Vitoria - No son muchos los espectáculos que residen durante tantos días en el Principal. En la actual programación invierno-primavera, por ejemplo, Tricicle, con su Hits, y el musical Cabaret son dos excepciones en este sentido. Tras el paso hace unas pocas semanas de la veterana compañía catalana por la calle San Prudencio, ahora le toca a la nueva versión de este título de sobra conocido acudir a su cita con el público de la capital alavesa. Eso sucederá a lo largo de siete sesiones que se producirán los días 8 de junio (20.30 horas), 9 y 10 (18.30 y 22.30 horas) y 11 (17.00 y 21.00 horas). Todavía quedan entradas a la venta para todas las representaciones previstas.
No es la primera vez que Cabaret acude a Vitoria. Cabe recordar que en las navidades de 2006 y con Marta Ribera en el papel de Sally Bowles, el Kit Kat Klub ya abrió sus puertas, en aquella ocasión durante seis sesiones. Ahora, desembarca esta nueva versión dirigida por Jaime Azpilicueta, una producción que inició su camino a finales de 2015 con la mirada puesta en el año siguiente, cuando de manera oficial se celebró el 50 aniversario del estreno del original. De hecho, acercarse lo más posible a esa primera referencia era la intención del donostiarra.
Tras la pertinente estancia en Madrid, el espectáculo lleva de gira por el Estado parte del año pasado y lo que va de 2017 -acaba de representarse en Logroño, por ejemplo-. Una veintena de personas componen el elenco, uniéndose a cantantes y bailarines nueve músicos. “Es un musical muy vivo”, avisan Teresa Abarca (que dará vida a Sally Bowles en sustitución de Cristina Castaño) y Armando Pita, encargado de convertirse en el maestro de ceremonias.
Ambos estuvieron ayer en Gasteiz para ir calentando motores de cara al desembarco de todo el equipo de Cabaret, el musical de Broadway. Y quisieron aprovechar para llamar al público, sobre todo a aquellos espectadores que ya creen haber visto todas las versiones -en el teatro y en el cine- posibles de este musical de poso dramático ambientado en el Berlín de los años 30 del siglo pasado, con los nazis apoderándose de todo. “Cada nuevo intérprete aporta su esencia y eso hace que cada montaje sea diferente, nuevo. La química entre todos los que formamos este proyecto marca la diferencia y enriquece la propuesta”.