Nápoles (Italia) - Los políticos en España son “incultos, son gente fundamentalmente inculta”, en opinión de Juan Eslava Galán, que lamenta el resultado de la comparación con la formación de quienes hicieron la Transición hacia la democracia.
“Cuando los comparamos con los políticos que hicieron la Transición nos llevamos la gran sorpresa de que aquella era gente que leía, no todos, pero eran gente leída, que tenían otro nivel cultural. Estos no tienen cultura ninguna”, zanjó el escritor.
Estima que hay “excepciones” a esa norma pero, en conversación con Efe en Nápoles, donde acaba de recibir el premio 2017 de la revista de los hispanistas italianos Quaderni Ibero Americani, cree que los políticos españoles “usan la cultura para hacerse una foto”. “Son gente de cortas miras y siempre ven a cuatro años vista, nunca a veinte años”, continúa en su valoración sobre la clase política este jiennense (Arjona, 1948) autor de “ensayos novelados o novelas ensayadas” como denomina a algunas de sus obras. “Por eso también la educación es una mierda. La educación en España es lo que más tenían que cuidar y no lo cuidan en absoluto”, agrega Eslava Galán, que se despacha contra los políticos que, “si no estuvieran en la poltrona no tendrían trabajo”.
“Por ejemplo, los tres últimos candidatos del Partido Socialista, ninguno ha tenido un trabajo nunca, han vivido siempre de la política, siempre. Si tuvieran que ganarse la vida fuera de la política qué iban a hacer, nada”, avisa recordando las recientes elecciones primarias de esa formación de la oposición. Y se queja de que los políticos “no ven la necesidad” de actuar en la promoción de la cultura rebajando los impuestos sobre los libros o sobre los espectáculos culturales. Para “adecentar” la democracia en España insta a “elevar la categoría intelectual de los políticos”, considera el andaluz, en cuyo último libro publicado explica a los “escépticos”, qué fue la Revolución Rusa. “Yo me he propuesto, con esta serie de los escépticos, escribir la historia no como se suele hacer desde el punto de vista de los poderosos, sino desde abajo”, dice sobre La Revolución Rusa contada para escépticos (Planeta).
El autor de En busca del unicornio (Premio Planeta 1987) reconoce que navega “un poco en aguas turbulentas entre el ensayo y la novela” y opina desde una Nápoles de la que se confiesa “enamorado” sobre lo que ahora sucede y será historia.
Preguntado sobre las consecuencias del brexit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, y los últimos ataques terroristas en suelo europeo, opina que “somos socios de un club que se llama Europa (...) ese club tiene unas reglas y en el club no debemos admitir a personas que no respetan las reglas”. “A personas que no admiten la Declaración de Derechos Humanos, que tienen ideologías contrarias a esa declaración no se les debía admitir en Europa. Hemos cometido la torpeza de admitir a un montón de musulmanes que solo nos han dado problemas”, afirma categórico. Y tiene claro que “deberían modificarse las leyes: si tú no respetas los derechos humanos yo tampoco voy a respetar tus derechos humanos y, teniendo en cuenta el entramado familiar que suelen tener los musulmanes, no sería malo advertir que cuando uno se inmola en nombre de Alá o lo que sea pues se puede expulsar a la familia, se pueden tomar represalias sobre la familia”. “Eso daría una información porque los que ven a sus primos inmolarse, dirían oye, que yo soy una persona decente, estoy aquí trabajando como cualquier europeo y admito las cosas, no me vayas a expulsar a mi país de origen por el tipo este, por mi primo... Se acabaría todo si se hiciera eso”, considera. En resumen: “Ya sé que esto es muy grueso lo que estoy diciendo pero mientras nosotros con las leyes europeas estamos jugando al ajedrez, ellos están jugando a las damas y nos comen las fichas”.