Vitoria - Mirar a su entorno más cercano, a su tierra natal y plantear, a través de la fotografía, una mirada a los cambios y transformaciones que Álava ha vivido, sobre todo a lo largo de la segunda mitad del pasado siglo. Ahí está la base de la propuesta que les ha unido en Metamorfosis, la nueva exposición que hasta el próximo 26 de noviembre acoge la sala Amárica, una muestra colectiva con un mismo hilo conductor expresado a través de lenguajes y percepciones diferentes.
En algunos casos, ni siquiera se conocían de manera personal, aunque sí el trabajo de cada uno. “Ahora somos casi familia”, ríe Yone Estivariz, participantes junto a Alex Sánchez, Dani Arrizabalaga, Javier Barrio, Maialen Bermúdez y Sergio González de esta propuesta conjunta, una interpretación del hoy que invita a diferentes reflexiones sobre la crisis, el urbanismo, la huella humana..., ideas que se ponen sobre la mesa a través de las creaciones de autores bien diferentes en sus propuestas y pertenecientes a distintas generaciones, más allá de que su lugar de nacimiento y residencia, además de la propia fotografía, les una ahora en esta muestra.
Un proyecto en el que Sánchez propone un juego entre pasado y presente que termina en imágenes de una realidad imposible. Edificios del ayer y del hoy que sirven al mismo fin (como la Casa Consistorial de la Plaza Nueva y las oficinas municipales de San Martín) son retratados desde perspectivas parecidas para, en una última intervención, fusionarse de manera armónica.
La huella de lo que ya no es configura la propuesta de Arrizabalaga, que termina por componer un mural fotográfico compuesto por diferentes retratos de locales comerciales (algunos muy conocidos en la capital alavesa) a los que el paso del tiempo, la crisis económica o la razón que sea les ha llevado a bajar la persiana. Donde en otro momento hubo mucho más que relaciones comerciales (que también) hoy hay un silencio y un abandono que la fotografía retrata.
Esa misma relación entre épocas diferentes que está presente en las dos propuestas anteriores se traduce en el caso de González siguiendo la línea del ferrocarril vasco-navarro. En este caso, el autor se sirve de imágenes recopiladas en los archivos para situarlas en el aspecto actual de los espacios, componiendo una serie de collages donde los tiempos parecen querer confundirse, mezclarse.
En el caso de Estivariz, es el color y las formas quienes conducen la relación entre imágenes distintas que se presentan como dípticos. A izquierda y derecha se presentan instantáneas que en principio no tienen ninguna relación, aunque al verlas juntas parecen compartir un nexo de unión insospechado.
Tiempo, espacio y forma se unen en el caso de Barrio, que a través de varias panorámicas se asoma a la capital alavesa buscando perspectivas de las que obtener, si el espectador quiere, distintas lecturas. Completa el recorrido Bermúdez, la única autora que utiliza la presencia del ser humano en sus imágenes para subrayar la acción de los trabajadores en la transformación arquitectónica y urbanística de Gasteiz a lo largo de los años.
De esta forma se construye una exposición que aunque sea desde la diferencia de estilos termina configurando un todo complementario y con sentido.