Vitoria - “Me han pedido precio por uno de los cuadros, pero le he dicho que no, que le pinto el mismo otra vez y se lo queda”, relata con una sonrisa Julia Arregui. Paisajes naturales y rurales, bodegones, retratos... más de una treintena de obras rodean a su creadora, nacida en Alegría en 1926. De hecho, la exposición que propone en el centro cívico Judimendi lleva por título Una vida sobre el lienzo, aunque por sus palabras es fácil deducir que la pintora alavesa no tiene ninguna intención de alejarse de la pintura.

“Tengo un hijo que cuando era joven pintaba y yo le ayudaba a vender algunos cuadros. Pero llegó un momento en que me dijo que aquello no podía ser lo que le diese de comer, así que estudió otra cosa. Pero yo aquellos años aprendí de él, me entraron las ganas de hacer”, recuerda esta cocinera jubilada que empezó fregando en El Portalón. Aunque el trabajo y la familia no le permitían tener mucho tiempo, su inquietud cultural se plasmó en el teatro o la poesía hasta que empezó a ir a clases de pintura en el centro cívico Arana. “Pero la hora y media que pasaba allí no era suficiente, así que me llevaba los cuadros a casa”, un hogar convertido en taller, sobre todo en el caso de la cocina y el salón “porque son las dos habitaciones que me dan la mejor luz para poder pintar sin problema”.

Toda vez que las cocinas profesionales quedaron atrás “tuve de verdad tiempo para dedicarme a esto más y más”, convirtiendo la pasión y afición en algo más. “A día de hoy, con mis 91 años, sigo pintando. No sé parar”, explica frente a una de las obras en la que se puede ver la torre de la iglesia de San Blas de Alegría. “Cuando quise hacer el cuadro fui y tomé varias fotografías desde distintos ángulos, pero cuando las revelaron salieron torcidas, así que tuve que volver y repetir el proceso”.

Experiencias y anécdotas que sumar a la historia de cada lienzo, pintura en la mayoría de los casos costumbrista en la que no falta el guiño a quienes conforman su descendencia. De hecho, sus hijas le convencieron para unir a la exposición un libro para que los espectadores se pudieran expresar. “Estoy muy sorprendida, no pensaba que lo que hacía podía gustar a tanta gente, aunque también ha habido una persona que me ha dejado escrito que no le gustaba nada y sus razones; pero eso no es un problema, hay que respetar y escuchar”, dice.

Mientras mira a sus creaciones sonríe diciendo que “lo que he hecho hasta ahora es porque Dios me ayuda mucho”. De hecho, también los motivos religiosos están presentes en algunos de los lienzos que aquí se muestran ahora. “El trabajo en las cocinas es muy duro; pintar es algo totalmente diferente para mí”, añade mientras piensa ya en el próximo cuadro.