Vitoria - Lo excepcional se ha convertido ya en costumbre. Como está sucediendo con otras tantas cosas durante estos años de crisis económica, las consecuencias de los ajustes en los presupuestos de eventos como el Festival de Jazz de Gasteiz han terminado por hacer normal lo que no debería. Desde 2011, el certamen no empieza en domingo y éste va a ser el tercer año consecutivo en el que el programa arranca en martes, es decir, que tiene dos días menos. No es lo único que se ha quedado por el camino, como el añorado y muy bien valorado seminario formativo que cada edición se impartía en paralelo a las actuaciones.

Con todo, la organización de la cita parece haber encontrado en la fórmula actual de festival un modelo en el que se siente mínimamente cómoda mientras espera a que escampe lo económico. Una estructura de cartel y de oferta que hasta ahora ha contado con la respuesta del público, el verdadero eje sobre el que pivota el presente y futuro del evento. Con la idea de mantener esa fidelidad se han contenido todo lo posible los precios de abonos y entradas, al tiempo que se ha apostado por una manera de hacer el programa en la que poder ir lo más posible sobre seguro. No es el momento de hacer experimentos, de realizar cambios, de buscar nuevos nichos de espectadores, ni nada por el estilo. Ahora parece que toca aferrarse a lo que funciona desde el convencimiento de que en algún instante el viento volverá a soplar, por lo menos un poco, a favor. ¿Cuándo? Eso ya es otra historia.

Tanto por la crisis como por los propios cambios sociales y otras cuestiones más prosaicas, lo que sí está siendo muy distinto con respecto a hace, por ejemplo, una década, es la programación paralela al evento. Cada vez son menos los locales que apuestan por organizar conciertos durante estos días y quienes dan el paso (aquí hay viejos y preciados escenarios como el del Dublín) privilegian las actuaciones de tarde y de primeras horas de la noche. La madrugada se ha quedado casi para el recuerdo. Por supuesto, la falta de recursos -tanto en el caso de los hosteleros como del público- tiene su peso en este tema, pero también los nuevos hábitos de la sociedad gasteiztarra -la misma que a lo largo del año está empezando a primar salir sábados y domingos al mediodía que hacerlo en las noches del fin de semana-, sin olvidar que muchos locales han terminado por tirar la toalla ante la batalla que supone organizar cualquier cosa con el Ayuntamiento de Vitoria delante, puesto que incluso con permisos concedidos, las prohibiciones in situ y las multas son una tónica general.

Aún así, tanto el evento como lo que le rodea resisten. Sobre todo el festival lo hace desde el convencimiento de que tanto para los espectadores locales como para aquellos que llegan de fuera, tiene y puede ofrecer alicientes suficientes, sin olvidar que su pasado también es una garantía de confianza. Un ayer al que, por cierto, varios músicos del País Vasco han dedicado el disco Jazzteizz (Sonora Estudios), un álbum grabado en junio del año pasado pero que acaba de ver la luz hace unas semanas.

Sobre las tablas Al final, lo importante, siempre es la música. Y aquí, como no puede ser de otra forma, el escenario de Mendizorroza sigue siendo la referencia fundamental de la cita gracias a sus dobles sesiones. Con una capacidad máxima de unos 4.000 espectadores, el pabellón resiste a pesar de todo, también al empeño político -ahora muy relajado, eso sí- de llevar las actuaciones al inefable Iradier Arena y al abandono institucional de un edificio parcheado en los últimos tiempos para cumplir de aquella manera con las exigencias de Juegos y Espectáculos del Gobierno Vasco sin que se haya hecho nada en ese graderío de madera más propio de cárceles tercermundistas.

Como es costumbre será la Noche Gospel la que abrirá esta cuadragésimo primera edición del festival este martes. The Brown Sisters serán las protagonistas de una jornada que bien por el género, bien por la hora anticipada de la actuación, bien por el precio reducido en comparación con el resto de la semana, siempre cuenta con una altísima asistencia, a pesar de que en lo musical rara es la vez que esta fórmula da sorpresas y alegrías. Habrá que tener confianza en que esta vez sea diferente.

Ya el miércoles, el pabellón se meterá de lleno con las dobles sesiones. En principio, la idea del evento era dedicar una noche a la guitarra, pero la espantada de Robben Ford (¡cuánto manager iluminado hay en el mundo del espectáculo!) obligó en marzo a cambiar los planes. Al final, todo sea dicho, el festival ha salido ganando con la modificación. Abrirá Larry Carlton, un genio de las seis cuerdas al que tomará el relevo el bajista Stanley Clarke, dos nombres propios que ya saben lo que es tocar en Mendizorroza.

