Vitoria - El próximo día 18 se vivirá el Día de los Museos. A finales de este mismo mes, la Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes de Álava (AMBA) celebrará su asamblea anual. Antes, durante y después, la agrupación sigue con su habitual agenda de actividades y propuestas. Entre tanto ir y venir, Guadalupe Serrano, presidenta de la asociación y escritora, recibe a DNA en la sede de AMBA, ubicada en un bajo del primer número de la calle San Vicente de Paúl.
¿Desde cuándo es socia?
-Desde 1992.
Vamos, desde el principio.
-No tanto, pero casi. Llegué a Vitoria ese año, en septiembre. Empecé a realizar distintos cursos, también en parte para conocer a gente de aquí, y uno de los primeros que hice se titulaba Cómo mirar un cuadro en el Museo de Bellas Artes de Álava. Fui al edificio, aunque por fuera ya lo conocía, entré y me encantó. Me impresionó mucho la pintura costumbrista, en especial de Díaz de Olano. Me atrajo por su temática, por la representación de situaciones que había visto, por ejemplo, en Extremadura, de donde yo venía. Cuando estábamos haciendo aquel curso, nos dieron unas tarjetas por si nos queríamos hacer socias de un grupo que se llamaba Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes de Álava y ni me lo pensé. Hoy somos socios tanto mi marido Lorenzo como mi hija Ana y yo.
Cumplir un cuarto de siglo en cultura no es nada fácil. En este caso no está ya sólo la voluntad de los socios y socias por mantener el proyecto, sino que también hay que sobrevivir a los recortes en la aportación institucional. ¿Por qué sienten la necesidad de continuar?
-Pues nunca mejor dicho, por amor al arte. Tienes esa pasión y quieres inculcarla a los demás. También quieres ayudar al sector. Por ejemplo, ahora mismo están cerrando todas las galerías de arte. Pues nosotros hacemos una labor para que en cuanto hay una exposición en cualquier parte, acudir a hacer una visita con el autor, una quedada como dice una socia. Eso anima a la gente. Nos mantenemos porque tenemos esa pasión por el arte pero también fantasía e imaginación. Eso es de lo que vivimos. Nos inventamos cosas. Y no es ahora, es algo que caracteriza a AMBA. De hecho, ahora que se habla mucho de murales en Vitoria, el primero que se hizo en la sede de la asociación cuando estábamos en la calle Manuel Iradier. En una reunión alguien preguntó qué nueva actividad se podía hacer y Brenan Duarte nos habló de dos chicas que habían llegado de Norteamérica [Christina y Verónica Werckmeister] que se dedicaban al muralismo. Habiendo vivido cosas de este tipo es cuando luego, algunas veces, te desesperas un poco ante determinadas situaciones.
¿En qué sentido?
-Cuando te van cortando lo que recibimos desde la Diputación. Pero también piensas: ¿y si no hacemos nada, qué?
Por cierto, ¿qué tal la relación con la Diputación?
-No tenemos queja. Nos reciben siempre, nos escuchan, nos piden para que ayudemos en determinadas ocasiones como el centenario del edificio donde está el museo.
¿Cuántas personas conforman ahora la asociación?
-Unas 200 y pico. Es que además en los últimos tres meses han entrado unas doce personas más.
¿Qué regalo le gustaría para este 25 cumpleaños?
-(Risas) Pues... primero tener un local mejor. No es que estemos mal aquí pero sí nos gustaría tener un espacio en mejores condiciones. Y me gustaría, y esto es algo personal, que quienes fundaron AMBA aparecieran más. Y entiendo que si Diputación no tiene dinero, pues qué le vamos a hacer, pero sí nos podrían ayudar un poco más. Y luego hay otro deseo en el que ya estamos trabajando.
¿Cuál?
-Que todas las asociaciones de amigos de los museos alaveses tengamos más relación. Por ejemplo, con Alavesia, la Asociación de Amigos del Museo de Ciencias Naturales de Álava, nos conocimos a nivel personal en Jerez de la Frontera en un congreso. ¡Pero si somos de Vitoria todos! (risas). En ese momento nos dimos cuenta de que teníamos que hacer cosas. Con la asociación del Museo de Armería también estamos teniendo conversaciones.
¿Cuál debe ser el papel de AMBA de cara a futuro, qué debe aportar en los próximos años?
-Conseguir que se implique más la gente. En el Museo de Bellas Artes de Álava se hacen cosas muy interesantes, acuden más personas, pero le sucede con sus actividades lo mismo que pasa en el resto de la ciudad: si quien protagoniza la cita es conocido, está lleno, pero si quien la ofrece, aunque sea muy interesante, no tiene tanto nombre, hay poca presencia. Nosotros estamos teniendo suerte en este sentido con, por ejemplo, programas como Hablemos de Cosas. La primera vez que lo hicimos fue en Montehermoso y estábamos siete, cuatro de la junta, pero ahora estamos por el encuentro 77 y ha habido veces que en el Bellas Artes hemos estado al completo con cien asistentes, que es el máximo del aforo. Pero nuestro propósito es que la gente se implique, que se anime a ir a estos actos, que la cultura no sea sólo ir a ver, sino también implicarse.
