No lo había pensado así pero que hay quien le ha puesto sobre la mesa el hecho de que sus dos anteriores novelas (Un poco de paz y Tangomán) y su última propuesta narrativa, De temblores, conforman una trilogía temática con la comunicación como eje vertebrador, más allá de que en cada título se hable desde enfoques distintos. “No había caído en ello, pero puede ser”, apunta Kepa Murua, que por un momento deja la poesía para volver a un camino que, desde el principio, ha recorrido con la editorial El Desvelo.
En este caso, el escritor presenta una historia en la que se habla “de relaciones entre hombres y mujeres, de gente que está necesitada o que quiere buscar el amor, de personas que en el fondo se guían por el deseo y, por eso mismo, en la novela se habla de relaciones tristes, amargas”, apunta el autor, quien asume que en ocasiones “pese a la buena intención, a veces generamos mucho dolor en los sentimientos”.
Para componer ese relato, se sirve de la figura de un escritor que va contando en voz alta sus experiencias en el pasado y en el presente, “así como las que puede intuir del futuro, sólo que, finalmente, se va dando cuenta de que con el paso del tiempo su soledad es mayor”. Con todo, Murua describe que De temblores “no es una novela de soledad, aunque los personajes se queden solos. Son personajes que viven, aman, abrazan, tienen sexo, encuentros y se odian hasta que se quedan solos por un problema de incomunicación”.
Desde ese cosquilleo que una persona siente cuando inicia una relación -“que luego se va diluyendo con decepciones o con algún que otro éxito”- arranca una propuesta en la que el amor muestra también su otra cara, igual que la comunicación o el deseo, un juego de espejos en el que “todo el mundo busca algo, aunque al final no lo encuentra y se va quedando solo”, dice Murua, quien comenta que ese relato vital se va construyendo a través de las páginas con diálogos estructurados “con un minimalismo muy acertado porque entre medio no hay ruido, no hay envoltorio”.
Ahora, de todas formas, el libro está ya en otras manos. Hace unos días tocó la presentación en Gasteiz. La próxima semana habrá la correspondiente parada en Rentería. Luego seguirán otros encuentros, donde tal vez repetir las sensaciones de la capital alavesa: “funcionó muy bien porque hubo un público diferente y eso me motiva mucho”. Con todo, el escritor asume que para las cuestiones promocionales “me quedo en manos del editor; El Desvelo, salvando las distancias, me recuerda a Bassarai [su proyecto editorial en Vitoria]. Me da mucha libertad y no puedo estar más que agradecido”.
Consciente de que “soy un autor que poco a poco va haciendo una obra importante” tanto en la poesía como en la novela y el ensayo, el autor mira al futuro más próximo con la necesidad de descansar. “La narrativa me deja exhausto. Vives con los personajes de manera permanente y el desdoblamiento que exige y la observación que requiere es increíble”, así que “ahora quiero leer, que para un escritor es también parte del trabajo”.