Maeztu - De una punta a la otra de Montaña Alavesa bullen iniciativas culturales. Son abundantes, como abundantes son las localidades de esta comarca. Pero el esfuerzo para sacarlas adelante es titánico, a pesar de que todas ellas cuentan con la participación y la implicación de los vecinos. En el camino han ido quedando algunas de estas manifestaciones, como son los casos de la extinta Feria Joven de la comarca, impulsadas sobre todo por jóvenes de San Vicente de Arana, pero con la complicidad de otras localidades de la cuadrilla. Música, talleres de teatro y otras manifestaciones se daban cita en aquel encuentro, que tuvo como último escenario, ya que era rotativo, el núcleo de Vírgala.
Pero esta ausencia, junto a otras relacionadas con el ocio, el vínculo social o el deporte, se ha compensado con otras convocatorias en las que se aúnan componentes deportivos, lúdicos y, evidentemente, culturales. El presidente de la Cuadrilla de Montaña Alavesa, Mikel Herrador, explicó que “el peso de las convocatorias culturales está en las asociaciones que hay en los pueblos. Ellas son el motor principal de las actividades que se desarrollan, aunque desde la cuadrilla apoyamos en lo que podemos”. En unas ocasiones, “la colaboración es con la financiación de algún acto, la impresión de cartelería o la cesión de vallas y, en otras, intermediando, haciendo de puente con la Diputación o el Gobierno Vasco”. En ese sentido, Herrador tiene muy claro que el papel de la entidad comarcal que preside es de apoyo y por eso no se entra en la vida ni la gestión de los colectivos. “Los políticos vamos y venimos. La gente sigue ahí y las asociaciones son las que llevan adelante sus proyectos con total independencia”.
En este sentido elogia algunas de las actividades de mayor solera en la comarca que, como otras, están apoyadas por la organización que preside. Muchas de ellas tienen un carácter deportivo, como son los casos de las marchas BTT o las carreras populares que han alcanzado un importante renombre y una alta participación. Otras están vinculadas a la cultura popular y las tradiciones, como es el caso de la Feria de San Martín, que se celebra en Santa Cruz de Campezo. Pero en todo caso, siguen siendo las asociaciones las que llevan la voz cantante en la organización de eventos culturales.
La de mayor actualidad es la que se está celebrando en Atauri, con un amplio recorrido ya en sus convocatorias gracias al esfuerzo de la gente que lo organiza y de quienes acuden a disfrutar de la programación. Atauri Art es un festival de clown y teatro de calle centrado en el humor que se inició en Atauri, en septiembre de 2012, con el objetivo de impulsar que al final del periodo vacacional estival, ese pueblo se convirtiera en un foco de actividad cultural en la Montaña Alavesa y en Álava, con variadas y novedosas propuestas para todos los públicos.
Este festival está organizado por Arratiandi Kultur Elkartea y Bapatean y cuenta con la colaboración de la Junta Administrativa de Atauri, la de Korres y el Ayuntamiento de Maeztu. Explican que, salvando la “enorme diferencia” que hay entre esa iniciativa local y la de Araia, ya consolidada, y de una “complejidad enorme”, tomaron “como modelo a seguir” el Festival de Teatro de Humor de Araia. Así han seguido una trayectoria que les ha llevado a programar este año la actuación de la compañía de circo Funes Troup, que ofreció el día 8 el espectáculo Funes Van en Atauri. Ayer sábado fueron dos los espectáculos: el primero de la mano de la compañía Pez Limbo, que llevó Mamá Gallina y después fue el turno de Quique Montoya y su espectáculo de magia cómica Tornillo Magic Clown. Hoy, domingo 10, el festival seguirá con circo y teatro de calle. Lo hará con el espectáculo Txatarra de Malas compañías, también en Atauri. Tras unos días de receso, el domingo 17 de septiembre, Atauri Art llevará hasta Korres, Baserriko Porrusalda o “la vida contada en una receta”, un espectáculo de Bapatean que servirá para cerrar la primera fase de este festival.
