No apareció de la nada pero sí como una consecuencia de la nula actividad institucional con respecto a la cultura con la crisis económica como excusa. Ante la falta de respuestas, acciones, políticas, ideas, voluntades y recursos, se creaba hace un año un espacio donde cualquier proceso del momento creativo pudiera encontrar un punto de referencia. Así se ponía en marcha en la calle Correría una apuesta colectiva detrás de la cual estaban, y están, una decena de artistas visuales alaveses dispuestos a proponer, programar, asesorar y conectar tanto con el sector como con la ciudadanía. Nacía Zas. Ahora sopla su primera vela.
“Todavía estamos aprendiendo, sobre todo a organizarnos. Tal vez esa ha sido la parte más complicada, tener una dinámica de trabajo. Pero hemos llegado al punto de conseguirlo”, apunta Cristina Arrázola, que tiene claro que el proyecto se puso en marcha, y así sigue, desde la premisa de que cada una de las personas implicadas en él tiene una idea distinta de lo que debe ser Zas: “espero que esa disparidad de ideas se mantenga en el tiempo porque esa riqueza es buena”.
“Es el momento de los espacios”, añade Iñaki Larrimbe, otro de los implicados en esta apuesta. “Las instituciones no están funcionando porque han abandonado la cultura y están más dedicadas a promocionar marcas, llámale España, Vitoria o lo que quieras”, más allá de que haya administraciones que están entendiendo que “algo tiene que haber y algo tienen que hacer; ahí tienes al Gobierno Vasco o a la Diputación de Bizkaia, que algunos pasos están dando. Pero en Álava parece que sólo tenemos a Lakua. En Bizkaia y en Gipuzkoa, diputaciones y ayuntamientos arropan más y los espacios que se ponen en marcha consiguen salir de la miseria absoluta. Por eso para los jóvenes es todavía más complicado estar en Álava. Nosotros, como tenemos más o menos nuestra vida hecha, en un momento dado dijimos: bueno, en vez de montarnos una sociedad gastronómica, nos montamos esto. En vez de jugar al mus, montamos exposiciones. Pero echamos de menos que exista un apoyo y que en todo el País Vasco se vaya en una dirección porque entre lo que puedes recibir y lo que generas, estás creando industria cultural”.
En ese contexto actual de abandono, Ibon Sáenz de Olazagoitia sitúa la aparición, además en varios casos sin salir del Casco Viejo, de proyectos en colectivo como Baratza, LuzRoja o Gero Arte. “La crisis ha dejado en nada las fuentes de financiación para proyectos personales y eso ha llevado a hacer cosas en colectivo. Esto se ve sobre todo en las generaciones jóvenes. En realidad, lo raro es lo nuestro, que ya somos maduritos y nos hemos lanzado a esta aventura”. “Lo que nos pasa a nosotros -añade Arrázola- es algo bastante sencillo de entender: en vez de trabajar gratis para las instituciones, que es lo que nos están pidiendo ahora, preferimos hacerlo aquí, en nuestro espacio y para nosotros”.
Un proceso natural En ese empeño están implicadas personas que, casi en su totalidad, vienen desarrollando un camino conjunto desde el nacimiento de la Plataforma Amárica -la primera entidad que presentó una Iniciativa Legislativa Popular en las Juntas Generales de Álava-, una senda que también pasó por la Asamblea Amarika y por la gestión del congreso anual de arte emergente Inmersiones. Igual que ahora Zas, “todo eso sucedió porque tenemos algo en común, aunque no seamos conscientes”, describe Larrimbe, a lo que Arrázola suma que “aunque las hemos tenido pardas, somos amigos y eso hace que esas situaciones se resuelvan de manera más fácil”.
Es en este contexto interno y externo en el que se propone apostar por este espacio de unos 120 metros cuadrados donde a lo largo de los últimos doce meses han pasado muchas cosas, tanto organizadas e impulsadas por Zas como por terceros, puesto que el local está también abierto a la colaboración con otros. En este último apartado, en la calle Correría se han dado talleres de la asociación de profesionales del diseño gráfico de Álava (Diga), reuniones de la Mesa Sectorial de la Cultura de Álava (Mahaia), encuentros del programa Zineleku, sesiones del festival Bideodromo, presentaciones del programa de becas Gazte Sortzaileak... “Son cosas que nos resultan atractivas, que nos gustan y a las que abrimos las puertas”, señalan los tres, que mencionan la trayectoria de su vecina y conocida librería Zuloa como ejemplo a seguir. “El acceso a las infraestructuras públicas es muy complicado. Aquí llamas y la gente te dice: ¿pero qué fácil ha sido, no?”.
