Vitoria - Alguna de las obras, Dorleta Ortiz de Elgea las ha firmado en la misma sala de exposición. Más recientes, imposible. De hecho, cuatro de las siete pinturas de medio y gran formato que conforman la muestra han nacido este mismo año. Todas se encuentran ya esperando al público que a partir de mañana se acerque hasta La Cuadra. La inauguración, de hecho, se producirá en el espacio cultural de Dulantzi a partir de las 19.30 horas.
“Espero que los primeros asistentes salgan mañana muy contentos porque les recibiremos bien”, ríe la artista gasteiztarra. “Creo que la propuesta final es muy vitalista. Poder llevar los cuadros a una sala no es ya interesante o importante por el hecho de exponer o de vender, sino también porque te permite ver tu obra fuera del estudio, colgada. Ahí es cuando de verdad ves cómo funcionan las cosas y cómo quedan. De hecho, cuando terminé el martes el montaje, salí con una sensación de vitalidad muy marcada. Los cuadros tienen fuerza, sobre todo de color. Son vibrantes. Y son las sensaciones que creo que pueden transmitir a los espectadores, sabiendo que luego cada persona tendrá su visión particular y personal”.
En ese recorrido que ahora propone la autora, el espectador encontrará tres de las obras que ya formaron parte de su muestra el año pasado en la sala Luis de Ajuria. A eso se unen cuatro nuevas creaciones a través de las cuales “el público va a poder seguir una línea, una relación entre todos”, una marca propia, más allá de que una de las piezas “ tiene unos colores tal vez un tanto inusuales en mí, con rosas fuertes: es muy llamativo”, describe Ortiz de Elgea, de quien cabe recordar que está participando también ahora en una muestra colectiva en la donostiarra galería Arteko.
En lo que se refiere a esta presencia en Dulantzi, se da la circunstancia de que la creadora, salvo alguna propuesta de último momento antes de las vacaciones, va a cerrar la temporada de La Cuadra, el mismo curso que el pasado octubre abrió su padre, Carmelo Ortiz de Elgea. “Además, mi abuelo es de Alegría y mi padre tiene el estudio allí, así que cuando me llamó Anuka (Ana Díaz de Espada), encantada”.
“Ahora, tras ver la muestra montada, me entra una satisfacción añadida. Es una exposición que me agrada de manera especial, independientemente de que venga más o menos gente. Además, me parece muy interesante que en Dulantzi haya una sala de exposiciones como ésta, un espacio de vida cultural importante al que la gente acude y al que es necesario valorar por la labor que está llevando a cabo”. Espectadores que desde mañana por la tarde se podrán encontrar con su obra más reciente.