Desde que era un niño tuvo un gusto especial por la fotografía, pero no fue hasta 2009 cuando compró su primera cámara réflex. Oskar Manso (Gasteiz, 1975) dio sus primeros pasos en la asociación AlavaVisión, y sus trabajos más tempranos estuvieron centrados en el paisaje, hasta comenzó a enfocar su objetivo a los retratos. El pasado año se alzó como mejor fotógrafo vasco al ganar los premios Argizaiola y, hace tan solo unos meses, recibió la mención de Honor en la categoría Desnudo en el IPA (Internacional Photography Awards).
Ha ganado el Premio de Honor en el Concurso Nacional Indalecio Ojanguren a la mejor colección, pero ha recibido otros muchos antes. ¿Le suponen esos reconocimientos un impulso profesional?
-Lo primero de todo me suponen una gran sorpresa porque sé el enorme nivel que hay en ciertos concursos, y yo siempre veo alguna pega en mis fotos. La fotografía es una afición y mi “droga”, ya que cuando estoy en pleno proceso me evado de todo y dejo volar la imaginación.
Asegura que le gusta la fotografía desde siempre pero, ¿qué le llevó a conocerla tan en profundidad?
-Fue a raíz de ganar un concurso en el programa Teknopolis de la ETB-1 con una fotografía sacada con una cámara compacta a mi hijo en el Aquarium de Donostia. Entonces me compré una réflex y empecé a leer libros, revistas y descubrí Flickr. Ahí conocí a Marige, una bellísima persona que me dio a conocer la Asociación cultural AlavaVisión, de la cual soy socio desde hace ya siete años. Allí aprendí mucho. Empecé realizando paisajes pero, poco a poco, me di cuenta que lo mío era el retrato. También me encanta el cine, y creo que eso se puede ver reflejado en parte de mis fotografías.
¿Cree que la técnica y la iluminación es lo que define a una imagen?
-Evidentemente la técnica es fundamental para tomar una buena fotografía, pero la luz para mí lo es todo en este arte, bien sea artificial o natural. Sin embargo, bajo mi punto de vista, influyen otros factores más importantes para definir una imagen y que no están en ningún libro. Uno de ellos es el ojo del fotógrafo. Para mí es fundamental conseguir transmitir al espectador, que cuando vea una foto mía le sugiera alguna emoción (alegría, tristeza, miedo, nostalgia?) pudiendo una misma instantánea transmitir cosas diferentes a distintas personas. Ahí es donde radica el que una foto sea buena, acompañada por supuesto de un mínimo de técnica. No por tener la mejor cámara del mundo vas a hacer mejores fotos.
En una entrevista nombró a Chema Madoz y Annie Leibovitz como sus referentes, pero Madoz se centra más en los objetos y Leibovitz en los retratos. ¿Cree que son más complicados los retratos?
-Cada uno tiene su estilo pero no me centro en ellos para realizar fotografías. Creo que es un error intentar hacer algo que hace otro; lo que sí sirve es ver tanto sus instantáneas como las de otros muchos artistas no tan reconocidos. Cuando estás empezando sí que viene bien intentar hacer algo similar para ir aprendiendo pero, cuando ya llevas un tiempo, tienes que buscar tu propio estilo. Para mí no hay nada más gratificante que el hecho de que alguien vea una foto mía sin saber que lo es y digan: esta foto es de Oskar Manso. Personalmente prefiero trabajar con personas. Desde hace un año me he centrado en gente más cercana y no en modelos, porque me es más fácil llegar a esa conexión entre fotógrafo y fotografiado y lograr transmitir emociones.
Entre esa gente cercana destaca su hijo, ¿ha sido él quien le impulsó a dedicarle más tiempo a esta disciplina?
-Seguramente sí. ¿Qué mejor que unir mis dos pasiones, mi hijo y la fotografía? Realmente desde que nació es cuando empecé a no parar de retratarlo para inmortalizar esos momentos tan felices. Hay una frase que leí por ahí y que me encanta que dice: Si un fotógrafo se enamora de ti, jamás morirás. Le hacía muchísimas fotos y ahora siempre que puedo intento convencerle para que pose, pero cada vez es más difícil, ¡tiene 13 años ya!
¿Cuál es la fotografía a la que le ha dedicado más tiempo?
-Para mí el tiempo en llevar a cabo una instantánea arranca cuando la cabeza empieza a funcionar en busca de ideas. Quizás a la que más tiempo le he dedicado es a la titulada Al otro lado, ganadora del Argizaiola 2016 -trofeo al mejor fotógrafo vasco del año otorgado por la Federación Vasca de Fotografía-. Me lo tome con calma y cuando pude me fui a San Juan de Gaztelugatxe para fotografiar un acantilado del islote, al cabo de un tiempo me fui a Zumaia para capturar otro acantilado en los flysch y, finalmente, un cielo nublado de Zarautz, todo esto para envolver a una foto que ya tenía tomada de mi hijo bajo una farola. Jamás pensé que ese fotomontaje iba a tener tanto éxito.
En muchas de sus instantáneas opta por el blanco y negro. ¿Qué le aporta a la imagen la ausencia de colores?
-El blanco y negro tiene algo que no tiene el color, y es que es atemporal. Te puede transportar a un viaje en el tiempo y para mostrar cierto misterio es ideal. Para mí es más fácil de trabajar que el color, que lo veo sumamente difícil. Para otros, en cambio, es al revés, pero va por etapas, últimamente estoy haciendo casi todo en color.
¿Qué ofrece la fotografía a diferencia de otras disciplinas artísticas?
-Particularmente, que puedo realizarla en cualquier momento. Asimismo, me ofrece la libertad de crear escenas, momentos, “irme de la olla” y construir lo que tengo en la mente. Creo que en mis imágenes cuento muchas cosas de mí de alguna manera. A diferencia de otras disciplinas, una fotografía siempre perdurará en el tiempo.
¿Alguna vez ha pensado en combinar la fotografía con otro medio visual o de audio?
-Lo he llegado a pensar, concretamente con el vídeo, que de hecho es lo que estuve a punto de estudiar en su día, pero lo he descartado por falta de tiempo para empezar a aprender otro medio. Además, creo que con la fotografía nunca dejas de aprender.
¿Qué opinión le merece el Photoshop? ¿dónde cree que está el límite en su uso?
-Tenemos a nuestro alcance esa potente herramienta, entonces, ¿por qué no usarla? Por otro lado, yo diferenciaría a los fotógrafos de los creadores de imágenes. Hay gente que usa el Photoshop hasta límites insospechados y que son verdaderos artistas en ese arte, pero no lo veo como tal. Quizás lo englobaría en una rama dentro de la fotografía pero diferenciaría ambas cosas. También se encuentran los puristas, que si tocas algo de iluminación o tonalidades, o quitas algún detalle como una bolsa de plástico de una esquina de la foto, opinan que ya has hecho trampa. Y creo tampoco es eso: todo en su justa medida, ¡y lo digo yo que gane el Argizaiola con un montaje!