Se ha declarado una guerra en el mundo del espectáculo. Artistas y promotores se han aliado para hacer frente a la reventa de entradas a través de Internet, un fenómeno que en los últimos años ha generado un negocio multimillonario. El detonante fue a mediados de mes, cuando los promotores de la gira de Joaquín Sabina comprobaron que una página web ponía a la venta billetes para un concierto del artista que ni siquiera existía todavía.

Tito Ramoneda es presidente de la promotora The Project y portavoz del trío de empresas responsables de la gira de Sabina. El empresario expresa que las compañías estaban indignadas por ver entradas en la reventa on line “a unos precios exorbitantes cuando ni siquiera estaban agotadas las entradas de los conciertos”. Pero la temperatura se disparó cuando se anunció la organización de un concierto en A Coruña el 22 de julio y Ramoneda y sus socios descubrieron que el portal Viagogo ya vendía entradas para dicho concierto a unos precios de hasta 500 euros. Las entradas oficiales, que todavía no existían, iban a ser de 90 euros.

“En el caso de La Coruña se están vendiendo entradas de un concierto que no existe y esto, evidentemente, es un fraude” -denuncia Ramoneda- “es un fraude al consumidor y al propio sector”. ¿Cómo puede la reventa afectar a los promotores si se da en eventos de gran demanda en los que se venden todas las entradas? El fundador de The Project explica el daño de esta reventa on line a su actividad: “Que la gente esté pagando unos precios exorbitantes genera que los usuarios fundan su presupuesto para conciertos. Si tienes 500 euros al año para ir a actuaciones y picas en las redes de reventa por 200 o 300 euros, cuando podías comprarla por 80 euros, no vas a tener dinero para ir a más conciertos”. A la larga, el sector de la organización de espectáculos se resiente.

Otro motivo por el que la reventa de entradas afecta a los promotores es que genera unas situaciones de conflicto y tensión en las puertas de los recintos del concierto. “Estas plataformas de reventa no pueden garantizar que las entradas sean oficiales, que no estén falsificadas o duplicadas”, explica Ramoneda. “Todo esto lo tenemos que gestionar nosotros. El 95% de las entradas que la gente compra en la red de reventa son legales, pero hay un porcentaje de falsificación y duplicación”, añade. Tito Ramoneda advierte, además, de que la gente no sabe a quién está pagando. “Igual se piensa que hasta están pagando al artista”, señala, “hay cantidad de quejas que llegan a las redes sociales del propio artista diciendo que es un carero, que cómo pone las entradas a estos precios?”.

Cuando se anuncian conciertos de gran demanda, el público se asoma a Internet en busca de sus codiciadas entradas y, en sus prisas por conseguir un producto que se agota en poco tiempo, se agarra a cualquier reclamo. “La gente no sabe dónde está comprando las entradas”, se lamenta Ramoneda, “en buscadores como Google estas páginas de reventa se posicionan las primeras. Hay una cierta incultura sobre Internet, porque comprar en la red es un hábito reciente. Todos creemos que Google es el maná, que dice la verdad siempre. Viagogo y páginas similares simulan los procesos de venta oficiales. Si entras en Viagogo, parece que estás comprando una entrada, seleccionando un asiento. Te dicen que estás el cuarto en la cola de espera y que esta entrada ya se ha vendido. Es mentira. Es todo una simulación para generar ese impulso de comprar. Es una estrategia de marketing. Ellos no tienen nada. Viagogo no tiene entradas”.

Efectivamente, los portales de compraventa no disponen de las entradas, solo ofrecen un espacio para que los usuarios realicen sus transacciones. Una de las principales acusaciones contra estas empresas es que podrían estar implicadas en prácticas deshonestas que incluso son señaladas por asociaciones de consumidores. Estas empresas estarían supuestamente intermediando con compañías que disponen de tecnología, robots informáticos, que lanza compras mucho más rápido que los usuarios normales, por lo que se hacen con cientos de entradas cuando se activa la venta oficial, obstaculizando que los seguidores compren las entradas a su precio original y colocándolas automáticamente en el mercado de la reventa con precios mucho más elevados.

las peticiones ¿Qué piden los promotores y artistas para acabar con la compraventa on line? La respuesta es breve: “Regulación”. La reventa en España no es ilegal, se mueve en una alegalidad debido a la obsolescencia de la normativa vigente. En el Estado se aplica desde 1982 la Ley de Reglamento de Policía de Espectáculos y Actividades Recreativas que se creó con motivo del inminente Mundial de fútbol. Esta norma prohíbe la venta de entradas en la calle sin licencia, pero nada más. Teniendo en cuenta que el 95% de las entradas se venden on line, “es obvio que está obsoleto”.