Éste, sin embargo, tuvo un comienzo insólito que ha servido para unir a los vecinos de Atauri en torno a un recuerdo. Del viejo puente de la localidad apenas quedan unas fotos y algunas referencias escritas desde el año 1730. Versan sobre un puente de madera, que servía para cruzar de orilla a orilla el río Berrón. Unía, tejía el pueblo, a las faldas de la peña “las cinco”, apostillaron. Fue en 1737 cuando el puente pasó de la madera a la robusta piedra. Un cambio de calado para el pueblo. Tanto, que se convirtió en el elemento central de algunas de las fotos de esos días señalados en los que el fotógrafo acudía al pueblo.
Una de esas instantáneas, datada en el año 1890, es la que la artista vasca Irantzu Lekue tomó como referencia para elaborar, junto con los vecinos de Atauri, el mural participativo Zubi bizia. Un mural que une dos conceptos importantes para el pueblo. “El puente que quebró al paso de un camión de cerdos a principios de la década de los 90 y la vida, la cultura, lo que queremos para nuestro enclave, para la montaña alavesa”, explicó Xabier Oribe, uno de los portavoces de la iniciativa cultural. “Es curiosa la historia porque se trataba de la última piara de cerdos que quedaba en Atauri y con ese viaje quitaban los cerdos para siempre. El último viaje de los cerdos nos dejó sin nuestro puente”, remarcó.
Por eso, estos días de atrás el hecho del diseño de un mural para decorar un rincón de la localidad se convirtió en un auténtico proceso participativo ya que, según relató Lekue, “en esta ocasión el pueblo tenía muy claro lo que quería. Había acuerdo total”. Junto con los vecinos de Atauri, pueblo de 25 habitantes y en el que han colaborado la mayoría en su realización, se pusieron manos a la obra. Así han logrado establecer además nuevas relaciones y nexos de unión entre los habitantes de la zona con diferentes técnicas de participación ciudadana aplicadas al arte. “Estamos muy contentos con el resultado y lo más importante: estamos reforzando que el arte sea el vehículo para reforzar los lazos de la comunidad, de las vecinas y vecinos de Mendialdea”.
El mural finalmente ha adoptado elementos pictóricos propios del entorno que rodea al puente pero también de la cultura, en un claro guiño al Atauri Art”, concretó Lekue, a quien le resulta especialmente interesante desarrollar proyectos artísticos fuera de los núcleos poblacionales grandes “donde construimos la cultura de lo pequeño a lo grande, de abajo hacia arriba. Y es eso lo que estamos haciendo, y esto hacen en Atauri. Utilizar el arte para crear comunidad e introducirlo en la vida diaria de las personas. En definitiva, mejorar el entorno para mejorar vidas”.
Para el portavoz de la asociación organizadora, Xabier Oribe, “a falta de una programación desde otras instituciones, somos nosotros quienes nos tenemos que mover para crear proyectos. Los pueblos son pequeños y en ellos vive poca gente, por eso necesitamos, al menos una vez al año, organizar cultura para sentir que somos pueblos vivos”.
El problema es que organizar un festival como Atauri Art, o cualquier otro “requiere de un esfuerzo enorme y de la búsqueda de recursos económicos para hacerlo posible”. Explica que, como es natural, el certamen cuenta con el apoyo de la Diputación Foral de Álava. “Nos dijeron que teníamos que solicitar las subvenciones para la realización de actividades cultuales y lo hicimos, aunque la ayuda es bastante corta. Algún año hemos peleado y nos han dado algo más”, pero al final el respaldo sólo supone una octava parte del coste de la celebración.
Se trata de una ayuda similar a la del Ayuntamiento de Arraia-Maeztu, “que este año nos ha concedido algo más que el anterior, pero, aun así, es muy limitada”. Por ello, “nos tenemos que buscar la vida para encontrar la financiación”, enfatizó Oribe, y ésta la encuentran en la gente, en quienes les apoyan organizando una comida popular o una degustación de hamburguesas o quienes acuden a disfrutar de la programación prevista.
Esas dificultades crean escuela porque ante ellas surge espontáneamente la colaboración de asociaciones de otras localidades cercanas y con ello una interrelación que potencia y promociona los eventos en el resto de municipios, como termina por afirmar Oribe.