¿Habrá alguna actividad especial por el 25 aniversario?
-Es que no hay parné (risas). Nosotros tenemos actividades que son habituales y que no fallan, como Hablemos de Cosas y las visitas que hacemos a talleres de artistas y artesanos, y a exposiciones. Y hacemos viajes, por lo general de un día. Si sale algo extra, lo intentamos, pero todo depende de la disponibilidad de dinero, claro. En este último caso, por ejemplo, hicimos en el Bellas Artes unos recorridos transversales propuestos por Roberto Lastre que tuvieron mucho éxito pero que no hemos podido mantener por falta de financiación. Dentro de las posibilidades, este año estamos intentando hacer cosas extra. Es el caso del viaje que vamos a hacer a Albi para visitar la casa de Toulouse-Lautrec. Pero claro, no dejamos de ser voluntarios y de hacer las cosas como podemos. Además, vamos a tener visitas guiadas por sus responsables al Museo de Naipes, al propio Bellas Artes, al de Armería... La cuestión es tener mucho movimiento nosotros para mover además a la ciudad. Eso también se va a traducir en una exposición de pintura para los socios. Además, estamos pensando en una traca final para cuando termine el año, un espectáculo multidisciplinar, que estará relacionado con la exposición que se va a inaugurar sobre Díaz de Olano. Pero todavía tenemos que concretar detalles.
Después de tantos años organizando actividades, el truco estará más que cogido, ¿no?
-Bueno, tienes que tener en cuenta si ese día hay fútbol, baloncesto, si hay pintxo-pote, si coincidimos con... Es un poco locura.
Uno de los grandes hitos de esta asociación en este cuarto de siglo fue el impulso social para la creación de lo que hoy es Artium, aunque con este museo de arte contemporáneo abierto las relaciones entre las dos partes han pasado momentos bastante tensos, sobre todo con el primer director. ¿Cómo es la situación ahora?
-Buena. Cada uno va por su parte, pero tenemos contacto y nos invitamos mútuamente a las cosas que vamos haciendo. Es que es mejor llevarse bien (risas).
No sé si el gran reto hoy, no sólo para AMBA sino también para muchas de las cuestiones que pasan en este territorio en relación con la cultura, es conseguir implicar a gente más joven, a personas de 30 o 40 años hacia abajo.
-Sí, sí. De hecho, es una cuestión que está sobre la mesa en los congresos a los que asistimos de la Federación Española de Amigos de los Museos. En nuestro caso en concreto, en los últimos tiempos han entrado varias personas de 30 y 40 años en la asociación. Y cuando hicimos los recorridos que mencionaba antes en el Bellas Artes, hubo mucha gente joven. De todas formas, hay que tener en cuenta que en un colectivo de este tipo tienen más facilidad de entrar personas o que no tienen una ocupación fija o que están prejubiladas o jubiladas por la sencilla razón de que tienen más tiempo libre que alguien joven que está con los niños, el trabajo... Eso hace que no te impliques tanto en el día a día de una asociación como AMBA aunque luego sí vengas cuando puedes a las actividades puntuales.
Al fin y al cabo, AMBA existe por el Bellas Artes de Álava. ¿Es un museo que la propia sociedad alavesa valora?
-Mira, te hablo como alguien que no es de aquí aunque viva en Vitoria desde hace tiempo: ahora se está empezando a valorar más pero siempre he tenido la sensación de que hay muchas personas que sólo se han acordado de él cuando se lo han ensañado a gente de fuera, a sus visitas. Eso sucede en otras ciudades, claro está. Pero aunque sea verdad que la asistencia esté subiendo, creo que no le damos la importancia que tiene.
Como el resto de la red foral, en estos años el Bellas Artes ha pasado de ser un museo gratuito a uno de pago y ahora vuelta a la entrada libre. ¿Cuál es la mejor opción?
-Dentro de la asociación no todos pensamos igual en esta cuestión. En mi caso concreto, soy de las personas que piensan que hay que pagar. Por ejemplo, el otro día fuimos a ver en el Bellas Artes de Bilbao la muestra de Renoir y nos cobraron, como a todos. No hay problema por ello. En Vitoria parece que no hay que pagar por nada, aunque sea un euro. Luego estamos deseando ir al pintxo-pote, eso sí.
Ya que habla de eso, ¿habrá algún día de celebración interna de estos 25 años, un vino o algo por el estilo?
-Sí, está pensado (risas). Cuando termine este trimestre nos juntaremos y en navidades igual. Pero ya no sólo es una cuestión del 25 aniversario. Mi empeño pasa también por el hecho de que tenemos que favorecer la relación entre los socios en ese ambiente más distendido. Y es algo que también nos han propuesto desde Alavesia, un encuentro más ameno entre las dos asociaciones para conocernos mejor.