Vitoria-Gasteiz, como hemos señalado en esta columna hasta aburrir -y aburrirnos- es una ciudad que en material cultural apuesta ciegamente por los festivales. Recordemos que la palabra festival etimológicamente proviene del vocablo fiesta. Podríamos inferir, por lo tanto, lo siguiente: en nuestra ciudad pensamos que las manifestaciones culturales tienen que ser festivas. Y no nos alejaríamos mucho de la realidad. Es obvio que una ciudad necesita de ferias, festivales, fiestas? pero también necesita de una cultura que genere pensamiento. Y también de otra cultura que genere industria. Si los presupuestos en materia de cultura de nuestras instituciones se dividieran en tres partes (un tercio para lo festivo, otro para el apoyo a las industrias culturales y una tercera para esa cultura que tiene que ver con la reflexión) sería una buena noticia para todos los que formamos parte de esta comunidad. Pero no es así. Digamos que en un noventa por ciento se dirige hacia lo festivo, celebrativo? y el diez por ciento sobrante se repartiría entre las otras dos partes restantes. Sólo cuando a nuestras instituciones locales les parece que les sobra el dinero se animan entonces a “tirarlo” costeando algún festi pues asocian fiesta con cultura. Después ya dirán que lo “tirado” revierte en los hosteleros. En este país siempre ha sido así: se piensa que la cultura es algo superfluo. Repetir hasta la saciedad que es un sector que genera en nuestro país más porcentaje de Producto Interior Bruto que la agricultura no sirve para nada pues los que nos gobiernan se han educado bajo ese concepto erróneo de la cultura: que es un gasto inútil.

Asumido lo anterior, la gente de la cultura de nuestra ciudad asume que para poner en marcha un proyecto respaldado por nuestras instituciones el título de este tiene que ir encabezado por “Festival”. Si no, dicho proyecto puede que no vea la luz. Pero algunos buscan colar un caballo de Troya. Rizan un poco el rizo para incluir en su proyecto algo de esa tercera pata tan desatendida de la que hemos hablado antes: la que tiene que ver con la transmisión de conocimiento. Y con la educación, formación? Pues nos educamos y educamos a través de la cultura. Somos educadores y educandos. O debería ser así para que esta sociedad avance.

Zakatumba es un joven festival que se despliega durante la festiva fiesta (valga la redundancia) de Hallowen. Esa celebración que nació hace tres milenios en el mundo celta portando una raíz ceremonial y que en la actualidad se ha convertido en una chufla: salir disfrazados por las calles para reírnos de la muerte mientras bebemos hasta olvidarnos de ella. Esta segunda edición del festival Zakatumba quiere tratar el fenómeno de la muerte más allá de lo meramente festivo. Y así desde varios medios artísticos (música, ilustración, teatro, literatura...) se busca arrojar una mirada al tema más trascendental de la vida: la muerte.