madrid - Un pastor solitario en un pueblo de Salamanca que se resiste a vender sus terrenos a unos promotores inmobiliarios ante la incomprensión de sus vecinos. La historia de El pastor, tercer largometraje de Jonathan Cenzual, resulta tan familiar que casi no sorprende, pero debería, opina su director.

“No es que Anselmo no quiera vender su tierra, es que no quiere vender su vida; y no es que los demás no lo comprendan, es que no quieren hacerlo. La ignorancia no es no saber, porque la sabiduría es infinita y todos sabemos poco: la ignorancia es no querer saber”, subraya Cenzual. El pastor es una de esas películas hechas desde los márgenes de la industria, pero no es una película pequeña, aclara el director, medio inglés, medio salmantino. “Una película es pequeña si la idea es pequeña”, corrige. No es el caso de este drama áspero, rodado en la Salamanca rural, en la comarca de la Armuña, con una cuidada fotografía de paisajes inmensos que empiezan transmitiendo una sensación de libertad, pero derivan en claustrofóbicos a medida que la trama se vuelve más y más densa.

Se vio por primera vez en el Festival de Montreal y se ha estrenado en Inglaterra antes que en España, adonde llega este viernes. “Me interesaba la figura del pastor por lo que tiene de ancestral y de arraigo a la tierra, como antítesis de la avaricia”, explica el director y guionista. “Y también por la actitud despectiva que los demás tienen hacia él, como si saliera gratis pisarle y presuponer que por ser del campo es burro y paleto”. El retrato de la verdadera ignorancia está en el centro de este canto antimaterialista, pero también la imposibilidad de mantenerse ajeno al entorno. “Nadie es una isla”, dice Cenzual citando a Hemingway. “Anselmo no quiere saber nada del proyecto inmobiliario, pero el poder corrosivo de la avaricia le tocará tarde o temprano”. El hecho de que la especulación inmobiliaria haya pasado a formar parte de “la normalidad” en España en las últimas décadas no debería hacernos bajar la guardia: “La injusticia debería chocarnos a diario, nos estamos deshumanizando, no nos afecta el dolor ajeno, y ese es un camino peligroso”.

Aunque El pastor es el tercer largo de Cenzual (Salamanca, 1980), se trata del primero que ha rodado con presupuesto. Debutó con El alma de las moscas en 2009. “La hicimos entre siete personas, uno actuaba y a la vez sujetaba el reflector”. Pese a ello, fue admitida en el Festival de Karlovy Vary y distribuida en cines en el Reino Unido. En 2013 estrenó El año y la vida, pero hasta ahora ha tenido que compaginar el cine con otros trabajos. “Se puede hacer cine sin dinero, pero no se debería”, subraya Cenzual. “Esto no es un hobby, es una industria como la jamonera o la que hace sillones y, mientras no se considere como tal, las cosas no van a cambiar”, advierte.