hace un puñado de años cuando apareció la modalidad televisiva de pagar por ver, los teóricos auguraron que los partidos de los grandes deportes como fútbol, baloncesto y otros similares Formula 1 y GP de Motociclismo no se ofrecerían en abierto, sino que los televidentes tendrían que pagar para poder consumirlos. En principio pareció ruidosa revolución en la manera de gestionar la tele y muchos pensaron que los partidos de la LFP o de la Champions League difícilmente pasarían el fielato de tener que pagar para verlos, dada la idiosincrasia del público, habituado a consumir gratis cientos y cientos de partidos del deporte rey simplemente con darle al botón del on. La aparición de una cadena de pago, como la plataforma Canal + marcó el camino por el que iba a moverse el negocio de la tele y comenzaron los primeros abonados que pagaban por ver toros, deportes o series de relumbrón y se comenzaba a desbrozar el camino de la tele del futuro. La llegada de la tele digital desplegó la oferta televisiva deportiva de subscripción y así se inició la tele del fútbol mediante abonados que comenzaron a aportar dineros importantes, y así el fútbol en cualquiera de sus modalidades competitivas se restringió al público abonado y la oferta del fútbol gratuito comenzó a restringirse. En la actualidad solamente un puñado de partidos se salva de ser vistos con el correspondiente pago de unos euros. El consumidor ha ido variando su manera de consumir el deporte y solamente los partidos de la selección de Lopetegi se salvan de pasar por taquilla, pero todo se andará porque el fabuloso negocio del fútbol mantiene intacta su capacidad de generar recursos, estrujando el bolsillo de los aficionados. La tele ha abandonado al fútbol en abierto y ahora toca retratarse en digital taquilla para ver a los magnéticos ídolos del personal enfebrecido.
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