Otro de los adelantados en la puesta en marcha de proyectos culturales es Diego de Cristóbal. Es una de las seis personas que lograron poner en marcha el Mendialdea Music Festival (MMF) en el mes de mayo. “Carlos trabaja en Arkaute; Arrate está estudiando; Joseba trabaja en Vitoria; Jaione se dedica a la música y además es actriz; Óscar también trabaja en una empresa de Vitoria, y yo, Diego de Cristóbal, que soy educador”. Fue un proyecto respaldado desde su inicio por el alcalde de Arraia-Maeztu y por numerosas firmas comerciales y que llevó al escenario a una importante colección de bandas. Los alaveses Arenna, que hace ya casi dos años publicaron su último álbum, Give to emptiness; la vizcaína Free The Wheel, integrada por mujeres; los alicantinos Bluenáticos, que estuvieron en el ARF de 2014; los gasteiztarras Noveno in blues, nacida en los 90 al abrigo del rock y que han ido evolucionando hacia un formato más acústico; los ganadores del concurso de maquetas Gazte Taleunt 2016, Entropía, banda de rock alternativo y psycho rock procedente de Vitoria-Gasteiz; el dúo alicantino Cowboy Lovers, que han dedicado los dos últimos años a promocionar su álbum grabado junto a Liam Watson por festivales como Two Shots, Low Festival, Monkey Week o Stow Festival; y los alaveses The Soulbreaker Company, una banda bregada durante 15 años de conciertos y cinco álbumes en su haber, entre ellos La Lucha y Graceless grabados en Gran Bretaña.
De Cristóbal manifiesta la sorpresa que supuso el respaldo popular al festival, considerado un auténtico éxito, y que ha servido para comenzar a dar los primeros pasos para la organización de la segunda edición, con una fecha que aún está por determinar. “MMF no solo nos gustó a nosotros, los organizadores, sino a toda la gente que vino a tocar, a la gente que acudió a los conciertos. Fue un día muy bonito, muy interesante y que va a tener continuidad en el futuro”. De Cristóbal recordaba que, al finalizar el festival, ya anunció que “no se trata de un acontecimiento puntual, sino de un proyecto que se va a mantener y muestre que Montaña Alavesa está viva y se mueve”. Para el equipo que lo puso en marcha, “el festival hay que mantenerlo porque es una historia muy importante, algo que da vida a nuestros pueblos”, incidió.
Especialmente satisfecho se mostró el alcalde de Arraia-Maeztu, uno de los municipios donde se están celebrando con mayor intensidad actividades culturales nacidas de la iniciativa de la gente y materializadas con todo el apoyo posible que puede prestar la corporación local. En los últimos meses han sido muchas las actividades que han desarrollado diversas asociaciones, como las mencionadas Mendialdea Music Festival y Atauri Art, pero también la final de Bertsos de Álava, Arbustok 2017 en Korres, el encuentro de Swing, Korterraza, el Festival de Teatro de Humor, el campo de trabajo de recuperación del poblado minero de Korres, el campeonato de trial o las actividades divulgativas relacionadas con el asentamiento de las águilas Bonelli, principalmente en Korres, en cuyo centro de interpretación del Parque Natural de Izki se instaló un punto de observación de estrellas.
Pero llegar a todo “es complicado”, asintió Anartz Gorrotxategi. El Ayuntamiento que preside funciona con un Plan Estratégico de Subvenciones para el periodo 2016-2018 “y la mayoría de las veces te ves desbordado porque no puedes apoyar lo que quisieras. El Ayuntamiento tiene los recursos que tiene y por eso las asociaciones tienen que recurrir a la Diputación o a la Fundación Vital para poder llevar a cabo sus proyectos”.
Ese problema de falta de financiación es recurrente, pero se palía de alguna forma con imaginación. Es el caso de la exposición colgada en Peñacerrada, así como en Santa Cruz de Campezo, Maeztu, Bernedo, Ullibarri-Harana y Lagrán sobre Erótica rural organizada por el colectivo feminista Lamingorriak, que provocó un fuerte impacto social. También con imaginación, en Pipaón, la asociación Usatxi celebra las Jornadas Etnográficas para transmitir los oficios tradicionales o, finalmente, en Ullibarri Arana se celebró, el 15 de julio, la recreación sobre el personaje Sebastián Fernández de Leceta Dos Pelos, que combatió a los franceses.