Con todo, el tronco principal de este primer año ha venido dado, como no puede ser de otra manera, por aquello que Zas ha propuesto y llevado a cabo: exposiciones, performances, conferencias, conciertos, proyecciones, presentaciones... Unas 40 actividades en doce meses. “Tener un espacio como éste supone un esfuerzo porque hay que mimarlo, mantenerlo, darle contenidos. Pero aquí nos sentimos independientes. Por supuesto, tenemos un apoyo del Gobierno Vasco a través de una línea de ayudas a la que cualquiera puede presentarse, pero nos sentimos como en casa y en algo muy enriquecedor”, relata Sáenz de Olazagoitia, quien añade que de cara a futuro “seguiremos haciendo las cosas que nos gustan con la idea de mejorar lo que hemos vivido este primer año. De hecho, con la experiencia que tenemos, seguro que va a ir a mejor”.
De hecho, la programación diseñada para este mes “va a ser muy intensa” a lo largo de los días que el local abre, es decir, tanto los jueves como los viernes y los sábados. “Podríamos hacer más cosas, como sucede en proyectos de Bizkaia y Gipuzkoa. El problema es que vas allí, ves cómo les están apoyando y claro... vienes con envidia”, dice Larrimbe.
Lo que no ha terminado de calar como el proyecto esperaba es la línea de asesoramiento a otros artistas, asociaciones y entidades. “El problema es el de siempre, que no disponemos de recursos”. Aún así, la idea no está descartada, ni mucho menos, más allá de que, según comenta Larrimbe, “las instituciones de esta ciudad deberían ayudar a los espacios pequeños e independientes pero no porque vengan turistas, sino porque ahí se están generando muchas cosas. Son espacios de oportunidad. No sólo se genera cultura. Se genera también empleo”.
El contexto Con respecto a las administraciones, en estos doce meses de andadura, la Diputación ha aprobado ya un plan estratégico de cultura para el territorio y el Ayuntamiento de Vitoria está en camino del mismo proceso. Aún así, en Zas no están muy convencidos de las utilidades que puedan tener. “Las instituciones están una y otra vez con el tema del turismo cultural, pero mal entendido. Piensan que esto es como una televisión en la que hay que poner una programación y pongo un festival en enero, otro en febrero, otro... para que el turista vaya del Mercado Medieval a la Feria del Libro pasando por la mierda esa del Festival de Televisión”, apunta Iñaki Larrimbe.
“Estos planes me suenan a un reconocimiento implícito de su incapacidad para hacer cosas. Están pidiendo ayuda de todos como si eso les legitimara, cuando tienen muy cerca ejemplos en los que podrían mirarse. Cuando éramos jóvenes, las instituciones hacían cosas, no sé si improvisando, pero nadie les reclamaba un proyecto. Ahora parece que tienen esa urgencia”, señala, por su parte, Sáenz de Olazagoitia.
Falta de concreción, de presupuesto, de acciones con nombres y apellidos... son varios de los defectos que encuentran frente a planteamientos que entienden como demasiado generalistas. “Todo es muy bonito, hay que abonar, promover... pero dónde están unas becas, un programa de X o Y... una batería de actividades y concreciones”.
“No quieren cosas que no pueden controlar. Todo tiene que estar bien empaquetado, con lazo y sin tocar”, apunta Arrázola. “¿Quién vive de la cultura en esta ciudad?”, se pregunta Sáenz de Olazagoitia. “Pues todos los técnicos de Cultura que nunca aparecen en ningún acto cultural”, responde Larrimbe, quien añade que “en los 80 todo el mundo estaba en las calles haciendo cosas, se empezaron a crear los departamentos de Cultura y de repente qué paso, que han acabado con la cultura, luego otra vez la cultura está saliendo a la calle a desarrollarse. En eso estamos”.