Ayer se inauguraba en Zas Espacio, ese espacio cultural de carácter independiente situado en la siempre inquieta -cultural y comercialmente hablando- calle Correría de nuestra ciudad, una exposición del histórico artista Simónides.
Simónides es el pseudónimo de Ernesto Murillo (Navarra, 1952). Autor de una buena decena de monografías de cómic ampliamente conocidas por cualquier aficionado al cómic que se precie. Por señalar algunas, podemos citar: Preludio de los sanfermines (1979), El Zestas y El Zestas 2 (1988 y 1990), Paco el Chota (1996) o Ciencia infusa (2004).
Simónides publicó sus primeras historietas en la revista contracultural Star a finales de los 70. Una revista que nació año y medio antes de que Franco muriera. Una revista que acogió y fue plataforma de un gran puñado de dibujantes, fotógrafos e ilustradores que han dejado huella en nuestra cultura: Ceesepe, Nazario, El Hortelano, Montxo Algora, Ouka Lele, García-Alix, Peret, Pérez Sánchez?
Murillo, asimismo, colaboró en la mítica cabecera de cómics El Víbora. También nacida en los estertores del franquismo y que dio cabida a una nueva generación de historietistas españoles. Dibujantes que vivían por entonces en comunas y se volcaban en contar historias marginales. Nos referimos a Mariscal, Nazario, los hermanos Farriol, Montesol, Max, Martí, Roger, Isa, Pámies, Onliyú? Tanto Star como El Víbora influyeron en lo que luego se conoció como movida madrileña. Sería imposible entender el arte, el cine o la música de los 80 dejando a un lado estas dos míticas publicaciones.
Simónides ha colaborado, según épocas, en las revistas Euskadi Sioux, Makoki, Harakiri, Habeko Mik, Ardi Beltza y, como no, en TMEO, revista de la que fue uno de los fundadores. También como historietista ha trabajado para periódicos como Egin, Navarra Hoy y en el suplemento Zazpika de Gara.
Ernesto Murillo, por lo tanto, es un “histórico” del cómic de ámbito nacional. Pero también este autor se ha dedicado toda su vida a pintar cuadros, exponiendo sus trabajos en múltiples exposiciones individuales y colectivas. Desde que contaba con 18 primaveras hasta las 65 que luce ahora. Murillo pinta “de memoria”, siempre figurativo. Sus pinturas, como buen contador de historias que es, tienen una fuerte carga narrativa, poniendo técnica y estilo al servicio de ésta, creando relatos visuales que emanan realismo mágico o cierto surrealismo. En Zas podemos contemplar estos días una docena de sus obras.
También si nos acercamos a Artium podemos ver en la fachada una imagen de gran tamaño pergeñada por Murillo. Una versión actualizada de la conocida obra de Goya El 2 de mayo de 1808 -también llamada La carga de los mamelucos-, obra que recoge el violento estallido popular de los madrileños en contra del invasor francés. Irónicamente Simónides sitúa la escena en los tiempos actuales: una variopinta ciudadanía parece ahora alzarse en armas contra el poder establecido.