Rubén Buren, biznieto del ángel rojo, el último alcalde del Madrid republicano, rodará Maquis sin presupuesto inicial y solo con mujeres en plano; una tarea “difícil” a la que suma dos metas: reivindicar “la vuelta al cine pequeño” y recuperar “una memoria histórica sin partidismos”.
El guionista y director madrileño (1974) explica la dimensión de un proyecto que ha conseguido, antes de su rodaje, el “apoyo desbordado” de muchas personas. “España necesita una vuelta a ese cine pequeño que, sin grandes producciones, consigue entusiasmar”, recalca Buren, biznieto de Melchor Rodríguez, un anarquista apodado el ángel rojo porque salvó de la muerte a 11.000 presos políticos del bando franquista.
Así, sin más “pretensiones” iniciales que las de demostrar que “se puede hacer otro cine”, Buren convertirá en película su obra de teatro Maquis, ambientada en la España de 1949 y centrada en las “mujeres que lucharon en silencio” contra la represión mientras en el monte seguía la guerrilla.
Y el equipo de Maquis -vertebrado por el propio director y por las actrices que interpretan los tres papeles principales, Paloma Suárez, Fátima Plazas y Zaida Alonso- cada vez ve más cerca el rodaje, que llegará en cuanto consigan por completo los 13.500 euros que solicitan a través de la plataforma de crowdfunding Verkami.
Una meta económica “modestísima”, dice Buren, que tuvieron que marcarse después de llamar, sin éxito, “a muchas puertas”. Además de ese impulso económico, el director -también cantautor, músico y profesor- señala que reciben una importante ayuda no material procedente los dos municipios en los que se rodará la cinta en septiembre, Luzón (Guadalajara) y Madridejos (Toledo), “volcados” con el proyecto, a pesar de ser localidades muy humildes.
“Un pueblo nos da comida; una mujer nos deja su casa; un chico, un patio; otra, su dormitorio; el cura nos ha dejado la iglesia y otro chaval que tiene un museo nos lo ha dejado entero”. “A mí estas cosas me emocionan y lo que estamos demostrando, sin querer, es que si nos unimos gente que no tenemos ni un duro con dos pueblos que son muy pequeños y que tampoco tienen presupuesto, se puede conseguir todo”, subraya.
Además, al municipio alcarreño el equipo le debe, incluso, el hecho mismo de que la idea de trasladar Maquis al cine se haya retomado tras varios años “aparcada”. “Fue un cúmulo de casualidades. Yo fui a cantar a Luzón para luchar contra el fracking y allí conocí a algunos vecinos. Les conté la idea y se motivaron tanto que nos empezaron a dejar de todo y nos animaron para hacer el teaser allí mismo, así que la película se reactivó gracias al entusiasmo de ese pueblo”, recuerda.
Acciones como esas, asegura Buren evidencian también que, más allá de Maquis, “se puede hacer cultura de forma paralela al sistema”, como se hace a veces el teatro o la música.
Mujeres Y hay otra peculiaridad significativa en Maquis y es que no saldrá “ni un solo hombre” en plano, ya que, en palabras de su responsable, “no hacen falta” porque las mujeres ya “tienen un conflicto suficientemente potente. Sin embargo, no se atreve el madrileño a calificar el futuro filme de feminista, ya que ni osa, ni quiere, “ser portavoz de nada”.
Por último, Buren se plantea arduo un reto con su primer largometraje de ficción y es “recuperar una memoria histórica sin partidismos”, que es, en su opinión, “lo más complicado”. “Estamos siempre con películas y contenidos extranjeros y todavía no pacificamos este país porque no hay diálogo. ¿Qué nos proponen? ¿Que no removamos nada? Sin embargo, se están consumiendo películas de la II Guerra Mundial, de la Secesión o de la Revolución Francesa”, subraya el director, convencido de que “la única forma de entenderse” es “revisar” aquello de la historia que “nos escuece”.
Esa visión y el propio argumento de la película han despertado en redes sociales opiniones muy variadas que, cuenta Buren, le “divierten”: “Me hace gracia cuando la izquierda me ataca y la derecha también. Me parece interesante”, añade.