Vitoria - Crear un puente entre Artium y la sociedad pero que, de verdad, sea de doble dirección, “no sólo para que la gente venga”. Así mira al futuro más inmediato el director del museo alavés de arte contemporáneo, Daniel Castillejo.
Están a punto de terminar esta especie de invernación, aunque no total, en la que llevan desde noviembre por las obras en los suelos.
-Bueno, el tronco central del museo ha estado activo, muy activo. En lo que hemos tenido problemas es en el, por así decirlo, entorno del museo, es decir, en las exposiciones temporales, en las salas para mostrar... Y luego está la colección, que es otro tronco central, que sí ha estado invernando pero durante los últimos cinco años, aunque tenemos unos fondos lo suficientemente importantes como para seguir haciendo cosas.
Una situación que, por fin, ha cambiado este año.
-Sí y espero que, de alguna manera, esto vaya consolidándose. Ahora no tenemos lo que necesita un museo para seguir manteniendo su vitalidad pero tampoco cantidades testimoniales. Esa vitalidad depende de poder vivir del presente, de lo que se está haciendo ahora. Claro, tenemos un hueco, un vacío de cinco años. Y ha sido un lustro muy importante. Es una pena que no tengamos obras que hablen de este tiempo en el que están sucediendo tantas cosas en el mundo. Ahora, la disponibilidad económica que tenemos, debemos dividirla en dos. Por un lado, tenemos que ver lo que se está haciendo en estos momentos. Por otro, ver cómo hacemos para que ese vacío no se note mucho en la colección.
¿Pero esta primera cantidad recuperada es suficiente para hacer esa doble mirada? ¿No es como querer nadar y guardar la ropa?
-Un poco. Pero la colección, salvo en sus primeros años en la década de los 70, siempre se ha hecho con pocos fondos muy bien rentabilizados. Nosotros no vamos a tiro fijo, a grandes artistas que cuestan mucho, sino que nos arriesgamos con gente joven, que son artistas que luego, como nos ha sucedido hasta ahora, se van consolidando.
En abril el museo cumple 15 años, más de la mitad en crisis económica. ¿Así es complicado hacer un balance, no?
-Bueno, en la primera época, antes del inicio de la crisis, parecía que para todo, no sólo para la cultura, era un momento dorado. Fueron los años en los que yo era el conservador de la colección. Como director me están tocando los tiempos de la crisis. Lo bueno es que hemos tenido una estabilidad institucional que ha sido clave. Nadie ha planteado nunca la posibilidad de la desaparición de Artium, lo que sí ha pasado y ocurre en otros centros de España. Frente a esa tranquilidad, hemos tenido que trabajar de manera muy importante en dos sentidos: en la estructura del museo; y en buscar nuevos modelos para sobrevivir. Bueno, y seguimos en ello porque la situación se mantiene. Nuestro optimismo actual viene de que la situación se ha estabilizado y de que vemos posibilidades de recuperación.
Llega abril con la reapertura de las salas, la celebración del 15 aniversario, los actos que Artium siempre realiza en torno a fechas como el Día del Libro... ¿Debe ser un mes para volver a enganchar a la ciudadanía y sacar pecho?
-Simbólicamente, para nosotros es muy importante. Ya tuvimos la fecha de los 10 años, una cifra incluso más redonda que ésta. Pero no pudimos utilizar la palabra celebración, sino la palabra recordatorio. Y digo esto porque no pudimos hacer visible esa celebración más que en un proyecto muy conocido como fue el de Tiempo y Urgencia (Guernica) de José Ramón Amondarain. Pero en estos quince años sí que podemos y queremos plantear una llamada para decir: estamos aquí, trabajando, con proyectos nuevos, con un Plan Estratégico que habla precisamente de la ciudadanía, de los públicos y de la mediación del museo con los públicos. Tenemos que hacer algo para que se vea con naturalidad la asistencia a este centro como pasa en cualquier ciudad en europea con sus centros de arte contemporáneo. Lamentablemente, la crisis ha movido la tierra bajo los pies de mucha gente. Y aunque el panorama está, por así decirlo, en ruinas, tanto nosotros como otros museos nos mantenemos en pie. Sacamos pecho por eso, porque estamos consolidando un nuevo modelo de museo, donde los públicos son lo más importante junto con el arte. Estamos creando un puente entre el museo y los públicos pero que no es sólo para que vengan aquí. Nosotros también lo tenemos que utilizar para pasar al otro lado. Tiene que ser un puente de doble dirección. Queremos que los públicos se acerquen al museo de múltiples maneras, no sólo físicamente. Y, además, nosotros tenemos que salir fuera. Nos tenemos que influir de manera mutua y aprender del tránsito porque así vamos a poder ver de verdad qué se necesita socialmente y qué se puede plantear. Eso no quiere decir que nos vayamos a ablandar en cuanto a planteamientos estéticos o críticos, sino que queremos explicarlo todo de otra manera.
