Pregunta con trampa: ¿es más interesante -culturalmente hablando- una película, una pintura, un cómic, un novela, una escultura? o un videojuego? Trampa porque dicha pregunta no se puede responder correctamente respetando las claves en las que está formulada. Pues ningún medio es, per se, más interesante que otro. Dependerá del artista, del creador, del escritor, del dibujante? que esté detrás de una obra concreta. De su autor o autores. Pero en un mundo actual en el que el éxito de un producto -sea película, cómic o videojuego- se mide únicamente por la capacidad de éste para generar dividendos económicos, se apuesta por apoyar los medios que mueven más dinero. Aunque dicho producto -culturalmente hablando- sea, hablando en plata, una basura.
Leíamos el otro día en los medios que “el Gobierno Vasco invertirá 500.000 euros en proyectos para impulsar la cultura en Álava gracias a un acuerdo con la Diputación Foral y el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz”. En principio, parece una buena noticia. Seguíamos leyendo: “el objetivo de este proyecto es dar un nuevo impulso a la cultura en Álava, y para ello se ha trabajado de manera exhaustiva entre las tres instituciones con el fin de identificar las iniciativas que podían resultar más interesantes”. Pero -ahora viene el pero- del medio millón de euros, 300.000 van destinados a apoyar al sector del videojuego. No hay más información al respecto. ¿A quién se dirige esa ayuda? ¿Quizá a generar algún videojuego relacionado con el fútbol o basket vitoriano? Misterio. Ironizo, pero todo es posible. En la información sobre el resto de las ayudas podemos leer los nombres de las empresas, colectivos, destinatarios. En la de los videojuegos, no.
Se apoya a un medio en concreto. Bajo el apartado Apoyo al tejido profesional creativo y cultural en Álava. En ese mismo capítulo se destina 35.000 euros a los jóvenes artistas para que se incorporen al mercado laboral. ¿Darán ayudas a cuatro artistas a razón de 500 euros al mes durante un año mientras buscan curro? Mejor les saldría solicitar la RGI. ¿No hubiera sido preferible para la cultura alavesa invertir 300.000 euros en ellos -trabajen en el medio en el que trabajen- y 35.000 destinarlos a la industria de los videojuegos?
Sin cultura seríamos como el protagonista de El pequeño salvaje de Truffaut: Víctor, un niño encontrado en el bosque -lugar en el que había vivido toda su niñez- que posee un comportamiento totalmente animal. Como los peces que no son conscientes del líquido elemento que les rodea, nosotros no somos sabedores de que vivimos, nos relacionamos y hemos construido esta civilización gracias a la cultura. A menos cultura, más bestias somos. Por eso es fundamental que desde nuestras instituciones se apoye, se incentive, la producción y difusión de propuestas de interés cultural real. Ojalá esos 500.000 euros fueran destinados a ese propósito.