La naturaleza tiene sus ritmos. La literatura también. No todo es inmediato, ni debe serlo. Por eso, aunque Tentación botánica se empieza a encontrar ahora con los lectores, cuenta ya con un reconocido recorrido que arrancó en noviembre del año pasado cuando el último poemario de Elisa Rueda se hizo con la decimoctava edición del Premio Paul Beckett de Poesía. “Me llamaron a las diez y media de la noche para decírmelo; venía de un recital y me entraron ganas de gritar, pero a esas horas...”. De aquel primer momento se pasó a la emoción vivida en la entrega del galardón, un multitudinario acto celebrado en Madrid a finales de marzo, una cita solemne y compartida con no pocos artistas y escritores que quisieron conocer de primera mano a la autora y profesora.

Ahora toca dar un nuevo paso. “El libro ya no es mío”. Los lectores toman la palabra. Y aunque a lo largo del pasado mes de agosto Rueda estuvo en México presentando el poemario -además de participar en no pocos encuentros y charlas-, este viernes Tentación botánica se pondrá de largo a partir de las 19.30 horas en el Aula Fundación Vital (Dendaraba). Será en un acto gratuito en el que, por supuesto, la creadora no estará sola sobre las tablas puesto que la literatura, la música y la danza se unirán gracias a la presencia, entre otros, de Eduardo Laher, Silvia del Castillo, El Club de los Poetas Rojos, Delia Tobias, Txus Iparraguirre... sin olvidar que se descubrirá la instalación sonora Elisa Rueda en concierto, una propuesta de Miguel Fernández en la que varios instrumentos harán recitar la voz de la autora. De hecho, a ciudades como Gijón, en donde también se presentará el libro, se acudirá con esta obra.

De esta forma, el poemario entra en la nueva etapa de una vida que comenzó en los senderos del bosque de Izki. “No soy ninguna experta en botánica pero sí una amante de la naturaleza”, que no sólo se mueve entre árboles “que parecen besarse” sino que también mira hacia el mar. Así, el libro se estructura entre la Botánica de invierno, la Botánica marina, la Botánica de memoria y el Inventario botánico para hablar de la propia poesía, la nostalgia, la memoria histórica, la traición, los malos tratos... y de una Vitoria nevada como metáfora de la vida.

Bajo cada título, una flor o una planta convertidas en protagonistas de una creación en la que la autora da un paso más dentro de su trayectoria. El relato y la poesía se mezclan, lo que lleva a presentar “poemas más largos” y dar más peso a la prosa poética. El resultado es un libro premiado, una distinción que la escritora toma con especial ilusión: “hay galardones que tienen una trayectoria, un peso, que están afianzados y recibir este premio es una valoración de mi trabajo, de mi poesía”.

Eso sí, la naturaleza sigue su curso. La literatura también. Por eso, Rueda acaba de aportar un relato a un libro compartido con autores vascos y canarios, mientras prepara dos nuevas referencias, un poemario en euskera sin perder de vista esa influencia de la botánica y otro título que nada tendrá que ver con ella.