada de lo que dices!” (Risas). Pero es que tienes 3 minutos para explicar algo, llevas nueve discos y tienes la sensación de que has dicho muchas cosas y no quieres caer en la obviedad o el maniqueísmo. Y la realidad es compleja, no es que haga metáforas para quedar guay, no, esa complejidad se refleja en las canciones: ¡yo no te voy a decir lo que tienes que hacer o pensar! Y tampoco son canciones ambiguas, simplemente es que no yo tengo las respuestas, solo mando un globo sonda dentro de una canción para que te plantees cosas que yo me he preguntado. Las respuestas habrá que elaborarlas entre todos, y probablemente no lleguemos a nada...
De nuevo vuelve la mirada a una de las mayores adicciones del siglo XXI, el móvil, al que califica de caballo de Troya, ¿por qué?
-Es una máquina de fuegos artificiales, de despistarnos. Nos hemos convertido casi en nuestros propios vigilantes.
Unos cuantos seguidores de Berri, sobre todo los que ya se manejan entre el tres y el cuatro, se mantienen firmes en su lado más duro del grupo, pero luego, de tapadillo, a estas canciones les dan vueltas y vueltas.
-Por lo bajini (risas). Yo lo he visto en redes sociales. Primera reacción: “Wtf!”. Segunda: “Ummm”. Tercera: “Eeeeeeh”. Cuarta: “¡Aaaah, cómo mola!”. Pero también habrá gente que odie estos temas. El otro día leí una entrevista a Vetusta Morla y decía que con todos los discos hay gente que se sube y que se baja. Y eso está guay, porque significa que la banda está viva.
Con ‘Zaldi zauritua’ (‘Caballo herido’) nos damos de lleno con una canción de amor en toda regla, algo bastante extraño en Berri, pero claro, no podía poner un título ‘ad hoc’...
-Y eso me lo dice el que lleva un yin yang tatuado (risas). Es jodido encontrar canciones de amor en Berri, sí, pero es cuestión de talento. Hacer una buena canción de amor es mucho más complicado que una de desamor porque estas, si estás en ese proceso de desamor, te salen más fácil. Berri Txarrak siempre ha sido rabia, tristeza y ese tipo de cosas, así que cuando tienes un tema de buen rollo, no cae en el tópico y no es una canción ligera, mola un huevo.
De hecho, en esta canción, lo obvio es que ella sea una persona, pero también puede ser la música, la noche...
-Sí (risas). Me gusta que cada uno saque sus conclusiones. Cuántas canciones de Berri en las que la gente me ha dicho que no sabe si estoy hablando de política o de amor, pero es que, a veces, casi es lo mismo, hay muchos puntos en común. Puede sonar a cliché, pero la canción la termina el oyente. Mi jefe es el público. Este es un oficio un poco raro, porque no piensas en él, en el sentido de darle lo que quiere a la boca, pero, a la vez, sabes que si no hay oyente, no hay canción.
Por otra parte, es uno de los discos de Berri Txarrak en el que más ‘ellas’ hay...
-No sé... Tú haces temas, luego te toca explicarlos y es cuando sacas conclusiones. Lo que tiene hacer una entrevista antes de que salga el disco que no sabes qué coño va a decir el público... Luego igual resulta que hay quórum, y dices, vale; quizá no lo has hecho a conciencia, pero es así. O todo lo contrario. Eso sí, exceptuando el anterior, en cuanto al estilo, nosotros no hacemos una reunión para ver qué tipo de disco vamos a hacer ahora. De momento, mi conclusión es que un disco de Berri, en 2017, con canciones que han salido de dentro, sin tanto juego estilístico.
¿Cómo han planteado el arranque de la gira de ‘Infrasoinuak’?
-Arrancamos la gira a finales de enero de 2018 en Seúl, hacemos tres en Corea del Sur, luego China, aunque todavía está sin confirmar, Tailandia y Hong Kong, aunque pueden salir más en Asia. De ahí saltamos a Australia, que es la primera vez que tocamos allí, donde haremos un concierto con Rise Against, y otros cinco en solitario. Es probable que de Australia vayamos a Indonesia y Japón.
Y por aquí, ¿cuándo tocan?
-De momento, haremos tres fechas: Madrid (La Riviera), 14 de abril; Barcelona (Razzmatazz 1, la grande, que nunca la hemos hecho), 10 de marzo; y Bilbao (BEC, 17 marzo). Es una apuesta.
Es un cambio de estrategia total, solo tres fechas en el Estado y en grandes espacios.
-Nos ha pasado, y estamos muy felices por ello, que en la última gira se agotaban las entradas casi con un mes de antelación. Y aquí han sido sold out todos los bolos, haciendo varias citas además. Haces eso, se acaban las fechas, y todo el mundo enfadado. Así que, lo que hemos pensado para la próxima gira es apostar por aforos más grandes, pero intentando que sean conciertos especiales. Solo tres porque luego la gira seguirá: estos tres serán las actuaciones de presentación de Infrasoinuak. Es un poco radical la estrategia pero pensamos que era el momento y había que probar, igual nos damos la hostia... Eso no quita para que yo toque súper a gusto en salas de entre 500 y 2.000, y no digo que no vayamos a tocar en esos escenarios, porque la gira seguirá. El Sonorama (en agosto pasado) fue nuestro último concierto (en el Estado) y el siguiente será en marzo, creo que ha pasado un tiempo, la gente estará con ganas y hay un disco n uevo. Aunque, por supuesto, hay que ver cómo reaccionan ante las nuevas canciones.
Grupo navarro... Pero, la presentación del disco a los medios se hace hoy en Bilbao y el concierto en el BEC. Ahí lo dejo...
-Ya, ya, ya. Grupo de Lekun (Lekunberri), grupo navarro... (risas). Se barajaron otras ciudades, incluida Iruña, pero no veíamos un espacio con el aforo adecuado para lo que queríamos hacer ahora, veremos si más adelante es posible, ha sido simplemente por logística.