Lo primero, la dedicatoria, a sus tíos Mercedes Ruiz y Manuel Ezcurdia.

-He dedicado el libro a mis tíos Mercedes y Manolo porque los recuerdo con inmenso cariño. Ellos tuvieron un chalé en la Colonia Argaray de Pamplona en el que yo pasé algunos de los mejores momentos de mi infancia y juventud. Tenía el cuarto de baño doméstico más moderno que yo había visto nunca, y mi tío -como cuento en el libro- solía refugiarse en él a fumar. ¡Tabaco y cuarto de baño: clandestinidad y transgresión! Como sucedía y sucede en tantos baños, incluidos los de mi colegio de los Maristas de Pamplona, que también aparecen en el libro.

¿Por qué decidió escribir sobre este tema? ¿Cuál es el objetivo?

-Volver a ver, hace unos años, la película El anacoreta, de Juan Estelrich, en la que el personaje interpretado por Fernando Fernán Gómez, da la espalda a su familia y al mundo entero y se encierra a vivir en el muy acondicionado cuarto de baño de su casa me hizo pensar, tal vez, que, en efecto, el cuarto de baño, la única habitación radicalmente vetada a los demás, puede ser el lugar de uno mismo por excelencia. Me puse a reflexionar y fui cayendo en la cuenta de lo que todos sabemos y no siempre tenemos presente: que el cuarto de baño es en nuestras vidas, de niños a viejos -desde que nos ayudan hasta que ayudamos y nos vuelven a ayudar-, mucho más que el espacio en el que satisfacemos nuestras necesidades fisiológicas y de aseo, que son lo primero que se nos viene a la cabeza. Es un lugar de emociones, de refugio, de escapada, de desaparición, de soledad, de fuga, de fragilidad, de autoconciencia de nosotros mismos. El objetivo del libro es, entonces, el de describir y glosar todas las actividades y sucesos que ocurren o pueden ocurrir en el cuarto de baño y que están o pueden estar relacionados con la salud, la enfermedad, el aprendizaje, el sexo, la muerte, la disputa, el poder, el miedo, las lágrimas, el dinero, la fantasía, la sangre, lo prohibido, la preparación ante el espejo para esa representación teatral que es nuestra vida diaria y muchas cosas más.

¿Cómo salvar el pudor que nos produce desvelar esa intimidad?

-Decidí que, para conectar mejor con las experiencias y recuerdos del lector, podría estar bien que yo contara en primera persona algunas de mis experiencias y recuerdos del cuarto de baño. En realidad, como digo en un capítulo, todos podríamos escribir una especie de autobiografía sólo a partir de lo que hemos vivido y vivimos en el cuarto de baño. Por otra parte, al contar esos recuerdos, el aspecto ensayístico de libro se enriquece con una veta narrativa, novelesca si se quiere, de modo que el lector va a conocer historias y episodios tal vez no tan ajenos a los que él mismo ha vivido y que, a veces, adquieren la apariencia -sólo la apariencia- de la ficción.

¿Qué recursos ha empleado para no caer en lo vulgar ni endulzar demasiado algo tan cotidiano?

-A lo escatológico se le dedica el espacio justo, pues, como decía, el objetivo del libro es, precisamente, el de describir e interpretar todo lo demás. El cuarto de baño, como también digo en el libro, por razones transmitidas de educación y pudor, es una gran factoría de creación, a veces ingeniosa, de eufemismos. Al menos una vez llamo a las cosas por su nombre. Pero no quería ser lo que todos entendemos por ordinario y menos aún, si cabe, ñoño o cursi. De modo que ha sido muy interesante para mí encontrar otras palabras o expresiones, imaginar, inventar, recurrir al humor -hay bastante humor en el libro- y a la imaginación.

En el libro también hay referencias a películas, novelas, poemas...

-Una pata, por así decirlo, del carácter ensayístico del libro es el recurso a las citas de novelas, cuadros, fotografías, poemas, películas, ensayos, obras teatrales e, incluso, canciones que ya se han ocupado de algunas situaciones o ideas que yo abordo. Las he introducido conforme me venían a la memoria, sin pretender ser exhaustivo y buscando la ilustración y el disfrute del lector con referencias a la creación cultural que ya puede conocer. ¿Quién no recuerda la escena de la ducha de Psicosis o el lienzo de La muerte de Marat de David?

¿Qué respuestas está recibiendo de las personas que han leído una parte o todo el libro? ¿Alguna que le sorprenda especialmente?

-Las personas que ya han leído el libro me dicen que lo han disfrutado mucho, tal vez porque -como el agua del lavabo- fluye con rapidez y seguramente también porque, sin ser un libro de risa, tiene, como dije, bastante humor. El humor siempre se cuela en lo que escribo. Pero creo que han disfrutado porque han caído en la cuenta -por volver a utilizar esta expresión- de que, en efecto, en el cuarto de baño les han pasado muchas cosas, y el libro se las recuerda, y les lleva a recordar todavía más. Todos me dicen que, para otra edición, puedo añadir tal cosa o tal otra que les ha pasado a ellos o tal referencia de una película o de una novela que yo no he recogido.

¿Qué lugar juega en su vida el cuarto de baño?

-Soy como todos, y el cuarto de baño ocupa en mi vida el mismo lugar que en la tuya o en la del lector. Escribir este libro me ha confirmado, si acaso, que el cuarto de baño es un lugar de desnudez no sólo del cuerpo, sino también del alma.

¿Es de los que lee o incluso escribe en el cuarto de baño?

-Jamás he leído ni escrito nada en el cuarto de baño. No tengo esa costumbre. He pensado y pienso, eso sí, mucho en él.

¿Qué me dice de las ilustraciones?

-Mi hijo Daniel es dibujante e ilustrador y, cuando nos planteamos el libro, mi editora, Valeria Ciompi, que conocía sus trabajos, me propuso que él hiciera la portada y las veinticuatro ilustraciones -pequeñas, elegantes, discretas- que lleva el libro. Estoy muy contento de que hayamos colaborado y del resultado de su trabajo.

Seguro que ya anda inmerso en nuevos proyectos.

-Hasta el mes que viene no decidiré qué nuevo libro voy a empezar. Dudo entre dos muy distintos. Veremos. Me apetece y no me apetece volver a la novela con una historia muy coral sobre la burguesía madrileña de ahora mismo y, por otra parte, estoy entusiasmado con una historia real, que protagonizaron el pasado siglo, antes, durante y después de la Guerra Civil, dos personajes muy conocidos del mundo artístico y político y que tendría un tratamiento literario, sí, pero sobre base periodística y documental. Veremos, ya digo.