Madrid - El director teatral Lluís Pasqual estrenará mañana en el Teatro María Guerrero de Madrid su último espectáculo In memoriam. La quinta del biberón, que narra la historia de un grupo de jóvenes reclutas que lucharon por la II República en los últimos momentos de la Guerra Civil española: “Vamos a intentar hacer un documental en el teatro”, anunció.
Así lo puso de manifiesto Pasqual durante la presentación de la obra, en la que también participaron el reparto que integran Joan Amargós, Enric Auquer, Quim Àvila, Eduardo Lloveras, Lluís Marquès y Joan Solé, seis jóvenes actores que ponen su piel y su voz sobre las tablas del María Guerrero para mostrar parte de la historia de cerca de 30.000 jóvenes que, nacidos entre 1920 y 1921, participaron en batallas importantes como la del Ebro.
Según explicó Pasqual, hay espectáculos que “uno no sabe exactamente por qué los hace o la raíz está tan lejana que uno no lo recuerda”. “Yo no sé muy bien de dónde nace In memoriam. Nace, si lo pienso ahora, del deseo desde hace muchos de hacer un espectáculo sobre la Guerra Civil, del deseo de hacer un homenaje a esos críos, llamados La quinta del biberón, por una razón muy personal y muy íntima”, relató.
En este sentido, el director confesó a los asistentes a la presentación, celebrada en el teatro madrileño, que tuvo un tío que falleció en La quinta del biberón y del cual no se hablaba en su casa, como en “todas” las demás, porque “el que reinaba era el miedo”.
“Nace del reto de intentar hacer una pieza documental, como lo hace el cine o la televisión”, remachó. También consideró que han pasado “muchos años” de la Guerra Civil y debería poderse hablar “de todo con absoluta serenidad”.
Lo que sucede en In memoriam. La quinta del biberón, según relató el director, es un episodio que se produce en “la mayoría de las guerras” y es que “cuando las guerras están terminando, están en fase de caída los responsables, entre otras muchas cosas tienen que darse tiempo para irse, para prepararse el exilio, para acumular dinero en algunos casos”.
Lluís Pasqual recordó que es entonces cuando estos responsables “echan mano de lo que se ha llamado carne de cañón, de los últimos que quedan, de las últimas generaciones”.
“Saben que van a perder, pero les van a servir de muro de contención para tener su tiempo”, recordó, para después añadir que los que sobrevivieron callaron “durante muchos años” porque el trauma era “demasiado grande”.
“nunca habían hablado de eso” Asimismo, destacó que en 1975, a la muerte del dictador Francisco Franco, “ocurre una cosa”. “Esos seres que nunca habían hablado de eso comienzan a hacerlo y, lo que no contaron a sus hijos, se lo cuentan a sus nietos y nietas”, subrayó el director del espectáculo.
“De repente, uno dice: ‘Es el momento’. Y empezamos durante meses a entrevistar, a ir a las casas de los supervivientes, que tenían todos 95 o 96 años. Con todo ese material ingente y enorme nos pusimos a leer, a trabajar y a contarlo, como estábamos en el teatro, con unas pinceladas teatrales, pero es un espectáculo contado”, manifestó Pasqual, que aclaró que el 85% del texto corresponde al material de las entrevistas o de los diarios.
importancia de la música Según defendió Lluís Pasqual, la música en este espectáculo es “muy importante”. Por eso, hay una pequeña formación de música barroca en directo.
“Mi tío, el día que se iba a alistar, pasó por delante de una iglesia quemada, pero había una montaña de papeles. Se acercó y vio un juego de partituras rudimentario, cosido a mano, que ponía Cancionero de Guerra. Era una recolección de canciones barrocas de guerra que iban desde Monteverdi a Purcell”, afirmó, al tiempo que indicó que pensó que su tío, “sin saberlo”, le había regalado la música de la obra para dar la parte “épica”.
La quinta del biberón, apodo que se le atribuye a Federica Montseny al considerar que eran muy jóvenes, como recordó el actor Quim Àvila, estaba integrada en un 98 o 99% por catalanes que procedían de diferentes puntos de la región. Por esta razón, para narrar lo ocurrido con el acento propio de los protagonistas, Lluís Pasqual cuenta en su espectáculo con la ayuda de Pere Navarro, especialista en dialectos y dicción. “No es el mismo acento uno de las tierras del Ebro que uno de Lérida”, apuntó el director. - E.P.