Vitoria - ¿Qué tal el suelo?
-Muy bien. Es más dúctil, adecuado, no tiene brillos, es de un gris más cálido y le da a todo un aire un poco más industrial.
¿Este año, cuando ha acudido a ARCO, le han mirado con otros ojos ahora que ya es público que tiene dinero para comprar?
-Sí, sí. Estas noticias vuelan. De todas formas, estos cinco años hemos seguido acudiendo y con una actitud positiva, y nos hemos encontrado con que todo el mundo nos quería seguir tratando igual, mostrándonos sus artistas porque sabían que tarde o temprano la situación iba a cambiar.
Fue elegido para este puesto siguiendo el Código de Buenas Prácticas en Centros de Arte en el nombramiento de directivos, una herramienta que en estos años parece bastante generalizada. Sin embargo, en estos últimos meses estamos viviendo una polémica cercana por la elección directa de Miguel Zugaza para ponerse al frente del Bellas Artes de Bilbao. ¿Tanto cuesta cambiar estas formas de hacer?
-Artium fue el segundo o tercer museo que optó por esa senda. Es una de las grandes conquistas del mundo del arte en los últimos años. Todo lo que no sea llevarlo a cabo pone en peligro esas conquistas. Zugaza es muy buen amigo mío y creo que es uno de los mejores directores que ha tenido el Museo de El Prado. Y lo va a hacer muy bien en el Bellas Artes de Bilbao. Pero el hecho de no cumplir una serie de requisitos pone en peligro el trabajo de muchos años. Es un sistema que debería normalizarse por completo para todos los museos.
Por cierto, ¿se imagina ser director un año sin crisis?
-(Risas) No lo he visualizado. Esa situación me permitiría dedicarme un poco más al mundo del arte, a nuestro objeto de negocio, digámoslo así, más que a hacer búsquedas económicas y a aplacar iras y demás. - C. González