En Life and nothing more se respira un ejercicio de naturalismo puro, como la vida misma a la que hace referencia el título. Por un lado, el filme carecía de guion, “aunque había un mapa que nos decía a dónde ir desde la A a la Z”, aseguró ayer su director Antonio Méndez Esparza. Y por otro, los intérpretes del mismo no eran actores, “se convirtieron con los ensayos”. No obstante, esas dos características en vez de lastrar la producción, la guían ante el buen camino de lo que se quiere contar: la lucha familiar de una madre y su hijo en un barrio marginal de Estados Unidos.

Regina y Andrew son una familia afroamericana, madre e hijo. El segundo parece estar siguiendo los pasos de su padre, quien está en la cárcel, cometiendo una serie de robos en vehículos. Su madre, mientras tanto, trata de enderezarlo por el camino correcto mientras compagina su trabajo de camarera con el cuidado de su otra niña de tres años.

Se trata de una historia puramente estadounidense, que pone en evidencia los problemas y carencias del país, pero sin embargo, está dirigida por un español. “El contexto es fundamental y quería contar una historia de allí”, explicó el director al respecto, y añadió: “La película se centra en los personajes, que son realistas y verdaderos”.

De este modo, Esparza poseía los elementos principales para su narración. Tenía un relato que contar y un entorno para llevarlo a cabo, pero le faltaba todo lo demás. Esto llegó con en el casting de los actores. “Descubrí un mundo que no conocía y que influyó en el propio guion. Así, incluí personajes basados en las personas que había conocido”, relató el cineasta. El principal signo de ello se aprecia en los dos protagonistas, puesto que los verdaderos nombres de los intérpretes se adoptaron para los personajes.

“Me encantó que fuera así. Todo el equipo me llamaba por mi verdadero nombre”, aseguró el joven y tímido Andrew Bleechington, el hijo en la ficción. Mientras que su madre en el filme, Regina Williams, explicó que esta decisión se tomó ya iniciado el rodaje: “Fue como un reinicio para nosotros, pero permitió que fuera más fácil implicarnos en el papel”.

Un guion adaptable El amor de madre por hacer todo lo posible que evite que su hijo siga los pasos de su padre guía a la historia. El empeño y el coraje frente a las malas decisiones y los errores de juventud.

Life and nothing more narra esa lucha, sin prisas, con un ritmo lento. Son las escenas de drama las que marcan el objetivo de la película. “Tanto Regina como Andrew iluminaron las escenas dramáticas”, aseguró Esparza, y añadió: “Que rodáramos con un equipo pequeño ayudó, y nos permitió aceptar que el guion podía cambiarse en cualquier momento”.

Uno de los puntos de mayor tensión en la película se lleva a cabo en un parque, cuando el hijo parece explotar ante toda la carga emocional. “Me sentí libre para interpretar a mi personaje”, comentó Andrew en un tono acorde con el de su personaje y que hace indicar que no se alejó mucho de su actitud a la hora de encararlo.

Sobre esta misma escena y la metáfora con el conflicto racial, Esparza indicó que “la película va mucho más que eso”. “No he querido resumir un problema. Cada uno debe sacar sus propias conclusiones”, añadió, y aseguró que “realmente los personajes son la película”.

Con toda esta mezcla, Life and nothing more parece un documental ficcionado en el que el cine social independiente de los 90 está muy presente. “Me siento inspirado por el trabajo de Jim Jarmusch”, explicó el director: “Me encanta el cine nacido del instinto, que es arrebatador. Me siento partícipe de ese espíritu”.

Por último, Esparza explicó que el montaje creó la estructura final del filme, y dió, de este modo, coherencia a un guion que ni los propios actores conocían. “Permitió construir el filme y su narración”, concluyó.

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