cannes - Michael Haneke considera que no se puede describir la sociedad en la actualidad sin hablar de las redes sociales y por eso las utiliza en Happy End, un filme con el que se arriesga en la forma para analizar el autismo de la sociedad actual y con el que no convenció en el Festival de Cannes.

“Estamos inundados por informaciones que nos dejan sordos y ciegos porque tenemos la ilusión de estar informados, pero en realidad no sabemos nada”, afirmó Haneke en la presentación de su filme, con el que compite por la que sería su tercera Palma de Oro de Cannes, tras las conseguidas con La cinta blanca (2009) y Amor (2012). A sus 75 años, el austríaco no quiere dar la espalda a la realidad y comienza y acaba su película con imágenes grabadas por un teléfono móvil y destinadas a las redes sociales, un ejemplo del cambio brutal del mundo en las dos últimas décadas. “Siempre había querido abordarlo, pero no es el tema principal del filme”, dijo. “Happy End -agregó- es sobre nuestra forma de vida, nuestro autismo”. Una falta de empatía que caracteriza a todos los miembros de una familia. El abuelo George (Jean-Louis Trintignant), la hija Anne (Isabelle Huppert), el hijo Thomas (Mathieu Kassovitz) y la nieta e hija de este último, Eve (espectacular Fantine Harduin). Es la perspectiva de esta niña, de 13 años, la que marca el ritmo de una historia que comienza con el intento de suicidio de su madre y su traslado a casa de su padre, que vive con su segunda esposa y el resto de su rica familia.

El primer golpe al espectador llega al situar la acción en Calais, un punto negro para la inmigración. Pero el director no quiso explicar este punto. “Yo muestro ciertos momentos y son ustedes los que tienen que encontrar una explicación. En mi escritura y en la dirección intento dar pistas a los espectadores y dejar un trabajo para su cabeza y su corazón y no quiero coartarlo diciendo lo que yo pienso”. Un tema, el de la inmigración, que sale tangencialmente en un filme que se centra en las aristas de cada personaje, en lo que unos esconden y lo que otros buscan, como reflejo de la sociedad actual. “Atravieso la vida con los ojos abiertos y no podemos hablar de la sociedad de hoy en día sin hablar de nuestra ceguera respecto a la vida real”, explicó el realizador.

En su opinión no es un filme que trate de un problema exclusivamente francés. “Podría hacerlo igual en Austria, en Alemania o en cualquier otra parte”. Casi como una traslación a la actualidad de uno de los malvados niños de “La cinta blanca”, en “Happy End” la maldad también es un elemento principal de una historia con un final perfecto y escalofriante, que ha sido bien recibida, pero no aclamada en Cannes.

Nicole Kidman. Sonriente y feliz de estar en Cannes con el último trabajo de Yorgos Lanthimos, The Killing of a Sacred Deer, Nicole Kidman aseguró que no tiene la obligación de trabajar, pero lo hace porque es su “verdadera pasión”. “En esta fase de mi vida intento ser muy atrevida, abierta, probar cosas, apoyar a directores en los que creo”, afirmó Kidman, omnipresente en esta edición, en la que presenta tres filmes y una serie, Top of the Lake, de Jane Campion.

Paco Roca. Lejos de la alfombra roja, pero con fuerza, la cinta Memorias de un hombre en pijama llevó el humor de Paco Roca al concurrido mercado del festival.