MADRID - El mejor de los múltiples halagos que se le han hecho a Rafael Moneo es definirlo como un arquitecto sin estilo, que no ha impuesto una visión predeterminada en sus proyectos sino que los ha hecho dialogar con su entorno. Así se muestra en la gran retrospectiva que le dedica el Thyssen, uno de sus edificios.
Es difícil admirar a un arquitecto dentro de un museo y no a través de su obra ejecutada, por eso el comisario Francisco González de Canales se ha apoyado en los magníficos dibujos a mano alzada de Moneo, con el sustento de fotografías y maquetas, para organizar esta exposición que culmina en Madrid un periplo que comenzó en A Coruña y que ha continuado por Lisboa, Ciudad de México y Hong Kong.
Como complemento, una pequeña muestra que recorre la historia de esta última sede, el Palacio de Villahermosa, desde mediados del siglo XVIII hasta su transformación, en 1992 de manos del primer Premio Pritzker de España, en el actual Museo Thyssen-Bornemisza.
Con la mano apoyada en la frente para ocultarse el rostro, “abrumado” por los elogios, -”tanto que me gustaría escaparme de mí mismo, pero no puedo”- asistió este lunes Rafael Moneo (Tudela, 1937) a la presentación de ambas muestras, que permanecerán abiertas desde ayer hasta el 11 de junio. “Siempre he sido reticente a las exposiciones de arquitectura”, reconoció durante la rueda de prensa, y agradeció a la Fundación Barrié que le diese el “empujón” para volcarse en levantar Rafael Moneo. Una reflexión teórica desde la profesión. Materiales de archivo (1961-2016), que él mismo definió como “necesaria”.
Recorrerla supone trasladarse a 52 de sus proyectos más emblemáticos, construidos o no, distribuidos por orden cronológico en función de sus etapas creativas. También conocer a una persona cuya vida “está hecha desde la arquitectura”. “Me resultaría muy difícil explicarme a mí mismo quién soy sin explicarme como arquitecto y por mis obras”.
“continuidad” en las ciudades “Hoy la arquitectura se dibuja mediante hitos individuales”, lamentó Moneo durante la presentación, en la que apeló al sentido de “continuidad” y de “consenso” en las ciudades, un asunto que, según señaló, le obsesiona “cada vez más”.
El arquitecto, autor, entre otras construcciones, de la ampliación del Museo del Prado, y del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida o el Kursaal de San Sebastián, señaló que los edificios han de ser pensados “construyendo la ciudad” y no “en sí mismos”, tal y como se observa en un presente en el que se trata de “exacerbar la individualidad”.
Esta muestra, comisariada por Francisco González Canales, coproducida por la Fundación Barrié, el Estudio Rafael Moneo y el Museo Thyssen, reúne una selección de 121 dibujos, 19 maquetas y 152 fotografías de un total de 52 proyectos emblemáticos de Moneo.
El recorrido arranca en los años formativos de Rafael Moneo, que comenzó su carrera desarrollando el organicismo propio de la Escuela de Madrid, y se detiene en otros momentos relevantes de su carrera como su primera madurez y sus proyectos hasta 1976; sus trabajos en Madrid y Nueva York desde esa fecha hasta 1984; su experiencia americana, cuando fue nombrado en 1985 director del Departamento de Arquitectura de Harvard. A ello se suma el periodo de reconocimiento internacional y sus reflexiones actuales.
El director del Thyssen, Guillermo Solana, puso de relieve la “reinvención del Palacio Villahermosa”, sede de la pinacoteca, que ha condicionado las “instalaciones” y el itinerario”, así como la “personalidad” del centro. Entre otros aspectos, destacó su “atención al lugar y al contexto” y su “capacidad para percibir sutilmente los elementos de continuidad, aunque sin renunciar a la libertad”.
“A lo mejor estoy más en las paredes que sentado aquí en esta mesa”, apuntó Moneo, como invitación a conocer esta exposición. - Efe/DNA