Lo primero, la pulsera. El objetivo era claro. Desde el jueves a la tarde, la familia azkenera empezó a reunirse en la capital alavesa con una preocupación esencial en la cabeza que se repitió ayer desde la mañana: conseguir ese preciado utensilio que no sólo sirve como entrada sino también para efectuar todos los pagos dentro de Mendizabala. Eso era casi más importante que cuándo comenzaban los conciertos o quién tocaba primero o que había pasado al final con The Meteors y su baja de última hora. Eso sí, solventado el trámite, la decimosexta edición del Azkena Rock Festival vivió su primera tarde de este 2017, abriendo sus puertas, eso sí, con unos 15 minutos de retraso.
Después del preceptivo paseo por las instalaciones -con especial atención a los dos locales que componen el espacio Trashville, donde, hay que reconocerlo, alguno se quedó entusiasmado con los primeros combates de lucha mexicana- los primeros sonidos llegaron de la mano de los vizcaínos Fetitxe, que eso sí, comenzaron más tarde de lo anunciado en un principio por la caída de The Meteors y en el tercer escenario. Más allá de eso, el cuarteto levantó el telón con acierto e intensidad.
A partir de ahí, el maratón fue imparable y hubo que hacer equilibrismos para intentar escuchar, por lo menos algo, de los conciertos que se fueron dando el relevo. Sucedió así con unos The Godfathers -Peter Coyne, que no se quitó la americana en ningún momento se mostró después muy accesible con el público- que demostraron clase y veteranía a raudales más allá de que la suya terminó siendo una de esas actuaciones que se quedó muy corta. Con otro ojo, además, había que vigilar el arranque de los gasteiztarras The Soulbreaker Company, de los que simplemente se puede decir que están en un momento espectacular, colaboración de Txus (Arenna) incluida.
Hubo que elegir en ese instante entre unos Tygers of Pan Tang que llenaron de veteranía y heavy el recinto ante un público, por cierto, muy numeroso, y The Shelters. Muchas son las expectativas que hay en torno a los norteamericanos y no hay que negar que, sin haber inventado la pólvora, base tienen para llegar lejos. Habrá que seguirles la pista, eso sin duda. Eso sí, casi sin tiempo para tomar un respiro aparecieron King’s X en el segundo escenario y aquí, como en otras cosas en la vida, hubo división de opiniones. Los más se decantaron por abandonar un concierto, como mínimo, prescindible.
Aunque no estaba previsto, Pablo Und Destruktion fueron los que abrieron las actuaciones en el Trashville. Sin embargo, los pasos se encaminaron hacia Crank County Daredevils, una apisonadora que tras volver a reunirse demostró que no hay nada que pueda con ellos. Brutal su concierto desde el principio, aunque fue una pena que Cheap Trick reclamasen la atención. Los solapes, ya se sabe. Seis años después de su anterior visita, y sabiendo que el personal estaba más que por la labor, los de Illinois se lo pasaron en grande y así se lo transmitieron al personal.
Tras ellos llegaron al recinto John Fogerty, Graveryard, The Hellacopters, Hellsingland Underground, los Mambo Jambo, The Cyborgs y Vurro, pero eso sucedió cuando este periódico iba camino de convertirse en papel, así que tiempo habrá mañana para contarlo.