Vitoria - “Si pudiera volver a aquel día después de todo lo que ha pasado y de lo que hemos vivido tengo claro que nos diría: ¡adelante, vamos a ello otra vez!. No sé, supongo que soy así de tonto”. En la cara de Kini (Joaquín Delgado) se dibuja una sonrisa al recordar aquella primavera de 1987. “Fuimos recopilando las historietas, haciendo todo el montaje y la maquetación de manera manual, aunque a través de alguien que conocía a otro se pudo hacer la primera tirada en la rotativa de un periódico”. El 4 de junio aparecía el número 0 de TMEO en una Pamplona que fue sede de la revista durante sus primeros cinco años de vida para después trasladarse a Gasteiz. Tras estas tres décadas “nuestro modelo no está agotado, ni mucho menos; la historieta tiene que perdurar todo lo que podamos”.

Se dice pronto, pero 30 años no pasan tan rápido. Aún así, la publicación ha conseguido resistir a modas, crisis, momentos internos y externos de todo tipo y condición, a idas y venidas... para ser, desde hace tiempo, un referente del humor, de la historieta, del trabajo asambleario, de la libertar de creación, de la incorrección política, social, económica y vital. “Es nuestra criatura, lo que nos mantiene unidos en el plano personal, y el espacio donde seguimos teniendo la posibilidad de contar lo que queremos. En este último aspecto, no deja de ser curioso que, para varios de nosotros, estamos volviendo a ese 87, a que TMEO sea el único lugar donde podemos hacer lo que nos apetece, también cagarnos en lo más barrido”, explica el coordinador del proyecto.

Kini recuerda el 6 de junio de aquel 1987 esperando la llegada de un autobús desde Pamplona a Vitoria. “Estábamos Simónides, Mauro Entrialgo, la Jesusa y yo, pillamos el par de cajas que nos mandaban con el número 0, nos montamos en un taxi y nos fuimos a la plaza del ganado porque tocaban La Polla, Quemando Ruedas, Kortatu y Vómito, y queríamos empezar a vender. Ya habíamos hecho más cosas antes y recuerdo que alguien me preguntó: ¿con qué nos venís ahora?”. De eso, han pasado 141 números.

Con todo, a pesar de ese transcurrir del tiempo, Kini tiene claro que, sin idealizar el pasado, el humor hoy se encuentra ante un panorama complicado. “En nuestro número 0 se veía a un toro bailando después de haberle cortado las dos orejas al torero. Tú sales ahora con eso y te puedes encontrar con una querella por incitación al odio”. El eco amplificado que a todo le confiere Internet y las redes sociales, unido a la corrección política llevada al límite y al crecimiento de movimientos de extrema derecha está configurando un contexto preocupante. “No creo que hubiera más permisividad entonces, pero sí es cierto que la situación actual me tiene un poco despistado”.

La puesta en marcha de la publicación partió de una necesidad muy clara: “nos gustaba dibujar y requeríamos un vehículo para poder hacerlo. Había muchas revistas, pero la mayoría o estaban especializadas en una temática o tenían líneas editoriales en las que no encajábamos”. Hoy puede que formas y maneras hayan cambiado, igual que los contenidos pero permanece el mismo espíritu transgresor, aunque a Kini no le guste mucho la etiqueta. “Al final estás en manos de los autores, de lo que te manden. Y en eso, ha habido épocas y épocas, firmas que han marcado unos momentos y otros. Pero siempre desde ese punto de locura” que se traduce en propuestas surrealistas, escatológicas, ácidas...

Por supuesto, nada sería posible sin todas aquellas personas que, más o menos, cada dos meses se asoman a un nuevo número. “Lógicamente ha habido un relevo generacional porque si no, no estaríamos aquí. Cuando vamos, por ejemplo, a la Azoka de Durango vemos a bastante chavalería curioseando y comprando. Aún así, queda un buen reducto de viejos rockeros. Lo vemos por las redes sociales y también en las suscripciones”. De hecho, las ventas son la gran pata económica que sostiene la revista -sobre todo se realizan en País Vasco y Navarra pero también en otros puntos del Estado como Madrid y Barcelona-, junto con el “pequeño” aporte publicitario. “Hay algún anunciante que lleva casi desde el número 0. Supongo que en este aspecto, como nos pasa a los autores, es militancia pura o complicidad absoluta, dilo como quieras”.

Gracias a quienes adquieren y a quienes invierten, TMEO sigue mirando al futuro, más allá de que Kini recuerde que eso “para mí siempre es poder sacar el siguiente número. Aquí pensar a un año vista, por ejemplo, es una quimera”, ríe el dibujante, que reconoce que en ese mañana no se ve editando la revista sólo en formato digital. “Yo necesito el papel”. Pero el mañana ya llegará. Ahora toca soplar las 30 velas de la tarta. “Somos de celebraciones básicas, es decir, juntarnos para comer y beber hasta reventar. Somos así de primarios”, dice Kini, aunque también se están diseñando actividades de cómic en vivo, exposiciones... “Pero como siempre, hacemos las cosas rápido y tarde, que no mal”, los regalos preparados para el cumpleaños son todavía sorpresa.

1987