Ramoneda demanda al Gobierno de España que regule esta actividad “de manera urgente”. Él es partidario de la prohibición de la reventa, pero con salvedades: “Cuando alguien no puede ir a un concierto por una causa tiene que tener la posibilidad de traspasar la entrada. Pero con unas condiciones muy claras. ¿Podrías incrementar el valor un 10%? Igual sí, porque hay costes de gestión. Pero no subiendo el precio un 50% o un 100%”.

En esa misma línea se está manifestando todo el sector del espectáculo. Alejandro Sanz, indignado por la reventa de las entradas del concierto que dará en el Vicente Calderón el 24 de junio, lanzó el pasado martes un comunicado en el que animaba a sus compañeros y a la sociedad en general a sumarse a una gran alianza anti-reventa. En su comunicado solicitaba al Gobierno estatal y a las comunidades autónomas de manera “enérgica y urgente una legislación efectiva para la era digital que prohíba con carácter general la reventa especulativa de entradas y que actúen para defender a los consumidores en sus competencias”. Con esta propuesta, Alejandro Sanz busca “promocionar el mercado oficial de entradas y ayudar así a los fans a comprar o intercambiar sus entradas a un precio justo en caso de no poder asistir al concierto”. Demanda así una campaña de concienciación sobre que “las plataformas de reventa por Internet hacen creer a los fans que comprar entradas en sus páginas web es 100% legal y seguro, pero eso es mentira”.

Aunque esta alianza puede quedar solo en una medida de presión para intentar hacer tambalear un negocio que a escala mundial es multimillonario, lo cierto es que en pocas horas se ha sumado a la iniciativa Ticketea, una empresa española de venta de entradas. Además, la Asociación de Promotores Musicales ha anunciado que en pocas semanas entregará al Ministerio de Cultura una propuesta de regulación para prohibir las empresas de reventa digital.

la otra cara de la moneda Los promotores de Sabina han puesto la diana sobre Viagogo, pero hay otras muchas páginas similares. Seatware, Tengoentradas o StuHub son más ejemplos. Esta última, propiedad de eBay, absorbió en mayo de 2016 a la exitosa Ticketbis, una empresa creada en Bilbao por Ander Michelena y Jon Uriarte.

Perfectamente integrado en el gigante de eBay, Uriarte describe el funcionamiento de su empresa: “Nosotros unimos la oferta y la demanda. Hacemos de intermediarios entre compradores y vendedores. Nos encargamos de que el comprador pague, porque lo hace a la página y luego nosotros le hacemos llegar al vendedor la cantidad que corresponda. Nos encargamos también de que el envío del vendedor al comprador sea automático. No hay ningún contacto entre ellos. Y por último, garantizamos que vas a recibir las entradas a tiempo y, en caso de que haya cualquier problema, intentamos buscar unas entradas de sustitución”.

por necesidad Su razón de ser es la necesidad. La necesidad de comprar, pero también de vender. “Hemos hecho encuestas y 3 de cada 10 que compran una entrada no pueden asistir al evento”, explica Uriarte, “el 80% de estas personas acaban perdiendo su dinero”. Y luego está la demanda ante eventos cuyas entradas vuelan: “Se venden hasta con nueve meses de antelación y yo no sé lo que voy a hacer en nueve meses. Si no lo compras al momento, no tienes luego dónde comprar las entradas y tienes que ir al mercado negro o a páginas extrañas donde contactas con desconocidos y anónimos sin ningún tipo de protección”.

Según Jon Uriarte, esa es una de las virtudes de su empresa: la garantía de que las entradas son verdaderas. “En nuestra página los vendedores no son anónimos, tienen que identificarse” -explica-, “tienen que darnos un nombre y un número de cuenta. También tenemos una dirección de recogida del vendedor, así que lo tenemos perfectamente identificado. Además, le pedimos que nos dé su número de tarjeta y le informamos de que, en caso de que no cumpla con las condiciones del contrato, las condiciones de uso del portal, o con cualquier tipo de incumplimiento del envío, le podemos penalizar. Por último, el vendedor no va a cobrar hasta después de que haya pasado el evento”.

Con un crecimiento imparable, hasta ahora presentes en 48 países, Jon Uriarte confiesa no tener problemas con la vigente legislación estatal e internacional: “Nosotros con la actual ley estamos cómodos, porque estamos actuando dentro de la legalidad. Con todo lo que sea una normativa más moderna, que proteja todavía más al consumidor, estaremos más cómodos. Nuestro espejo es siempre Estados Unidos. Allí se ha desarrollado una industria alrededor de esto que mueve muchísimo dinero, un montón de empleo y permite a los usuarios vender y comprar entradas sin ningún tipo de problema. Allí, por ejemplo, el 50% de las entradas se venden por debajo del valor original. Es un mercado muy normalizado y nos gustaría que la normativa fuese algo similar”.