Vitoria - Cuando actúe en la capital alavesa, su eterna y contagiosa sonrisa justo habrá cumplido 41 años, aunque Pasión Vega lleva más de media vida sobre los escenarios. Larga y prolífica es una carrera cuidada con mimo, una trayectoria que, en buena medida, va a repasar en Vitoria el día 26 en el Principal junto a los componentes de la Gasteizko Ganbara Orkestra, dirigida por Iker Sánchez. Para la cita, enmarcada dentro del ciclo Grandes Conciertos, todavía quedan entradas disponibles en taquilla por 42, 30 y 21 euros.
Está preparando los conciertos con Noa, un nuevo proyecto discográfico y en medio llega esta actuación especial en junto a la Gasteizko Ganbara Orkestra. ¿Cómo se ha dejado liar?
-(Risas) La verdad es que va a ser un concierto, en todos los sentidos, excepcional. Es una actuación que está fuera de toda la programación que tenía pensada para este año, pero la idea me pareció muy bonita. Me atrajo mucho el poder rescatar canciones de toda mi trayectoria, temas que me gustan mucho y poder trasladarlos a arreglos orquestados, a arreglos más grandes, y hacer un concierto especial. Últimamente estoy muy vinculada a vuestra tierra, he ido mucho por allí para preparar mi próximo disco y me apetecía mucho poder tener este otro vínculo con el público. Además, es poder trabajar con Iker (Sánchez), con esa maravillosa orquesta... Hay que dejarse guiar por el corazón y esta propuesta me apetecía mucho. Cuando me proponen un proyecto diferente, me dejo llevar mucho por la intuición y en este caso creo que ha acertado. Va a ser muy especial.
Lo cierto es que usted ha llevado a cabo formatos muy diferentes, como la propuesta que tiene a dos pianos, por ejemplo. ¿Cómo cree que sonará esta Pasión sinfónica?
-A lo largo de estos años de carrera he podido experimentar con formaciones muy diferentes, desde quintetos de tangos hasta, como dices, dos pianos de cola pasando por una banda más pop, que es la que habitualmente me acompaña. Y probar, como lo he hecho en alguna ocasión, con arreglos más sinfónicos es una oportunidad para rescatar canciones de mi repertorio que se prestan mucho, por así decirlo, a este tipo de momentos más épicos. Estar acompañada por una orquesta te exige una manera diferente de interpretar, tienes que saber escuchar a los músicos y al director, y viceversa. Si eso sucede como debe, se producen momentos muy bonitos y especiales.
Eso sí, más allá de los ensayos que se hagan justo antes del día 26, supongo que todo el trabajo previo se estará haciendo vía e-mail, teléfono... ¿No es muy complicado preparar así una actuación?
-(Risas) Bueno, es lo habitual cuando haces un concierto que no es con los músicos que normalmente te acompañan. En estos momentos previos a que lleguen los ensayos siempre estás a la expectativa de ver cómo puede sonar todo al final, pero es que ahí está la gran aventura, el reto, la gracia de esto. Además, algunas canciones de las que vamos a tocar ya las he cantado, por ejemplo, con la Orquesta Nacional, así que no es tanta la sorpresa, ya he pasado ese momento de incertidumbre. Pero bueno, siempre es una aventura y los tres días de ensayo completos que tendremos antes del concierto van a ser apasionantes, seguro. No quiero que te suene a tópico, pero tengo ganas de estar ya en Vitoria y ponernos a ensayar. Ese nerviosismo y esas ganas de saber qué va a pasar ante el público forman parte de esta profesión.
Puede resultar extraño hablar de una trayectoria tan larga como para echar esta mirada atrás en una persona en realidad tan joven. ¿Le da tiempo a pararse y ver cuánto camino ha recorrido ya?
-A mí me parece que empecé ayer (risas). Claro, comencé muy jovencita y son ya más de 20 años de carrera, aunque todo está pasando como un suspiro, la vida va muy rápido. Nos pasa a todos. Aún así, todo tiene su momento. Mira, por ejemplo, ahora estoy preparando también los conciertos con Noa de este verano y el próximo disco, así que llevo ya un tiempo sin pisar un escenario. Y la actuación en Vitoria me está viniendo con unas ganas que no te puedes imaginar.
¿Está con el mono de actuar?
-(Risas) Ni lo dudes. Cuando estás en gira piensas en lo bueno que sería poder estar una semana en casa. Luego paras y piensas: ¡no puedo estar más aquí, necesito un concierto y cantar! (risas). Pues justo estoy en ese instante, tengo necesidad de cantar y estar con el público. ¿Se sale mucho el concierto de Vitoria de la programación que tenía y de lo que estoy haciendo? Ni lo pienso. Todo me cabe en el corazón. Es que tengo muchas ganas de reencontrarme con los espectadores y volver a pisar los escenarios.
Pero incluso acaba de colaborar en un disco solidario y tiene diferentes proyectos sobre la mesa. ¿No llega a ser un poco lioso?
-No, no. Siempre he procurado dosificar bien mis pasos. En ningún momento me siento agobiada. Viene todo de una manera fluida y yo sólo me embarco en aquellos proyectos que creo que puedo llevar adelante y que el corazón me dice que tengo que hacerlos. Creo que me caracterizo por llevar una carrera hecha a fuego lento, aunque sin pausa. Esta profesión tiene que ser una aventura, y tienes que procurarte retos que fomenten esa sensación. El disco que estamos haciendo con Fernando Velázquez, por ejemplo, lo estamos haciendo a un ritmo muy pausado, como yo quería. Igual que este proyecto procuro hacerlo todo. A fuego lento es como se saborean las cosas.