Lo mismo les pasa a los protagonistas de un jueves que, por completo, estará dedicado al centenario del nacimiento de Thelonious Monk. Arrancarán Kenny Barron, Cyrus Chestnnut, Benny Green y Eric Reed, cuatro pianistas que en Vitoria podrían estar como en casa. Después será el turno del batería e hijo del genio de Carolina del Norte TS Monk, con la compañía especial de la cantante Nnenna Freelon.

En lo que se refiere al viernes, tal vez ésta vaya a ser la doble sesión más dispar entre sus dos propuestas. Jean Luc Ponty, Biréli Lagrène y Kyle Eastwood unirán talento y sonidos para abrir boca y dejar paso después a una Patti Austin que será la encargada de guiar la celebración que del nacimiento de Ella Fitzgerald quiere hacer el evento gasteiztarra, donde, a diferencia de Monk, la cantante fallecida en el 96 sí actuó y no sólo una vez.

La clausura llegará un sábado que también va a ser bastante dispar en lo que a la oferta se refiere. El supergrupo Woman To Woman (es decir, Cécile McLorin Salvant, Renee Rosnes, Anat Cohen, Melissa Aldana, Ingrid Jensen, Noriko Ueda y Allison Miller) se encontrará con un Rubén Blades que dice que no deja la música al tiempo que se embarca en una gira de despedida... de la salsa. Para quien no lo entienda, en 2019 hay presidenciales en Panamá y se rumorea que él va a ser candidato.

En cuanto a la otra sede fundamental del festival, el Principal volverá a ser cada día a las 18.00 horas el punto de referencia para la sección Jazz del Siglo XXI. Aquí hay que destacar, por lo menos a priori, tres conciertos que se presentan muy atractivos. Primero, el que el martes protagonizarán Hasier Oleaga y Jorge Rossy. Tampoco parece que sería buena idea perder de vista a la contrabajista Linda May Han Oh (viernes) y al trompetista Theo Croker (sábado). Con todo, las tablas de la calle San Prudencio -que el año que viene cumplirán un siglo- han demostrado muchas veces que la sorpresa puede saltar en cualquier momento.

11. En el Principal, Konexioa con Hasier Holeaga Trio y Jorge Rossy; en Mendizorroza, Noche de Gospel con The Brown Sisters.

12. Harold López Nussa Trio en el Principal; y Larry Carlton y Stanley Clarke en Mendizorroza.

13. Joel Ross junto al Raynald Colom Quartet en el Principal; y Kenny Barron, Cyrus Chestnut, Benny Green & Eric Reed y TS Monk Sextet con Nnenna Freelon en la Noche de Homenaje a Thelonious Monk en Mendizorroza.

14. Linda Oh Quartet en el Principal; Jean Luc Ponty, Biréli Lagrène & Kyle Eastwood y Patti Austin en el homenaje a Ella Fitzgerald en Mendizorroza.

15. Theo Croker en el Principal; Woman To Woman (Renee Rosnes, Cécile McLorin Salvant, Anat Cohen, Melissa Aldana, Ingrid Jensen, Noriko Ueda y Allison Miller) y Rubén Blades con Roberto Delgado & Orquesta (gira de despedida) en Mendizorroza.

Del 11 al 15. En el Jazz de Medianoche, George Cables Trio y JazzCare All Stars; y Jazz en la Calle con Lucien Barbarin Street Band.

¿Dónde comprar?. Se pueden adquirir las entradas y abonos en la web del festival www.jazzvitoria.com, en la tienda oficial ubicada en la Oficina de Turismo de Gasteiz y en todas las tiendas de El Corte Inglés.

Mendizorroza. Dentro de las dos modalidades habituales de abonos, el numerado cuesta 155 euros y el normal 100. En cuanto a las entradas, la Noche Gospel cuesta 15 euros cada una, mientras que las de los días 12 y 13, 30 euros. En lo que respecta a las dobles sesiones de 14 y 15, el precio es de 40 euros.

Principal. Los abonos están disponibles por 50 euros cada uno. Las entradas para cada concierto cuestan 15 euros. Cabe recordar que los asientos, al igual que el año pasado, son numerados, es decir, que el público no se puede sentar donde quiera como solía pasar antes.