¿Cómo debe Artium hacer ese camino de doble dirección?
-Hay muchas maneras. Por ejemplo, las pancartas del proyecto Grey Flag. O el Día del Libro, este año, seguiremos con las lecturas abiertas a la ciudadanía pero llevándolas a cabo en la calle, no en el interior del museo. Eso en cuanto a actividades concretas. Pero también se sale hacia al exterior escuchando a la gente. No sólo tenemos que dar discursos nosotros, tenemos que oír los planteamientos, críticas e ideas de los públicos. Eso ya está modificando la estructura interna del museo. Ya hay tres departamentos (Educación, Marketing y Comunicación) que se dedican en equipo a la mediación.
¿Éste es el gran objetivo o debe haber más?
-Hay más, pero sí es cierto que el principal son los públicos por una razón muy sencilla: la sociedad está cambiando mucho. Se intuye perfectamente que la gente que viene a los museos ha envejecido, personas de 40 años hacia adelante que han tenido una educación vinculada a las estructuras clásicas de la cultura. Pero hay otros públicos que están dejando de venir a los centros de arte contemporáneo, no sólo a éste. Es gente joven que tiene otro tipo de intereses, más cercanos a las nuevas tecnologías, a la música o a otra serie de cuestiones que no se tratan, por lo general, con profundidad en los museos. Tenemos que ver la manera de mediar con las manifestaciones contemporáneas que hay para incorporarlas al museo. Tenemos que ver cómo podemos replantear las dinámicas clásicas de los museos. Y, por otro lado, hay otro gran objetivo que es el patrimonio.
¿En qué sentido?
-Es uno de los conceptos claves de nuestro Plan Estratégico. Tenemos un patrimonio que es el que heredamos de la Diputación y que seguimos construyendo cada día. Pero queremos dar una vuelta de tuerca más. Toda la actividad cultural que se ha generado en una sociedad como la alavesa a lo largo de los últimos cien años marca nuestra forma de ser. Nosotros queremos convertir esas experiencias en patrimonio. Para que seamos una civilización avanzada tenemos que pensar que contamos con un patrimonio de muchos años de acciones que se han sucedido en el tiempo, que en teoría se han olvidado pero que, de alguna forma, nos han cambiado. Eso lo queremos también catalogar y reivindicar como un patrimonio de experiencias.
Pero se me hace complicado ‘atrapar’ eso.
-No creas, hay muchas posibilidades. Para empezar, hay mucha documentación, y posibilidades de investigación y transmisión.
Esta sociedad de la que hablamos está, en estos momentos, intentando desarrollar dos planes estratégicos para la cultura, uno en el ámbito territorial y otro referido al municipio de Gasteiz. ¿Lo lógico es que el museo juegue un papel importante en ambas herramientas, no?
-Artium es una de las entidades más activas en la cultura de Álava y por lo tanto tiene que formar parte de los ejes y objetivos de estos planes estratégicos. En el provincial, así me lo han asegurado. En el municipal, esta misma semana he estado en una reunión sobre este asunto.
¿Cómo percibe la necesidad de estos instrumentos?
-Como está pasando en otras ciudades que se están modificando por ella, como sucede en Oporto, la cultura tiene que ser uno de los ejes principales de los programas de los partidos políticos para transformar la ciudad y el territorio. Lo cultural tiene que ser una de las principales cuestiones a reivindicar. En los resúmenes que hacen los partidos de sus programas tiene que aparecer destacado el hecho cultural en base a la promoción de la cultura, a la capacidad de cambio social y urbano de la misma, y a la creación. Hay que hablar de lo contemporáneo.
Pues venimos de unos años de ir de unas elecciones a otras y de la cultura, ni rastro.
-Pues es un problema que tenemos que subsanar. Yo he visto programas políticos en ciudades que están permanentemente vivas y modificándose, que están en un continuo hervor social y económico, y es porque alguien ha metido el concepto cultura como un eje principal de actuación.