Vitoria - El ecosistema del bertso alavés tiene su base fundamental en las bertso eskolas, puntos de encuentro, de aprendizaje pero también de organización de actividades y difusión cultural. Una red de espacios que coordina Julen Zulaika, de Arabako Bertsozale Elkartea.

Hace tres décadas, sólo había dos bertso eskolas, una en Gasteiz y otra en Laudio. Hoy, la red se extiende por todo el territorio. En apariencia es mucho el camino recorrido, ¿no?

-Ahora estamos unas 120 personas agrupadas en diferentes bertso eskolas, que está ubicadas en nueve localidades de seis comarcas. En Oion hay una bertso eskola de gente mayor, por así decirlo, y hemos creado este año otra con jóvenes de 14 a 16 años. En Campezo, también hay otra de mayores y estamos intentado crear una para jóvenes. Y están las de Gasteiz, Aramaio, Legutio, Zuia...

Pero no sólo buscan enseñar, sino que son motor también de diferentes actividades.

-Nuestros objetivos son dos. El de carácter interno pasa por el disfrute con el bertso, con la lengua y por aprender a comunicarse, a estructurar ideas, a quitarse el pánico escénico... El externo tiene que ver con ser parte del ecosistema del bertsolarismo en Álava, es decir, organizar, participar y difundir. Es ser parte de una gran familia del bertso en el territorio.

Seguro que más de uno piensa que para participar sólo se puede ser joven y tener como objetivo subirse a un escenario.

-Y ese perfil tiene que existir, pero no sólo. Pero el bertso también tiene esa función de crear espacios donde la gente disfrute con la lengua, islas pequeñas donde aprender, divertirse y mejorar.

¿Es más fácil hacer en Gasteiz que en localidades pequeñas?

-Por un lado sí porque hay más gente. Pero también es verdad que en los pueblos no hay, muchas veces, tantas actividades y nacen bertso eskolas muy activas.

¿Y existen muchas diferencias entre lo que puede ser Aramaio y Oion, por irnos de un lado al otro del territorio?

-Lo que pasa es que sus situaciones lingüísticas son muy diferentes. No tienen nada que ver. Pero, con todo, tanto unos como otros ven en el bertso algo que les atrae, y eso es lo importante, ver cómo en situaciones geográficas y lingüísticas tan distintas hay una magia en el bertso que atrae a la gente.

¿Qué objetivo persiguen con la campaña ‘Bertxoratu!’?.

-Bueno, como el bertso también es humor, tratamos de utilizarlo en este caso para atraer a la gente y decir que cualquiera que tenga ganas de divertirse, puede participar en cualquier grupo, ya sea niño, joven o adulto. Hay bertso eskolas de diferentes niveles y edades. Lo que hemos buscado es hacer un poco la anti-campaña, es decir, sacar a diferentes personajes que te dicen que no te apuntes. Al final, el humor y la ironía son una base fundamental del bertsolarismo y a eso hemos recurrido para animar a la gente.

En estos años han propuesto hasta competiciones de bertso escrito. ¿Qué les queda por inventar?

-Siempre hay nuevas ideas. Es como el mismo bertso, vamos improvisando. Nos reinventamos y esa es una de las virtudes del bertso, que nos ayuda a trabajar la creatividad para no conformarte con lo que tienes. Como en la vida, es una cuestión de ir renovándose para que nada se quede como si fuera agua estancada. Este año vamos a poner en marcha nuevas iniciativas juntando a personas de diferentes edades. Igual que el curso pasado iniciamos el Bertsoa Bizi Gazte, por ejemplo, uniendo bertso, vídeo y música. Y están los bertso poteos o... Al final, nosotros vemos una red familiar con 120 alumnos y alumnas, y sabemos que la buena salud del bertsolarismo pasa por el trabajo en las bertso eskolas.

Un buen síntoma ha sido el triunfo de Aroa Arrizubieta en el interescolar de Euskal Herria, ¿no?

-Es una señal importante que salga de nuestras bertso eskolas alguien como Aroa y que sea la primera alavesa en ganar ese campeonato. Eso dice que algo estamos haciendo bien, que estamos tejiendo diferentes dinámicas que están dando sus frutos.

Tanto ella como la actual campeona de Álava, Oihane Perea, son mujeres. ¿También son ellas mayoría en las bertso eskolas?

-Hay de todo, pero sí es cierto que en los últimos años el número está creciendo de manera evidente. Por ejemplo, en el Bertsoa Bizi Gazte, el 80% de las participantes eran mujeres. Es algo que nos produce alegría porque suponer llegar a situaciones de normalidad. En décadas anteriores el espacio de las mujeres era bastante más reducido, pero hoy estamos llegando, poco a poco, a una situación normalizada dentro del bertso y también en Álava.

¿Qué se requiere para dar un primer paso y apuntarse a una bertso eskola?

-Lo primero es tener ganas de aprender, de salsear, de escuchar y de pasarlo bien. Si eso existe, aconsejaría a cualquier persona que tenga una mínima curiosidad por el bertso que, por lo menos, pruebe. Si no le gusta, no pasa nada, pero por lo menos que se acerque, porque hay diferentes modalidades para que cada uno se pueda sentir cómodo. Quien tenga ganas tiene un sitio en las bertso eskolas para pasarlo bien y disfrutar.

De todas formas, para la asociación esta red de bertso eskolas también supone un esfuerzo de gente implicada para dar clases. ¿Desde un punto de vista organizativo, cada curso es una nueva locura?

-Por suerte contamos con un equipo de gente bastante potente que está dispuesto a dar clases y talleres. A ese nivel tampoco es tan complicado. Nuestro objetivo es que salgan nuevos grupos en comarcas y pueblos diferentes, y con edades distintas. Y ahí seguimos trabajando. Lo importante es que haya personas que quieran apuntarse a una bertso eskola. Cómo nos organizamos luego viene después.